Es de todos bien sabido que la crisis económica afecta a numerosos sectores y algunos de ellos incluso con más importancia que el de los animales, al que vamos a dedicar este espacio hoy. Pero no por ello queremos dejar de dar su lugar a este extremo teniendo en cuenta que nuestra relación con los animales domésticos también se encuentra regulada jurídicamente y de la misma se derivan numerosas obligaciones que no debemos olvidar porque su incumplimiento puede generar importantes consecuencias.
Cuando somos propietarios de un animal, de una mascota, somos responsables de su cuidado y mantenimiento. Aspectos como ofrecerle el agua y comida necesarias, atención veterinaria, ejercicio físico y atenciones adecuadas a su especie y raza son cuestiones básicas para que el animal se mantenga en buen estado físico pero también son deberes que se encuentran regulados en nuestra legislación autonómica de protección de animales y en nuestras ordenanzas municipales.
No obstante, todas ellas, salvo que nos encontremos en supuestos más concretos en los que el animal esté enfermo y precise una intervención veterinaria específica o la administración de una medicación determinada, no suponen un gasto excesivo. Al fin y al cabo, las revisiones veterinarias, si no se producen otros problemas son periódicas pero habitualmente anuales y los gastos de comida y agua se pueden abaratar si la familia se encuentra pasando por dificultades. Y se puede prescindir de muchos otros gastos superfluos que empleamos en nuestras mascotas del mismo modo que se prescindimos en caso de tener que apretarnos el cinturón de otros caprichos para nosotros.
Lo que es inaceptable desde un punto de vista social pero también jurídico es utilizar la crisis económica como una excusa para justificar un abandono. No hay ninguna razón, ni personal ni económica que sirva como tal. Si realmente llegamos a un punto en el que no podemos atender al animal la solución en buscarle otro hogar o bien entregarlo a una sociedad protectora nunca abandonarlo, ya sea en el sentido en el que todos nos imaginamos, es decir, dejarlo en la calle sin más, ya sea dejándolo en una casa o en una finca sin comida o agua. El abandono está castigado con importantes sanciones en nuestra legislación e incluso puede llegar a ser considerado una infracción penal, lo que al final sale bastante más caro que atenderlo.
Organizarnos para cumplir nuestras obligaciones en tiempos de crisis, también con nuestras mascotas, es nuestro consejo, aunque realmente éste no sea necesario para todas aquellas personas que, con crisis o sin ella, no se imaginan deshaciéndose de sus mascotas porque son una parte integrante de su familia.