Decir adiós a un amigo que se va para siempre es uno de los sentimientos más tristes a los que podemos enfrentarnos. Cuando ese amigo ha compartido contigo toda su vida, te ha brindado su compañía sin dudarlo cada vez que lo has buscado, te ha querido y te ha sido fiel sin fisuras, resulta, obviamente mucho más difícil. Y, aunque todas estas virtudes las podemos imaginar en alguna de las personas que nos rodean, esta vez, aquí, en este pedacito de espacio, estamos pensando en otros compañeros de viaje. Estamos hablando de nuestros animales.
Pero, además, si es la primera vez que pasamos por esta situación, al dolor de la pérdida se suma el desconocimiento. ¿Qué debemos hacer? Porque claro, como es lógico, aunque en muchas ocasiones sintamos casi igual su pérdida, en la práctica hay muchas diferencias con las personas. Y nadie evita que tengamos que tomar decisiones y que además estás tengan que ser relativamente rápidas. Qué hacer con el cadáver, por muy frío que parezca, es la primera de ellas.
Por eso hoy, nos hemos atrevido con este tema. Para ofrecer una mínima información que pueda utilizarse cuando nos encontremos, porque si convivimos con un animal pasará algún día, ante esa pregunta.
En primer lugar, debemos tener en cuenta, por muy obvio que parezca hay que recordarlo, que no se puede abandonar el cadáver en la vía pública. Este hecho puede ser objeto de sanción y además el culpable va a tener que abonar los gastos de recogida y gestión que se ocasionen.
Eliminando esta alternativa, a todas luces fuera de lugar, nos quedan varias. Si el animal ha muerto en una clínica veterinaria, esta puede hacerse cargo de la eliminación del cadáver. Si el animal ha muerto en nuestra residencia podemos gestionar la situación de varias maneras: llevándolo a nuestra clínica veterinaria, si cuentan con este servicio, llamando a los servicios municipales que también nos pasarán un pequeño cargo por prestarnos esta atención o bien eligiendo a una empresa privada que se encargue de tratar la muerte de nuestro animal con más o menos servicios en función de lo que deseemos contratar.
Elegida opción y superado este trámite, no debemos olvidar el resto de trámites administrativos: darlo de baja en los registros municipales y dar de baja, al mismo tiempo, el código del microchip correspondiente a su identificación.
Y, aunque cueste superar la pérdida, si pensamos en compartir nuestro tiempo con otro animal, como en otras muchas ocasiones, les volvemos a recomendar la adopción. Por aquello de que conviene siempre potenciar ese buen gesto de dar segundas oportunidades a animales a los que no se les permitió disfrutar de la primera.