Adriana nos cuenta el caso de una de sus amigas por la que se encuentra preocupada. Hace aproximadamente un par de meses falleció, tras una enfermedad grave, el marido de su amiga. Las últimas semanas los padres del fallecido han estado presionándola para repartir la herencia alegando que ellos cuentan con más derechos y que no quieren que ella continúe administrando los bienes de su hijo. Adriana nos pregunta si efectivamente es así y cómo queda la situación de su amiga, teniendo en cuenta que no tuvo hijos con su esposo.
Si la persona fallecida murió sin hijos y deja esposa y padres, estos van a ser los herederos forzosos del difunto.
El primer paso es comprobar si existe o no testamento pues este dato va a determinar cómo debe repartirse la herencia.
Si hay testamento, este tiene que respetar, como mínimo, las legítimas de padres y cónyuge. A los padres, al concurrir con la esposa, les corresponde un tercio de la herencia y a esta última el usufructo de la mitad de la herencia. Manteniendo estos mínimos, en el testamento el causante ha podido repartir el resto de sus bienes como lo hubiera deseado.
Si no existe testamento, las cosas cambian. Porque a falta de descendientes, los ascendientes, en este caso los padres, son los herederos de todos los bienes y el cónyuge mantiene, eso sí, el derecho de usufructo sobre la mitad de la herencia.
Además hay que tomar en consideración el régimen económico que hubiera tenido el matrimonio porque si este era el de sociedad de gananciales, previo al reparto de la herencia, sería preciso realizar su liquidación y lo único que forma parte del haber hereditario, como es obvio, es la parte que corresponde al esposo fallecido.
Nuestro consejo en estos casos siempre es hablar con tranquilidad, buscar asesoramiento jurídico si fuera necesario y tratar siempre de llegar a un acuerdo que evita problemas y gastos judiciales.