El Ayuntamiento prepara, como sabemos por todos los medios de comunicación, una nueva ordenanza municipal que regule dos cuestiones amplias y difíciles de definir: la convivencia ciudadana y la prevención de las conductas antisociales. Tres aspectos son los más llamativos de esta ordenanza que generan tanto debate como partes implicadas existen en cada uno.
El primero, es el tema estrella no solo en nuestra ciudad sino en muchas otras que ya cuentan con regulación en la materia: la prohibición del botellón y, en consecuencia, la imposición de sanciones a aquellos que infrinjan la nueva norma municipal. ¿Es necesaria la regulación? Y, sobre todo, ¿es necesaria una regulación tan restrictiva? Desde el lado de los que habitualmente lo realizan, principalmente jóvenes, la respuesta es evidentemente un no. Alegan que estamos en crisis, que las copas en los locales nocturnos son muy caras, que tienen derecho a divertirse en los espacios públicos y que la regulación podría pasar por determinar los espacios y obligar a mantener su limpieza.
Desde el otro lado, los argumentos son sólidos porque aparecen tres elementos especialmente sensibles. El consumo de alcohol en los jóvenes, pues en un botellón es casi imposible controlar la edad de las personas que están bebiendo. La salubridad de las calles, porque en las zonas donde se produce el botellón, todos lo hemos podido observar en alguna ocasión, los efectos sobre la limpieza son evidentes. Y, por último, la tranquilidad nocturna de los vecinos de la zona, porque el ruido y las molestias afectan a aquellos que por zona les corresponde un lugar habitual de este tipo de reuniones.
La segunda cuestión que aborda la ordenanza municipal también está tocada por la situación de crisis, aunque muchos podrían alegar que existir existe desde que existe el hombre sobre la Tierra poco menos. Se trata de regular la prostitución y de prohibir el mantenimiento de relaciones sexuales en los espacios públicos.
Y el último punto interesante hace alusión a la mendicidad agresiva. Seguro que a alguno de ustedes le han procedido a limpiar el parabrisas mientras espera en un semáforo aunque insistentemente diga no una y otra vez o alguna persona le solicite ayuda prácticamente persiguiéndolo por la calle. Pues, si sale adelante la ordenanza, esto también tendrá que dejarse de hacer.
¿Mejora con estas medidas y alguna otra que se incluyen la convivencia ciudadana? Imaginamos que, como con cada cuestión controvertida, la respuesta es una u otra en función del la lado en que estemos.