Cuando una persona consulta a un abogado unas veces es para conocer sus derechos, pero otras muchas es para confirmar lo que ya viene pensando, es decir, para confirmar que lleva razón en un tema legal que le preocupa. Y aquí conviene aclarar, por más obvio que parezca, que no siempre se lleva la razón y menos en temas legales, pues lo que de mano puede parecer justo y razonable no tiene por qué ser la solución legal. En definitiva, son muchas las veces en que un cliente con altas expectativas no lleva razón legal en el asunto que le ocupa, por mucho que esté cargado de razones. Y en este punto pensamos que es mejor ajustar sus expectativas y hacerle comprender la realidad de su situación, mejorándola en la medida en que fuera posible, que avivar sus ansias de justicia llevándole hacia un procedimiento judicial en el cual tiene escasas expectativas de éxito y muchas de ver frustradas sus esperanzas con el consiguiente coste económico y emocional.
Es muy cierto que una vez iniciado un procedimiento judicial no hay garantías del resultado, pero esto pasa incluso con los casos que se presentan de modo favorable. En los que parten escasos de argumentos legales hay que ser francamente optimista para pensar que puede darse la vuelta al tema de forma radical a base de contratar un abogado con un elevado caché. Esto es poco realista y los que estamos en la profesión bien lo sabemos. Así que, si consulta a un abogado y éste le dice que no lleva razón, piense que no lo hace por perjudicarle, pues más dinero ganaría iniciando un pleito. Pida si quiere una segunda opinión, pero no cometa el error de visitar innumerables despachos hasta que por fin un iluminado le de la razón. Raro será que todos los demás estén equivocados.