Afortunadamente hoy por hoy contraer matrionio es una decisión que se mueve en el plano emocional, aunque tenga importantes implicaciones legales. Sin duda el tema del régimen económico es uno de los asuntos que antes se hace presente, pues los futuros esposos deben decidir de qué forma van a enfocar la parte económica de su matrimonio. En Asturias, a diferencia de otras autonomías que cuentan con un derecho foral propio, aplicamos el derecho común y por ello el régimen económico a falta de acuerdo en contra será el de gananciales, con lo simplificando al máximo (y a falta de muchos matices) podríamos decir que lo que ganen ambos cónyuges será común, siendo privativo de cada cual lo que hubieran adquirido antes del matrimonio y lo que adquieran por herencia o donación. Para evitar este resultado es necesario acudir a una notaría y otorgar capitulaciones matrimoniales para pactar separación de bienes, que suele ser lo mas habitual cuando se opta por dar este paso, pero sin descartar otras posibilidades a la vista de las circunstancias de cada caso. Dicho esto, que es muy sencillo, cabe preguntarse ¿y por qué las cuestiones económicas suelen traer problemas en el matrimonio? Por dos motivos principales: el primero, porque los cónyuges no suelen tener conocimiento suficiente de qué significa elegir uno u otro régimen y tampoco son conscientes de esta ignorancia, con lo cual no suelen documentarse y actúan muchas veces sin conocer sus derechos y sus obligaciones. El segundo motivo es por falta de comunicación, pues está mal visto poner encima de la mesa cuestiones tan mundanas en asuntos del corazón y cuando alguien da el paso y saca tan temido asunto, puede herir sensibilidades, pudiendo afectar a la relación. Pero si un consejo tuvieramos que dar es romper el hielo y enfrentar el asunto cuanto primero mejor. Informarse y como mínimo saber a que atenerse si seguimos adelante sin hacer capitulaciones matrimoniales. Y si uno de los dos cree que hay que pactar, atreverse a hacer un planteamiento sincero y objetivo, respetuoso para ambas partes y suficientemente razonado. Puesto que hay que compartir una vida, no puede poner una venda en los ojos.