Se acerca el verano y quienes se encuentran divorciados tienen que hacer un esfuerzo de organización con los niños. El primer paso siempre es estudiar con detalle el contenido de la sentencia de divorcio o, si el procedimiento fue amistoso, del convenio regulador, porque cada caso tiene sus propias medidas establecidas y a ellas hay que estar. Lo más frecuente en la práctica es que cada progenitor tenga derecho a estar con el niño la mitad del verano, eligiendo uno los años pares y otro los años impares, aunque hay otras posibles variantes. Pero la realidad se impone y muchas veces uno o los dos padres tienen dificultades para compaginar las vacaciones escolares con sus trabajos.
El mejor consejo es organizarse con lógica y buena predisposición, consensuando opciones como campamentos de verano, talleres, apoyo de familiares. Si el consenso no es posible, aquel al que le corresponda elegir periodo vacacional optará por el que mejor se adapte a su trabajo, notificándoselo al otro y cada cual tendrá que planificar el tiempo que le corresponde, asumiendo el coste de los campamentos o cuidadores que necesite para cubrir su tiempo con los niños.
Como las vacaciones de verano con uno u otro progenitor son períodos largos, en ocasiones e acuerda en los convenios reguladores, sobre todo cuando los niños son más pequeños, alternar tiempos de estancia más cortos o facilitar el contacto con la otra parte.
Nosotras recomendamos un contacto telefónico periódico, para que el que no tiene a los niños en su compañía pueda estar informado y el menor no pierda el contacto con el otro progenitor.
Otra cuestión que genera dudas es si el obligado al pago de alimentos tiene que abonar a la otra parte la mensualidad durante el tiempo que los niños están en su compañía durante las vacaciones. La respuesta es positiva, pues la pensión se fija de modo mensual como promedio de gastos anuales, sin que deba interrumpirse su pago en ningún momento.
Por último, un consejo: no todo puede quedar atado en el convenio o la sentencia, por lo que siempre quedarán algunas cuestiones que habrá que resolver con sentido común y buena predisposición, sin olvidarse que el interés prioritario ha de ser lo mejor para los niños.