Hoy en día la respuesta a esta pregunta es un sí rotundo. Para nuestro derecho los animales son cosas, es decir, bienes patrimoniales, más concretamente bienes semovientes. Así lo establece nuestro Código Civil. Y esta clasificación tan simple y obsoleta de todo tipo de animales trae importantes consecuencias jurídicas como, por ejemplo, que tengan un determinado valor económico, que puedan ser embargados, que no se consideren aspectos de su sensibilidad o su cuidado en una liquidación de una sociedad de gananciales, en un divorcio, en una división de una herencia… en definitiva que no tengan jurídicamente derecho a ser tratados mejor que un cuadro, un coche o un saldo de una cuenta bancaria.
Para aquellos que defendemos que los animales son seres dotados de sensibilidad semejante clasificación legal nos parece una aberración en la sociedad en la que vivimos. Cierto que casi siempre la sociedad va por delante de los cambios legales pero un avance en la normativa de protección de animales domésticos y de los animales en general hace mucho tiempo que debería haberse producido en nuestro país. Por algo estamos a la cola de Europa en materia de cifras de abandono y maltrato.
El último avance es que el Congreso ha aprobado por unanimidad una proposición no de ley en la que se solicita al gobierno que modifique el Código Civil para que los animales dejen de considerarse cosas y se cree una categoría especial, la de “seres vivos dotados de sensibilidad”. Paralelamente se solicita además que sean inembargables en cualquier procedimiento judicial, que no sean subastados, sorteados o incluidos en lotes como cualquier otro objeto en las liquidaciones de las sociedades de gananciales o en las divisiones de herencias.
Pero no nos engañemos, aunque el pleno lo haya aprobado esta propuesta por unanimidad, aunque la misma esté apoyada por 243.000 firmas de ciudadanos, no deja de ser una proposición no de ley, sin más valor que presionar al gobierno para que inicie los oportunos cambios.
Queda mucho hasta conseguir una ley de bienestar animal para todo el estado que unifique el caótico sistema actual de leyes autonómicas y ordenanzas municipales. El camino es largo, aunque cada paso es necesario.
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