Aunque todavía haya quien dice que familia no hay mas que una, “la de toda la vida”, lo cierto es que toda la vida hubo familias con las mas variadas combinaciones. Y no hablamos de las últimas décadas, sino de tiempos mucho mas remotos. A poco que se repase la historia, ya sea la de los grandes personajes públicos que hallaron su hueco en los libros, ya sea en la de personas anónimas que tan solo perviven en el recuerdo de aquellos que hoy cuentan con una avanzada edad, las historias de rupturas, encuentros y desencuentros, convivencias sin matrimonio, hijos nacidos en las mas variadas circunstancias y un largo etcétera eran algo común y públicamente conocido, por mas que los protagonistas se empeñasen en ocultar avergonzados su condición.
Afortunadamente algo está cambiando. Y como decimos, no son los hechos, pues la naturaleza humana nos lleva a que estos se repitan generación tras generación, es mas bien el sentir de la sociedad y, por supuesto, las normas. Pero las dos cosas son igualmente importantes.
Hace ya muchos años que todos los hijos son iguales ante la ley, nazcan dentro o fuera del matrimonio y muchos también que el divorcio existe y es perfectamente legal. A pesar de ello no hace tanto tiempo que la sociedad admite sin prejuicios a una persona divorciada, a una pareja de hecho que decide no casarse, o a una mujer que decide ser madre soltera. Incluso aun hoy hay quien no lo comparte, pero la mayoría al menos lo respeta.
Todas estas situaciones que comentamos son reales y son también legales. Hoy día es completamente normal que los miembros de una pareja que se divorcia rehagan su vida, tengan una nueva pareja estable con la que inicien una convivencia o vuelvan a casarse y que tengan hijos fruto de esta nueva relación, que convivirán con los habidos de un anterior matrimonio. Obviamente son relaciones sociales que a veces, no siempre, pueden implicar complicaciones añadidas cuando se presentan conflictos no resueltos fruto de esas relaciones anteriores, pero que pueden ser muy enriquecedoras. Por supuesto, esta riqueza de sentimientos y de experiencias solo es posible gracias a que la sociedad no rechaza ya estas situaciones y a que el derecho las contempla y las protege.
Por supuesto, estas relaciones también generan dudas legales relacionadas con muy diversas cuestiones que, afortunadamente tienen respuesta, aunque muchas veces no sea tan eficaz o tan completa como cabría esperar, pues no olvidemos que el derecho suele ir por detrás de la sociedad, rellenado huecos a medida que estos se hacen evidentes. Aun así, avanzamos, que no es poco.