La crisis hace que vender o comprar una vivienda no sea tan sencillo. Obtener un préstamo hipotecario no siempre resulta fácil y en consecuencia el mercado de las viviendas de alquiler debería prosperar. Sin embargo, por otra parte, cada vez vemos mas propietarios reticentes a arrendar sus viviendas, pues se mueven por la desconfianza que genera la precariedad laboral, con unas tasas de paro que siguen en ascenso y se preguntan, lógicamente, cómo van a recuperar su vivienda si los inquilinos pierden su empleo y dejan de pagar la renta.
Esta desconfianza que algunos propietarios manifiestan no es negativa, al contrario, ser precavido a la hora de arrendar es algo que siempre recomendamos, incluso en tiempos de bonanza, pues lo que finalmente ha de importar a un propietario que quiere alquilar una vivienda de su propiedad no es tanto la situación económica general, como la situación particular de aquella persona que pretende ser su inquilino.
Dicho esto, no es necesario esperar a que la crisis desaparezca para poder alquilar con seguridad, sino que hay que buscar un buen candidato para poner en sus manos nuestra vivienda y hay que realizar un contrato que nos permita estar tranquilos, incorporando en el mismo alguna garantía adicional a la conocida fianza en metálico que facilite cobrar las rentas y, en su caso, los daños que se ocasionen en la vivienda, en caso de incumplimiento. Son especialmente recomendables el aval bancario o, si el arrendatario no quiere incurrir en el pequeño gasto extra que conlleva, la figura del fiador solidario, siempre y cuando este fiador sea una persona de acreditada solvencia. El arrendatario no tiene porqué ofenderse, él haría lo mismo si estuviera en el lugar del arrendador y nada tiene que perder si su intención es cumplir el contrato.
Una cosa más: no hay que dejarse llevar por las prisas ni por las buenas intenciones que no van acompañadas de hechos. No hay nadie que de forma consciente haya alquilado su vivienda a quien no le merecía confianza, pero la confianza no resulta suficiente cuando comienzan los impagos. Por supuesto, cada cual es libre de actuar según su criterio, pero es importante informarse de los riesgos que uno asume en cada caso y no actuar por desconocimiento.