El último día del año es un día cargado de tradiciones: las cenas, las fiestas, las uvas, los vestidos de noche, las campanadas, los brindis… y un momento al menos para recordar lo acontecido durante el año, hacer balance, valorar lo que tenemos que cambiar y hacer una lista de propósitos de esos a los que añadimos la etiqueta “de este año no pasa”.
Hacer dieta, comenzar a hacer deporte, dejar de fumar, afrontar nuevas metas en el trabajo, estudiar más, dedicar más tiempo a la familia… cada uno afrontamos nuestro pasado y nuestro futuro más inmediato con una visión más o menos crítica y con unos objetivos personales que en el nuevo año sí o sí pensamos alcanzar.
Claro que luego ese horizonte de propósitos se desdibuja si no aplicamos voluntad y constancia en el camino que debemos seguir para conseguirlos. Finalizadas las fiestas y la sensibilidad especial que llevan consigo y enfrentados de nuevo a la rutina casi todos van quedando en el olvido poco a poco hasta el próximo 31 de diciembre.
Pero alguno sí se cumple. Por esos que sí y porque somos de naturaleza optimista, vamos a proponeros un propósito diferente y original para estos próximos doce meses que tenemos por delante: activar nuestra curiosidad jurídica y actuar en este campo de forma mucho más consciente en la defensa de nuestros derechos y nuestros intereses. Al fin y al cabo, vivimos rodeados y afectados por normas jurídicas.
Podemos, por ejemplo, revisar las facturas de nuestros suministros: luz, gas, teléfono, conexión a internet…, comprobar si existen ofertas mejores, comprobar precios, fijarnos qué aspectos se incluyen en la factura, si estamos pagando algún servicio que realmente no utilizamos o que nos han colado sin darnos cuenta…
Lo mismo podemos hacer con nuestras cuentas bancarias. Ahora son muchas las ofertas y podemos ajustar los servicios a lo que realmente precisamos. Cambiar de banco siempre da pereza pero puede ser muy interesante si hacemos números.
Si vamos a firmar algún contrato, de alquiler, de obra, de préstamo, de suministro… o pensamos hacer alguna inversión como comprar una vivienda o un coche es esencial conocer muy bien todo lo relativo a la operación, analizar detenidamente los contratos y no firmar nada sobre lo que tengamos alguna duda sin intentar resolverla primero. Las normas siempre nos permiten opciones y además cambian continuamente por lo que siempre es mucho más interesante contar con un consejo profesional para prevenir situaciones complicadas que esperar a tener algún problema que resulte más difícil de resolver. Y, si el problema finalmente es inevitable, entonces sí… mucho mejor contar con un buen profesional que cualquier información que podamos obtener por otra vía.
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