Estos últimos días hemos conocido la experiencia relacionada con el uso de las nuevas tecnologías que están viviendo los niños que acuden a un centro rural agrupado de Asturias, el de Villayón. Y lo cierto es que la noticia da para pensar y para comprobar que este mundo de la tecnología, como mínimo, tiene dos puntos de vista.
Vaya por delante que nosotras somos firmes defensoras de la utilización de cualquier avance tecnológico siempre sobre la base de un uso que facilite, mejore, amplíe… nuestras posibilidades. Y eso es perfectamente posible cuando se incorpora en las aulas. Las opciones de enseñanza y aprendizaje aplicando correctamente los medios tecnológicos se multiplican y abren campos muy distintos a los que hasta ahora se podía acceder con otros sistemas.
Ahora bien, el mal uso de estas tecnologías también puede acarrear graves consecuencias: distracción, adicción, aislamiento, acoso, control, grabaciones no consentidas… También se generan noticias sobre estos otros aspectos negativos cada día.
¿Cuál es la postura correcta a adoptar en los colegios entonces? ¿Existe una normativa al respecto que nos oriente?
Nuestro país, como casi todos los de nuestro entorno, no cuenta con una regulación sobre el uso de dispositivos en el ámbito estatal. Cada centro establece su propia política y la mayor parte de ellos la han ido creando en función de la experiencia que la vida diaria iba imponiendo.
El único estado de nuestro entorno que cuenta con una ley al respecto es Francia que ha prohibido recientemente el uso de dispositivos en sus colegios en los cursos que abarcan la educación hasta los quince años de edad, salvo, claro está, el propio que se haga dentro de la propia formación del centro.
También el estado de Baviera en Alemania ha introducido una normativa más seria en cuanto al establecimiento de esta prohibición, no obstante, en la mayor parte de los estados se deja en manos de cada centro escolar el establecimiento de medidas propias. Las sanciones más intensas vienen de mano de los colegios chinos que en algunas ocasiones, y con intención ejemplarizante, imponen sanciones más extremas que pueden llegar a la destrucción del móvil, por ejemplo.
Nuestro Gobierno ya anunció en alguna ocasión su intención de dictar una ley con una norma común en este ámbito. ¿Sería interesante? Nosotras creemos que sí es importante unificar criterios y que las normas sean comunes en todos los colegios, ahora bien, también pensamos que lo que se debe restringir es el mal uso y no el uso. Hay que contemplar, como decíamos antes, las dos caras de la cuestión: limitar el uso que no aporta, educar en el buen uso, lo que también es tarea de los padres, y utilizar todo lo que nos permiten las nuevas tecnologías para mejorar la formación de nuestros niños y adolescentes.
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