Estamos en primavera, se acerca el verano, hace más calor, es momento de playa, de vacaciones, de fiestas patronales… momento, por tanto, de pasarlo bien. Todo perfecto hasta que la fiesta deja de tener límites y se convierte en un espectáculo de maltrato animal. Todavía algunas fiestas de muchas localidades utilizan animales, especialmente vaquillas, como parte “imprescindible” de sus festejos patronales. Con independencia de entrar a opinar sobre este punto y sobre la necesidad o no de emplear animales para disfrutar más o para mantener una tradición, lo que sí resulta totalmente condenable son los hechos que se producen cuando se supera el “juego habitual” y la situación termina en una escena dantesca en la que el único objetivo festivo es causar daño de forma deliberada, pública y en muchas ocasiones delante de menores a un animal indefenso.
Esto es lo que ha ocurrido en las últimas fiestas en Alhaurín. Una vaquilla, joven y sin apenas cornamenta, es maltratada por un grupo de jóvenes ante la mirada de miles de espectadores y autoridades hasta dejarla en tal estado que la única opción posible fue su sacrificio mientras que la segunda vaquilla quedaba igualmente malherida en el suelo de la plaza.
La única explicación es que los jóvenes que hicieron semejante acto estaban “presuntamente” bajo los efectos del alcohol.
Los hechos han sido denunciados por una asociación local y se ha generado tanta polémica que finalmente el Ayuntamiento ha decidido no volver a utilizar vaquillas en sus fiestas y la Junta de Andalucía ha optado por abrir un expediente y dar traslado a la fiscalía por si hubiera indicios de delito en los hechos acontecidos. Aún así y dado que parece imposible eliminar la participación de animales en las fiestas, cabe plantearse varias preguntas tras estos hechos: ¿no es posible regular tal participación de algún modo que impida que personas indeseables utilicen la fiesta de todos para descargar su ira o su falta de educación sobre un animal?, ¿en eso consiste celebrar una fiesta y la tradición del lugar en cuestión?, ¿las autoridades que asisten impasibles ante semejante espectáculo no son también responsables?
No debemos olvidar por otra parte que nuestro Código Penal tipifica como delito el maltrato de animales domésticos y casi todas las comunidades autónomas cuentan con leyes de protección de estos animales que contemplan importantes sanciones para los supuestos de maltrato. Claro que el concepto de animal doméstico tampoco es pacífico en nuestro derecho pero de igual forma hechos como los vividos en Alhaurín no deben quedar impunes o, en otro caso, es evidente que falta o falla nuestra legislación.