El impacto de la crisis del coronavirus se aprecia en múltiples aspectos de nuestra vida social, económica, personal y también jurídica. Uno de esos puntos que se han visto directamente afectados es el relativo a las herencias.
Desgraciadamente han sido muchos los fallecidos como consecuencia del Covid-19 y eso ha generado que se tengan que abrir numerosas sucesiones. En muchas ocasiones esa tramitación no genera problemas pero hay un porcentaje en el que las situaciones se complican. Y no hablamos de los casos en los que puedan existir disputas entre los herederos sino de aquellos en que estos son desconocidos.
Cuando fallece una persona pueden darse dos situaciones: que el fallecido haya hecho testamento, en cuyo caso conocemos a través de este documento su última voluntad o que no lo haya hecho, en cuyo caso estamos ante una sucesión intestada. En estos supuestos, la ley establece qué familiares son los herederos y por qué orden suceden. Si son cercanos (hijos, cónyuge, padres,..) no suele haber problema pero, si nos vamos alejando en los grados colaterales y el contacto se ha ido perdiendo o si no existen y el heredero finalmente es el Estado, la situación se complica. Muchas veces estos herederos ni siquiera saben que lo son.
Estas “herencias perdidas” generan problemas. En primer lugar, el más inmediato, el de determinar quién se hace cargo de los gastos de entierro y funeral si la persona que fallece no cuenta con un seguro de decesos. En segundo lugar, el pago del impuesto de sucesiones. Si no hay herederos, no aceptan la herencia o simplemente desconocen que lo son, no van a liquidar el impuesto, lo que afecta obviamente a las arcas de las comunidades autónomas. Y, por último, el hecho de que los bienes de la herencia queden abandonados a su suerte.
Esto es aún más grave en el caso de inmuebles porque el hecho de que nadie se haga cargo de ellos puede implicar problemas importantes: el impago de otros impuestos como el IBI, el impago de cuotas de comunidad, las dificultades para entrar si se producen averías (por ejemplo, imaginemos una fuga de agua que ocasione humedades en otra vivienda), las ocupaciones ilegales… Problemas todos ellos que pueden afectar a muchas otras personas.
Existen empresas que se dedican a la búsqueda de los herederos de estas “herencias perdidas” y, si no existen o no desean aceptar la herencia, quienes pasan la documentación al Estado para que este se haga cargo finalmente de la misma, a cambio de un porcentaje de recompensa.
En cualquier caso, el mejor consejo que podemos dar es, sea cual sea nuestra situación familiar y personal, hacer un buen testamento ante notario. Es un trámite sencillo, barato, que puede facilitar mucho la sucesión a nuestros herederos y contamos con la ayuda de un profesional que nos va a ayudar a elaborarlo.
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