Aunque en ocasiones ante una noticia pensamos que a nadie se le puede ocurrir un maltrato más cruel, la realidad nuevamente nos vuelve a sorprender. Así ha ocurrido estos últimos días con esa persona o personas que lanzaron, envuelto y bien atado en dos bolsas de basura, a un perro mayor y con problemas de salud, a un contenedor subterráneo. Su sentido de supervivencia le hizo ladrar hasta que alguien acudió a socorrerle. Sí, suceden estas cosas con los animales: abandonos, maltratos, situaciones de envenenamiento, explotación sexual… Continúan pasando, aunque nos cueste creer hasta qué punto se puede llegar a ser tan cruel.
¿Es que no existen normas para parar este tipo de actuaciones sobre los animales en una sociedad como la nuestra que se considera avanzada para tantos otros temas? Por supuesto que sí. Hay ordenanzas locales, normas autonómicas, algún apunte en normas estatales y el Código Penal. De hecho, la reforma del Código Penal incluye nuevas penas y nuevos delitos relacionados con la protección de los animales, como la explotación sexual o el uso de animales en espectáculos no autorizados como las peleas de perros.
¿Son suficientes estas normas? Evidentemente, cada avance es importante pero, desde nuestro punto de vista, aún no son capaces de parar o disminuir estos hechos. Se podría haber aprovechado la reforma del Código Penal para incluir más conductas como delictivas y se puede ser más exhaustivo en la persecución de los hechos y más contundente en la aplicación de las sanciones. Ahora bien, hay un aspecto positivo que es completamente cierto: cada vez existe más conciencia entre los ciudadanos de que la protección de los animales requiere nuestra atención y cada vez existen más personas implicadas en que sea protección sea realmente efectiva.