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José María Urbano

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Ventanas abiertas

Cervantes, López Otín y el adiós del profesor Ruiz de la Peña, protagonistas de una semana en la que la cultura, la ciencia y la educación nos emocionaron

La cultura, la ciencia y la educación nos dicen a diario que existe otro mundo, otro extraordinario universo que nos permite evadirnos de la asfixia que provoca, cada día más, la política. La lejana y la de casa, inmersa en solucionar sus cuitas particulares, bien alejadas de los verdaderos problemas de los ciudadanos a los que deberían representar respetándoles un poco más. La misma asfixia de un sistema financiero que está provocando, en un mundo globalizado y por extraño que parezca, más desigualdades, más pobreza y una mayor exclusión, lacras que no nos son ajenas en nuestro propio entorno. En uno y otro caso, un panorama frustrante.

Carlos López Otín, tras recoger el premio de LA VOZ DE AVILÉS en diciembre del año pasado. Foto: Marieta

El Aula de Cultura de LA VOZ DE AVILÉS obtuvo el miércoles el premio ganado a pulso por la perspicacia y la sensibilidad de su coordinador, Armando Arias, que hace más de un año puso todo su empeño en conseguir una de las exposiciones más importantes de las que se han organizado en nuestro país con motivo del 400 aniversario de la muerte de Miguel de Cervantes. Una visión fotográfica de José Manuel Navia que nos permitió acercar a Avilés a dos instituciones señeras de la cultura española: el Instituto Cervantes y Acción Cultural Española. La intervención de Navia en la presentación de la muestra a los medios de comunicación el pasado miércoles –y horas más tarde en el acto inaugural– nos dio la oportunidad de trasladarnos con sus palabras a la sabiduría y a la inspiración del Renacimiento, el mismo que él ha recorrido siguiendo la huella del referente español de las letras para montar la obra que ahora podemos admirar en la sala de exposiciones de la Casa de la Cultura.

Beatriz Hernanz Angulo, directora de Cultura del Instituto Cervantes, y Jorge Sobredo, director de programación de Acción Cultura Española, que acudieron a Avilés para el acto de inauguración, nos dejaron también disfrutar de ese placer que supone escuchar a los grandes profesionales, que de lo único que se preocupan es de aportar todo su saber para ponerlo al servicio de la sociedad.

Fue un encuentro enriquecedor, al que asistieron, entre otros, el nuevo rector de la Universidad o la alcaldesa de Avilés, y en el que se contrapuso el artículo que el primer ministro inglés, David Cameron, hizo rodar por todos los diarios del mundo sobre el 400 aniversario de Shakespeare, que también se celebra este año, con la oportunidad perdida por Mariano Rajoy para hacer lo mismo con Cervantes y dirigirlo principalmente a todos los países iberoamericanos. O la ocasión de hablar de «una ciudad preciosa que merece la pena promocionar, con un casco histórico envidiable». O de asombrarse de que el mismísimo Woody Allen fuera en su día el programador de cine del Centro Niemeyer. De la enorme potencialidad del centro cultural, aunque sólo sea como icono arquitectónico; de aprovechar la senda de la costa del Camino de Santiago, con todo un mundo de posibilidades en Estados Unidos o Japón. De, en fin, lamentar que en este país no aprovechemos más y mejor a nuestros grandes escritores, con Palacio Valdés como ejemplo en el mismo Avilés. (Jorge Sobredo, licenciado en Ciencias Económicas, pertenece a la carrera diplomática y ha estado en las embajadas de Yakarta, El Cairo, Lisboa o Naciones Unidas, siendo además consejero cultural en la embajada de España en Washington. Beatriz Hernanz es doctora en Filología Hispánica, profesora en universidades inglesas y americanas, traductora y autora de seis libros de poesía).

La alcaldesa tuvo oportunidad de exponer y solicitar el apoyo del Instituto Cervantes y la Universidad para ese proyecto suyo de la enseñanza del español en Avilés.

Fue, éste del miércoles, un ejercicio sanador, de abrir de par en par las ventanas para que entrara el aire fresco de la cultura, el saber y la disposición a la colaboración.

López Otín emociona

Sólo veinticuatro horas después, el científico Carlos López Otín, nuestro ilustre vecino de Salinas, volvía a maravillarnos a todos en el programa que Iñaki Gabilondo dirige y presenta en #0, ‘Cuando yo no esté. El mundo dentro de 25 años’, en el que el periodista trata de encontrarse con las mentes más brillantes que están contribuyendo ya a ese futuro.

Escuchar a Otín debería recetarse en las consultas médicas como un bálsamo benéfico que conseguiría un doble efecto: eliminar las consecuencias perniciosas de esa velocidad con la que transitamos por una vida llena de ruido y banalidad, y por otro fijar en cada uno de nosotros esas claves que nos asegurarían el hacer a las personas más inteligentes y una sociedad mejor y más justa, empleando sus propias palabras.

Ante un cada vez más conmovido Gabilondo, Otín fue desgranando el objeto de su trabajo, la vertiginosa carrera de la ciencia, que cada día nos sorprende con nuevos hallazgos y mayores posibilidades, lo innecesario de la inmortalidad y la que es su mayor preocupación: evitar lo que él llamó la muerte a destiempo, y el esfuerzo por atajar y curar enfermedades. Y nos dejó, también, esa lección de vida que se basa en muy pocas cosas. En un universo muy reducido que él limita a su trabajo, a los profesionales que le acompañan, a los logros que aspiran a alcanzar cada día, y a su familia. A la posibilidad de disfrutar de un sitio como la biblioteca de la Universidad de Oviedo, que es donde se realizó el programa, y el ver todos los días el mar desde su casa de Salinas. «Envejeceré para todo, menos para el asombro», cerró Otín recordando la frase de Chesterton.

La emoción se dibujó en la mirada de Iñaki Gabilondo y puedo asegurar que traspasó las pantallas de la televisión.

La misma emoción, en este caso por el pesar que produjo el fallecimiento del profesor Ignacio Ruiz de la Peña, el catedrático de historia medieval de la Universidad de Oviedo que consiguió hacer de sus clases y de sus conferencias un ejercicio de sabiduría. Considerado el medievalista más destacado de nuestra región y uno de los más sobresalientes de nuestro país, Ruiz de la Peña era un enamorado de Avilés y de su puerto.

Curiosamente, su última conferencia la dictó el 21 de octubre del año pasado en la cúpula del Centro Niemeyer, invitado por la Autoridad Portuaria de Avilés en el marco de la exposición ‘Portus’. Y ese mismo día, el profesor cedía a LA VOZ DE AVILÉS uno de sus estudios sobre el puerto avilesino –«el más importante del Cantábrico en la Edad Media», decía siempre– para que se publicara en el número extraordinario que este periódico presentó con motivo de ese centenario.

Sí, definitivamente ésta fue una semana de ventanas abiertas en esta ciudad.

 

Publicado en La Voz de Avilés-El Comercio el 15 de mayo de 2016

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Sobre el autor

José María Urbano. Periodista. ExJefe de Redacción de La Voz de Avilés-El Comercio. Columnista de este periódico y director de AsturiasInnova+, el proyecto de divulgación de la innovación, la ciencia y la tecnología adscrito al Grupo El Comercio (Grupo Vocento). El relato de los hechos y los fundamentos de la opinión sólo pueden tener su base en el poder de los datos. En un mundo en el que imperan los clics, los shares, las notas teledirigidas, las ruedas de prensa sin preguntas y las declaraciones huecas en busca de un titular, hay que reivindicar el periodismo hecho por profesionales. Política, economía, cultura, deportes... la vida en general, tienen cabida en este espacio que pretende ir más allá de la inmediatez, la ficción y el ruido que impera apoyado en las redes sociales. El periodismo es otra cosa.


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