Asturias dejó pasar la ocasión de convertir la cita de cada verano en un centro internacional del saber, el debate y la reflexión. Hoy parece tarde para intentarlo.

Hubo un tiempo en que Avilés era noticia prácticamente a diario los dos meses centrales de cada verano gracias a los cursos de La Granda. En la residencia ubicada en Gozón y actual sede de ArcelorMittal, la antigua Ensidesa abrió las puertas a la Fundación Escuela Asturiana de Estudios Hispánicos, creada en 1979 por el que fuera rector de la Universidad de Oviedo, Teodoro López Cuesta, y el economista Juan Velarde.

El pasado día 25 de julio, el actual rector, Santiago García, sorprendió a todo el mundo cuando, en la inauguración de los cursos de este año, señaló que La Granda debería convertirse en la Universidad de Verano de Asturias, dentro de un objetivo más amplio de acercar la Universidad a la comarca de Avilés, citando también a Gozón y Castrillón, basándose en el espíritu de los cursos de extensión universitaria. La idea fue bien acogida en el ámbito universitario y también por la Federación de Empresarios.

Francisco Grande Covián, Severo Ochoa y Santiago Grisolía, de paseo por La Granda.

Uno, que aplaude la cercanía y el intento del nuevo rector de llevar la Universidad fuera de sus ámbitos tradicionales, no tiene por menos que ser escéptico ante una idea que tiene un largo camino por delante para llegar a concretarse. Y ese escepticismo no nace como reacción a esa declaración de intenciones, sino a la constatación de que esta ciudad, y en este caso esta región, ha dejado pasar tantas oportunidades para hacer cosas brillantes, que todo lo que se diga ahora sobre nuevos proyectos, en un momento en que política y económicamente este país está paralizado, suena a discursos cargados de buenas intenciones.

Los cursos de La Granda que promovieron López Cuesta y Velarde tuvieron tanta repercusión nacional e internacional que hubo un momento en que se compitió, mediáticamente, con la Universidad Internacional Menéndez Pelayo de Santander, el epicentro durante muchos años del verano ‘oficial’ español como ‘centro universitario de alta cultura’. LA VOZ DE AVILÉS publicó en aquellos años más de una reflexión reclamando al Gobierno del Principado una actuación ambiciosa para que La Granda se convirtiera en un centro de referencia del conocimiento y de la investigación, ayudado por una clase política –ministros del Gobierno central sobre todo– que no dejaban pasar la oportunidad de presentar aquí algunas de sus ideas y proyectos. Nunca Asturias lo tuvo tan fácil para hacer de La Granda ese espacio del saber, del debate y de la reflexión que podría haberse convertido en una universidad de verano de repercusión internacional.

La presencia cada temporada estival en las instalaciones propiedad de la antigua Ensidesa de Severo Ochoa, Francisco Grande Covián, Santiago Grisolía, Margarita Salas, Carlos López Otín, César Nombela, Sabino Fernández Campo, Enrique Fuentes Quintana, José Luis García Delgado, José Luis Baranda, Manuel Álvarez-Valdés, José María Segovia de Arana, José María Baldasano, Francisco García Novo, Julio Rodríguez Villanueva, Leonardo Boff, Víctor García de la Concha, José Ramón Álvarez Rendueles, Enrique Iglesias, Michel Camdessus, José Barea, Luis Ángel Rojo… y tantos y tantos otros, nunca fue aprovechada por una región que siempre se acuerda de los trenes cuando los ha perdido.

La crisis económica, la ausencia desde 2012 de Teodoro López Cuesta, la desaparición de la Fundación de la Escuela Asturiana de Estudios Hispánicos y su sustitución por una Asociación de Cursos de La Granda que sigue intentando sacar adelante Velarde Fuertes con más ilusión que medios, y la propia inercia de los cursos, que no han sabido o podido concitar ya un interés general similar a los ya relatados, han hecho que La Granda haya dejado por el camino patronos como el propio Ayuntamiento de Avilés. Hasta el intento de Álvarez-Cascos, comprometiendo una ayuda económica del Ayuntamiento de Gijón –que siempre se mantuvo al margen–, apenas si tuvo recorrido un año. Su salida de la presidencia del Principado cortó de raíz sus intenciones.

Por todo ello, y salvo que el rector nos diga que tiene un plan concreto, bien diseñado y respaldado económicamente, la idea de convertir La Granda en la Universidad de Verano de Asturias va a tener seguramente poco recorrido. La experiencia de la extensión universitaria en Avilés no se puede decir que haya sido positiva, pese a que se planteó como una buena opción para cubrir el histórico desdén y el olvido de la autoridad universitaria y política con la ciudad, cabecera de comarca, que llegó a contar en su día con la población más joven de Europa y con el mayor índice de matriculados en la Universidad de Oviedo. Durante algún verano se llegaron a ofertar más de media docena de cursos. Hoy sólo queda en pie el de sexología.

Si, como alguien dijo, la ilusión es la hermana menor del desengaño, no queda otro remedio que recibir el anuncio del rector con la debida cautela. La historia reciente no nos invita a otra cosa.

Un debate necesario

El próximo martes se inicia en Las Meanas una nueva edición del Festival de la Cerveza, una idea creada por el PP cuando obtuvo el gobierno municipal, que buscaba ofrecer algo distinto a lo que se encuentra a diario en los establecimientos hosteleros de la ciudad. El festival, hoy, es un negocio privado en suelo público, que hace tiempo que desistió de sus orígenes para convertirse en un conglomerado de puestos de cerveza sin apenas novedades que le hagan atractivo y un negocio para los distribuidores y los afortunados que hayan conseguido un punto de venta, bien de cerveza o de comida. Previo pago de una cantidad cercana a los 3.000 euros, tras la subida de este año, se aseguran un negocio rentable.

La organización corre a cargo de la gerencia de la Plaza de Abastos, que sigue adelante pese a que el Festival de la Cerveza se organiza en Las Meanas y no en la propia Plaza de Abastos, que fue la disculpa para otorgarle esa organización, que buscaba sobre todo la revitalización y la promoción de Hermanos Orbón. Además, la adjudicación de los puestos de venta no son el resultado de un concurso público, al que pudieran acceder preferentemente los hosteleros de Avilés. Y en caso de que hubiera más demanda que puestos, lo lógico sería realizar un sorteo ante notario, como sucede en otros sitios. Aquí los criterios de la adjudicación siguen siendo un misterio a día de hoy.

El equipo de Gobierno del ayuntamiento de Avilés no sé si es consciente de que en los últimos tiempos se «regala» el suelo público con una facilidad que no deja de asombrar, sobre todo cuando se compara con las exigencias que se plantean a los profesionales fijos del comercio y la hostelería que, ellos sí, pagan sus impuestos puntualmente. Invito al Ayuntamiento a que haga un listado de todas las actividades de tipo comercial que permite en suelo público a lo largo del año. A lo mejor se dan cuenta de que ese debate es necesario y urgente.

Final. 36 años después, el Festival Folclórico Internacional de Sabugo Tente Firme se va al Niemeyer para «potenciar su carácter internacional». Sin comentarios.

Publicado en La Voz de Avilés-El Comercio el 7 de agosto de 2016