Nadie entiende la campaña de Izquierda Unida contra el mayor proyecto tecnológico de Asturias y de Europa
Sostengo desde hace cinco años que el atropello de Foro Asturias sobre el Centro Niemeyer, que en el fondo buscaba destrozar el legado de Vicente Álvarez Areces como presidente del Principado, se llevó a cabo porque ese equipamiento se encontraba en Avilés y estaba obteniendo un éxito insoportable para el establishment capitalino, en este caso apoyado desde la Villa de Jovellanos porque también le venía bien poner coto a quien se estaba subiendo a las barbas de todo el mundo como referente de éxito cultural y de atracción turística.
De la misma forma que sostengo que el Gobierno regional socialista que sustituyó a Álvarez-Cascos no sólo siguió la misma estela, sino que la sobrepasó –con aquellas magníficas historias para no dormir como las que nos obsequió el abogado de la Fundación Niemeyer en alguno de los escritos que entregó en el Juzgado avilesino que ¡todavía! sigue instruyendo el caso–, simplemente porque el Centro Niemeyer estaba en Avilés. Y ya se sabe que para la FSA Avilés siempre estuvo muy lejos. La Laboral de Gijón, los ‘convenios’ urbanísticos de Oviedo o los fondos mineros de Mieres (mi pueblo, que conste) nunca merecieron, ni a unos ni a otros, tanta atención. A todos ellos les tocará explicarlo algún día. Soñar, de momento, sigue siendo gratis.
Acabamos de salir de una semana mediombiental tremenda, debido, no a que hayan subido los índices de contaminación, sino a unas condiciones metereológicas que, como bien sabemos aquí, empeoran las condiciones habituales de una ciudad y una comarca industrial. Ha sido una semana curiosa en lo informativo, en la que el Colectivo Ecologista nos ha obsequiado con su parte diario de desastres. Pero curiosamente, el mismo Colectivo Ecologista no ha dicho ni una palabra de la contaminación en Gijón, que tiene unos hornos altos, un sinter y un puerto que mueve carbón y minerales al aire libre. Como tampoco ha dicho ni una palabra del ‘sombrero’ de Oviedo, que se observa a kilómetros de distancia cada vez que nos acompaña la niebla y la ausencia de viento y lluvia.
Misión cumplida para algunos: la prealerta decretada en Avilés por el Principado abrió telediarios como los de Tele 5, que seguramente no tenía suficientes minutos para llenar la escaleta de su informativo con lo que ha sucedido en Madrid, en donde estuvieron a punto de restringir el tráfico rodado y hasta la velocidad de los automóviles debido, como sucedió en Avilés, a las «adversas condiciones metereológicas».
Bueno, pues ahora le toca al ITMA, el Centro Tecnológico de los Materiales abierto en 2005 en Avilés. Izquierda Unida ha decidido que las cosas no se están haciendo bien. Punto. Y hay que revisarlo todo. La campaña coincide, qué casualidad, con un problema interno del ITMA con uno de sus investigadores y su equipo, que llegaron a los tribunales, en donde ganaron –aunque la sentencia judicial no entró en el fondo del asunto en debate, sino que se quedó en cuestiones meramente económicas–. Desde entonces, IU ha entrado en campaña contra el ITMA. Seamos serios: desechemos esa teoría que apunta que el principal investigador afectado en ese desencuentro con lo que es el centro de referencia de Asturias tiene una relación, incluso familiar, con IU y con CC OO.
Yo pretendo ser más serio todavía. Conozco a Gaspar Llamazares desde hace treinta años aproximadamente. Guardo el recuerdo de haber compartido en 1989 una intervención en los estudios de Radio Asturias, en los que los dos coincidíamos en reclamar una investigación a fondo sobre el asesinato del fotógrafo avilesino Alfredo Nuño Rato, ocurrido en 1988 en el portal de su casa de la calle Llano Ponte y adjudicado en su día a la extrema derecha. El seguimiento de su carrera política durante todos estos años me lleva a asegurar que, para mí, estamos ante uno de los políticos más serios y más relevantes de esta comunidad nuestra.
Por eso no acabo de entender que Gaspar Llamazares se haya lanzado a una campaña revisionista de lo que supone el proyecto de futuro más importante que tiene planteado en este momento la ciudad de Avilés, casi me atrevería a decir que de Asturias, y desde luego uno de los más relevantes a nivel mundial gracias a las sinergias que se han creado en el entorno industrial y de desarrollo tecnológico de Avilés.
El ITMA fue creado en 1990, primero como una asociación de empresas y poco más tarde como una Fundación privada sin ánimo de lucro constituida por las principales empresas industriales (25) del Principado y el Gobierno regional a través del Idepa, contando con la colaboración de la Universidad de Oviedo.
Recuerdo que el ITMA fue casi «descubierto» en las páginas salmón de LA VOZ DE AVILÉS-EL COMERCIO de los domingos, a través de un reportaje en el que su presidente, el extraordinario directivo de Ensidesa Carlos Avello, trataba de exponer didácticamente la importancia del centro para el futuro de Asturias.
Pero el ITMA, hoy, es el referente entre los cien centros tecnológicos que existen en España, todos ellos de carácter privado. En contra de lo que defiende IU, su gran fortaleza reside en la innovación y desarrollo (la investigación es más propia de centros públicos como el CSIC), aprovechando la cercanía de empresas que son líderes mundiales en sectores punteros y que necesitan soluciones para muchos de sus proyectos.
El ITMA de Avilés tiene la suerte de estar «al lado» de esos conglomerados industriales, que son los que buscan resolver sus problemas, pero a la vez son los que aportan sinergias que pueden atraer a otras empresas, no sólo para las soluciones tecnológicas que buscan, sino para su implantación en Avilés. Hablamos mucho últimamente de recuperar el talento. ¿Se le ocurre a IU una fórmula mejor de atracción de talento que contar con un centro que está inmerso en el proyecto tecnológico más importante de Europa, el de la Manzana del Acero, y que figura como partner del Centro de Desarrollo Tecnológico más importante de ArcelorMittal en el mundo –a su vez líder mundial de la siderurgia– que es el de Avilés?
Dos datos solamente. Un empresario de la lista Forbes que estuvo a punto de venir al rebufo de la Manzana del Acero acaba de firmar un contrato con el Centro de Desarrollo Tecnológico del País Vasco. 30 millones de inversión local por otros 30 del empresario a diez años. Negocio del automóvil y eólico. ¿Les suena? Otro grupo de aceros especiales está a punto de llegar a Avilés porque aquí, en el ITMA, le aseguran todo un banco de pruebas.
Avilés tiene en este momento un potencial a nivel mundial que no se merece que, de repente, empiecen a plantearse cuestiones que ya quedaron atrás hace años: su condición pública o privada –clara desde su fundación–, la posible integración con otros centros tecnológicos asturianos que ya fue debatida y desechada en 2012…
Gaspar Llamazares, político serio, debería empezar por girar una visita al ITMA de Avilés y ver todo lo que hace y su mundo de posibilidades. A lo mejor luego hay que centrar el discurso de IU.
Publicado el 6 de noviembre de 2016 en La Voz de Avilés-El Comercio