Una postal navideña y un proyecto basado en el comportamiento de las hormigas confirman el cambio de modelo al que debe aferrarse la ciudad y la comarca
Una simple felicitación de Navidad nos acaba de confirmar el cambio de paradigma en el modelo productivo de nuestra región, y más en concreto en el de nuestra ciudad. Efectivamente, la felicitación navideña enviada este año por el presidente de la Autoridad Portuaria de Avilés, Santiago Rodríguez Vega, utiliza un elemento propio y característico del puerto de Avilés: la del barco Rolldock Sea saliendo por la bocana de la ría cargado con cinco fundaciones offshore de las que fabrica el Grupo Daniel Alonso, en dirección a Borkum (Alemania) para uno de los parques eólicos que se construyen en el Mar del Norte. «Embarcamos hacia el futuro», señala el mensaje del presidente portuario.
Casi sin darnos cuenta hemos pasado de la carga y descarga de graneles sólidos como único elemento destacado del puerto comercial de Avilés en los últimos tiempos, a convertirse en uno de los puertos de referencia de Europa por el tráfico de grandes piezas destinadas a nuevos sectores como el eólico, gas&oil o hasta el de investigación cósmica. Y además, sin perder la potencia y el valor de la mercancía que mueven empresas como Asturiana de Zinc.
Nunca se va a insistir bastante en la importancia de que Avilés se vuelque en este nuevo paradigma que nos abre extraordinarias posibilidades de cara al futuro para incrementar el empleo productivo y con él las perspectivas de una ciudad con más riqueza para asentar población e incluso para atraerla. Por eso, en este mismo espacio comentaba el domingo pasado que la propuesta de IU en el Ayuntamiento de Avilés de establecer la renta social va en dirección contraria a las políticas que deben marcarse como objetivo la creación de empleo y riqueza, siempre y cuando la atención a los más necesitados esté cubierta adecuadamente, como sucede en la actualidad en Avilés.
Pero eso no impide, ni mucho menos, que la Corporación se implique en todas aquellas cuestiones que faciliten espacios y proyectos como el del Parque Tecnológico Isla de la Innovación, porque es por ahí por donde demandan las empresas, las grandes y las pequeñas, que se mueva la política local: la de tener claro el modelo y facilitarlo.
ArcelorMittal nos marca también el camino. En primer lugar dejando patente que el movimiento se demuestra andando: en total, casi 500 millones de euros de inversión en Asturias, con una acería LD-III que tras la segunda fase de reforma se puede decir que se estrenará de nuevo, asegurando otro ciclo de 25 años sin problemas, a lo que hay que añadir las nuevas baterías de Gijón y las reformas anunciadas en los hornos. Hay un nuevo contrato de adhesión de ArcelorMittal para que en Asturias se siga aspirando a una producción anual de cinco millones de toneladas.
El líder mundial de la siderurgia tiene en este momento un problema serio: no es capaz de atender la demanda en Europa porque no tiene capacidad para ello, aunque ésta sea una cuestión que llame la atención tras las turbulencias del mercado que se han tenido en los últimos años.
Pero la compañía de la familia Mittal ha sido consciente de que el futuro pasa por otras muchas cosas que poco o nada tienen que ver con la toneladona de toda la vida. Esa la producen en China y más barata. Aquí hace tiempo que se habla del carril con cabeza endurecida –tecnología del centro de I+D de Avilés–, que ha situado el emplazamiento de Asturias como uno de los referentes mundiales en todos los proyectos de nuevas líneas ferroviarias. Lo mismo podríamos decir del alambre que llevan los neumáticos de firmas como Michelin. En suma, productos de distinción.
Por eso no deberíamos perder de vista el último mensaje que ArcelorMittal ha dado en esta ciudad, creando nada menos que una nueva división de su centro de I+D cuyo nombre es toda una declaración de intenciones: Global R&D Avilés Innovation Island Centre. Y lo hace para hablarnos de cosas nuevas e importantes, con un lenguaje que nos desvela el futuro.
Cuestiones como la digitalización, el big data o la industria 4.0 quedan ligadas ya invariablemente a otros conceptos ya puestos en marcha, que poco o nada tienen que ver con la historia que conocíamos hasta ahora. La ‘Acería virtual’ hace tiempo que dejó de ser una quimera, para convertirse en un ente concreto que interconecta todas las plantas de producción, los sistemas y las carteras de pedidos de productos planos, eliminando así las fronteras geográficas y técnicas.
O la posibilidad de detectar los problemas antes de tenerlos, en base a las predicciones de análisis avanzados a través de big data. Con otro objetivo claro: conseguir la mejor calidad posible del producto. Lo mismo que la instalación de plantas de almacenamiento automatizadas, que se traducen en una menor necesidad de existencias y en plazos de producción más cortos, dos factores claves en la cadena de suministro.
¿Quién podía pensar que del centro de I+D de Avilés iba a salir otra respuesta de innovación basada en el estudio del comportamiento de las hormigas? Pues ahí están los resultados, después de que investigadores de Estados Unidos y de España analizaran los movimientos de una hormiga argentina, la ‘Linepithema humile’. El llamado proyecto KLiP es hoy ya una realidad en varias plantas de ArcelorMittal en todo el mundo y fue una tecnología de programación desarrollada en el Centro de I+D de Avilés que ya se utiliza en la programación de las líneas de galvanizado de la factoría avilesina. La tecnología KLiP tiene por objetivo optimizar los costes de programación de las líneas de producción, así como incrementar su productividad. Tradicionalmente, los sistemas de programación en la industria del acero se han enfocado al cálculo de secuencias factibles; esto es, que respeten todas las restricciones y reglas de programación. KLiP fue un paso más allá y además de calcular secuencias óptimas, de entre todas las posibles calcula aquellas que minimizan las pérdidas (calidad, material, incidencias, etc.).
El Centro de I+D creó un sistema de programación de producción que utiliza algoritmos de inteligencia artificial inspirada en la naturaleza. Se basa en el estudio de cómo las hormigas exploran el exterior en busca de alimento y vuelven al nido. Hay diferentes tipos de hormigas (exploradoras, peones, e incluso algunas son ciegas), pero todas ellas usan feromonas para asegurar el camino más corto y al final convergen hacia la línea recta, optimizando su ruta. Del estudio de ese comportamiento surge esta tecnología que se ha implementado ya en varias líneas de producción de ArcelorMittal y que marca la diferencia frente a sus competidores en términos de productividad, calidad y rendimiento.
Todo lo anterior sirve para llamar la atención sobre la importancia de que la ciudad, todos sus estamentos, toda la sociedad en general, «acompañe» a ese cambio de paradigma que nos obliga a todos, porque de engancharnos desde el primer momento a ese nuevo modelo va a depender el futuro económico y laboral de una ciudad y una comarca que se encuentra en inmejorables condiciones para alcanzar el éxito por esa vía.
Publicado en La Voz de Avilés el día 17 de diciembre de 2017