Infraestructuras y problemas laborales de Avilés pasan de largo mientras la izquierda municipal plantea una queja formal a Estados Unidos por la capitalidad de Jerusalén
Se acaban de cumplir veinticinco años de la inauguración oficial de la Variante de la N-632 (Ribadesella-Canero). Fue el 16 de diciembre de 1992 cuando se completó el proyecto. Un año antes se había abierto el primer tramo entre Llaranes y La Vegona, de 6,580 kilómetros, y en la fecha citada se procedió a la inauguración oficial del segundo tramo entre La Vegona-Vegarrozadas, de 4,533, completando así los 11,113 kilómetros definitivos.
Las fechas y los datos me los recuerda Juan Wes, que los tiene grabados en la memoria porque como director de este periódico le tocó fijar la Variante como uno de los proyectos que más quebraderos de cabeza ha provocado en esta ciudad. Llamada a sacar el tráfico de los cascos urbanos de Avilés y Castrillón, la Variante pronto se dibujó como un proyecto incompleto y con muchas carencias, con una siniestralidad que la situó como uno de los puntos negros de este país en cuanto al tráfico rodado se refiere. Un pésimo diseño de seguridad vial, que se tardó años (!!!!) en rectificar, provocó nada menos que 39 muertos y 32 heridos graves en sus primeros siete años de servicio. La cifra final de muertos se elevó a 58 hasta el año 2013.
El Ministerio de Fomento, con Francisco Álvarez-Cascos de titular, hizo en 1998 la reforma adecuada, convirtiendo la Variante en una vía rápida, con una velocidad de 100 kilómetros/hora, pero a la vez dotándola de una raya continua que evita los adelantamientos en todo su recorrido, salvo en los tramos de doble vía. Afortunadamente los siniestros se redujeron prácticamente a cero o a cifras poco significativas. Posteriormente, la apertura de la Autovía del Cantábrico sirvió para reducir considerablemente todo el tráfico pesado.
Mientras tanto, sigue pendiente la cesión por parte de Fomento al Ayuntamiento de Avilés del tramo urbano de la N-632, primero con la disculpa de la autovía y más tarde con la de la Ronda Norte.
Pero los veinticinco años de la Variante nos recuerdan que, junto con la Arteria del Puerto (abril de 1992), ésta ha sido la única obra de la red vial que se ha llevado a cabo en Avilés, lo que sin duda constituye un gran fracaso de la administración socialista local y un irresponsable olvido de la central, que con la crisis como excusa, simplemente se ha olvidado de Avilés.
Ahí sigue escondido en un cajón el proyecto de la conexión con la Autovía del Cantábrico por la Cruz de Illas a través de un vial nuevo que evite el paso por La Carriona, lo mismo que la rotonda de enlace con la Variante en esta misma zona o el remate de la Travesía de la Industria, otro ‘escorial’ que nos persigue. Y qué decir de la Ronda Norte, con una serie de comportamientos políticos que causan sonrojo. De otras infraestructuras –las relativas a la red ferroviaria–, mejor no hablamos. No nos flagelemos más.
Menos mal que por fin se ha acometido la fase final del enlace de la antigua Y con el PEPA, después de que unos técnicos se hubiesen ‘olvidado’ a la hora de diseñar el trayecto de la existencia de una torre de alta tensión que da servicio a las instalaciones de ArcelorMittal.
Todo lo anterior debería provocar un «basta ya» de la Corporación municipal, de la sociedad avilesina en general, la tercera ciudad de Asturias, que ha estado históricamente relegada primero, y que luego ha dado una lección de prudencia frente al acaparamiento –no exento de un cierto aldeanismo– de otros.
Avilés debe plantarse ya ante las administraciones regional y central, a las que hay que hacer llegar la exigencia –sí, exigir, como hacen otros– de que solucionen ya asuntos que llevan años planteados. ¿Por qué el ministro de Fomento tiene prisa en explicar cada vez que viene a Asturias que «lo de Gijón» o «lo de Langreo» ya está en marcha, olvidándose de que Avilés lleva más de veinticinco años esperando que Fomento dé solución a sus problemas? ¿Cuál es la receta? ¿Empezar una campaña de protesta y queja permanente como hace la alcaldesa de Gijón? ¿Salir a la calle como han hecho en Murcia, con destrozos incluidos y cortes de tráfico ferroviario de más de veinte días, para que rápidamente el Gobierno haya aceptado el soterramiento de las vías del AVE que había planteado la ciudad?
Uno no está pidiendo una revuelta callejera, pero desde luego sí un «basta ya» enérgico, en vista de que aquí todo el mundo va a lo suyo, sin que importe mucho si el país se puede permitir gastos multimillonarios para solventar desaguisados pasados. O de si es admisible que se resuciten los frustrantes y anacrónicos localismos.
A uno le hace mucha gracia que ArcelorMittal haya anunciado a bombo y platillo la constitución del Consejo de Relaciones con la Comunidad (CRC) de su factoría de Gijón, integrado por tres representantes de la dirección de la compañía, un representante del Ayuntamiento de Gijón, otro de la Universidad de Oviedo y representantes de varias asociaciones de vecinos. El CRC de Gijón es un órgano propuesto por ArcelorMittal Asturias «para la coordinación de sus relaciones con sus grupos de interés y análisis de las expectativas del entorno de su factoría de Gijón, especialmente en lo referente al ámbito del impacto de su actividad en el medio ambiente». No deja de ser curioso que algunos hayan descubierto en Asturias la contaminación ahora, cuando Ensidesa lleva en Avilés desde 1950 y nunca tuvo un trato tan deferente. Habrá que volver a esta historia con más detalles.
Mientras tanto, en Avilés, frente a los rimbombantes discursos del Gobierno de Mariano Rajoy, la crisis sigue atenazando a muchas empresas y quienes están pagando los platos rotos, como siempre, son los trabajadores. Dos conocidas empresas del sector servicios –omito sus nombres para que no haya represalias internas– están dejando de pagar a sus trabajadores, con unas actitudes de sus empresarios que rayan con lo delictivo. Personas que llevan entre tres y cinco meses sin cobrar (¿alguien se imagina el calvario de esas familias?), mientras el empresario les da largas, pese a que la situación está generada más por su incompetencia que por problemas del mercado, que en uno de los casos es más que boyante.
Estaba dándole vueltas a estas dos reflexiones, la de las infraestructuras y la de los problemas laborales en la ciudad, cuando me llega por correo electrónico la moción conjunta presentada por los grupos municipales de Somos/Podemos, Ganemos e IU para su debate en el Pleno del Ayuntamiento de Avilés de la próxima semana.
Ante la última decisión tomada por el presidente de Estados Unidos de reconocer Jerusalén como capital de Israel (un hecho condenado en la asamblea general de Naciones Unidas por 128 países esta misma semana), la moción plantea que el Ayuntamiento de Avilés inste al Gobierno de España, entre otras cosas, a que reconozca el Estado de Palestina y que el Ayuntamiento muestre su queja por escrito ante la embajada de los Estados Unidos en España por la decisión tomada en relación a la capitalidad de Jerusalén.
Uno no sabe si avisar a esa anomalía mundial llamada Donald Trump de que empiece a temblar en caso de que la moción avilesina salga adelante; o si preguntar a los responsables de esta izquierda que nos venía a salvar a todos con sus políticas si viven en Avilés y les preocupan sus problemas.
Publicado en La Voz de Avilés-El Comercio el días 24 de diciembre de 2017