Por primera vez el partido avilesino sale destrozado de un congreso local. Sus anteriores crisis siempre se habían producido en el ámbito de actuación del grupo municipal
No creo equivocarme si afirmo que Mercedes Fernández ha batido un récord en su propio partido e incluso en la política española: el de organizar un congreso de una agrupación local para salir de él con el partido destrozado. Sin matices: destrozado. Todos los congresos de las formaciones políticas concluyen dejando pelos en la gatera como se suele decir, porque al final siempre va a haber una parte que no ve cumplidas sus expectativas ni en cuanto a representación en los órganos directivos ni en el tipo de directrices marcadas hasta el cónclave siguiente.
En el caso del congreso del PP de Avilés celebrado el pasado sábado no ha habido matices, simplemente el partido ha quedado roto en dos partes tan irreconciliables que en cuestión de horas se saldó con la mitad del grupo municipal del Ayuntamiento de Avilés fuera del partido, tres de seis, y un goteo de bajas de militantes.
Problemas internos han tenido y tienen todos los partidos. Aquí, en Avilés, el PSOE podría hablar de los suyos, lo mismo que Izquierda Unida, por no irnos más atrás y recordar lo que sucedió con UCD y el CDS, o más recientemente con Ciudadanos. De la marca de Podemos, Somos, se sabe poco, pero a nivel nacional ya nos han dejado claro que en poco tiempo se han hecho expertos en purgas internas como bien saben apellidos relevantes que figuraron en el equipo fundacional.
En el caso del PP hay que decir que casi nunca tuvo descanso, ni siquiera cuando alcanzó la alcaldía con Agustín González. Su crisis más aguda la vivió en 1987, cuando el diputado avilesino Emilio Bretón, padre de la actual concejala Ana Bretón, pidió en la Junta General del Principado que se le retiraran las competencias urbanísticas al Ayuntamiento de Avilés por el falso «escándalo» de La Curtidora. Aquella injerencia clara de la dirección regional –Isidro Fernández Rozada se desgañitó durante meses al lado de los que les interesó mantener vivo el «escándalo» a nivel regional–, se saldó con la renuncia de tres concejales, Abando, Hurlé y Domínguez Gil, más la del presidente Pedro Solís –el mejor presidente de la historia del PP–, justo en el momento en el que el partido estaba en condiciones de aspirar a la alcaldía y desbancar al PSOE.
Más adelante, la también portavoz municipal Concepción Álvarez Ordóñez acabaría en el grupo mixto por negarse a transigir con otra injerencia regional, en este caso por la compra del Palacio de Camposagrado. El mandato de Agustín González al frente de la Alcaldía concluyó con dos de sus concejales en el Grupo Mixto. Otro portavoz, Manuel Peña, fue cesado por protestar la decisión personal de Joaquín Aréstegui de promover a Carmen Maniega como diputada nacional. Y ya más recientemente, la dirección regional impuso su candidato a las últimas municipales, Carlos Rodríguez de la Torre, sin consultar a las bases, en lo que constituyó un desaire en toda regla a la agrupación local, no sólo a su dirección.
Pero como se observa, los problemas del PP siempre se habían generado hasta ahora en el ámbito de actuación del grupo municipal, desde luego nunca tras un congreso, que es la abismal diferencia cuando se trata de analizar lo que acaba de suceder. Lo nunca visto: un congreso que se cierra con una crisis muchísimo mayor que la que supuestamente se trataba de corregir tras el paso de una junta gestora impuesta y un proceso electoral lleno de dudas. Mercedes Fernández, no sé si adivinando lo que se le venía encima o en un gesto de amabilidad, dijo el sábado que en esta ocasión el mérito de la organización y las riendas del congreso le correspondían al secretario general más que a ella.
El secretario general del PP, Luis Venta, es ese responsable que un día llegó a Avilés para decir en rueda de prensa que todo estaba mal en el partido local, hasta el punto de que no tenía dinero en la caja y encima tenían una cuenta bancaria que no estaba permitida por los estatutos del partido. Fue una periodista de LA VOZ DE AVILÉS, Yolanda de Luis, la encargada de decir la verdad y sacarle los colores: efectivamente, no había dinero porque entre él y el gerente del PP regional se habían encargado de vaciar la caja. Y meses más tarde, la otra caja, la del dinero que recibe el grupo municipal en el Ayuntamiento fue vaciada por el portavoz impuesto, Carlos Rodríguez de la Torre, que sin contar con la segunda firma obligada para hacer cualquier movimiento, se llevó a la oficina de Liberbank de Salinas –lejos de la central de Avilés, donde se tenía abierta la cuenta– a Ana Bretón y la nombró su «ayudanta particular» para este caso y traspasaron al partido regional hasta el último euro, dejando en la caja las telarañas. (Por cierto, el PP tiene que devolver el dinero recibido por el Ayuntamiento de los años 2015 y 2016 por haber utilizado el dinero en cuestiones del partido y no del grupo. Y todavía no lo ha devuelto).
A partir de ahí todo el mundo sabía lo que iba a pasar: una gestora que laminara a la anterior dirección –lo de Carmen Maniega era ya insoportable para la presidenta regional, en algún caso no sin razón– e imposición de un presidente, intentando darle un barniz democrático a través de un congreso. Y mientras tanto, una gestión encaminada a silenciar o a cansar a los tres concejales veteranos del PP, que pronto padecieron una forma de actuar del presidente y sus tres ediles afines, que resumirían con una frase: «haz lo que yo te digo, pero no lo que yo hago». Y en contraste con la actuación de rebeldía de los meses anteriores de Carlos Rodríguez de la Torre, Ana Bretón y Reyes Hurlé, que encima presumieron del apoyo de Mercedes Fernández.
Lo demás es historia reciente. Pedro de Rueda, un diputado regional de Gijón sin apenas experiencia política y mucho menos en la de Avilés, en donde ni siquiera había trabajado, es nombrado presidente de esa gestora y él mismo anuncia que en ningún caso llega para ser candidato. Al final, falso. Pero es que además protagoniza una de las primeras irregularidades de este congreso cuando anuncia que presenta su candidatura para dirigir el partido y sigue como presidente de la gestora, en un caso flagrante de actuación aprovechada, como juez y parte, independientemente de lo que digan los estatutos del partido.
A partir de ahí, lo sabido: toque a rebato para meter en el congreso a decenas de personas que vinieron de fuera o se inscribieron en direcciones falsas, aunque luego un juez, ante la denuncia del otro candidato, Alfonso Araujo, no entrara en esas cuestiones. Es llamativo el «poder de integración» de la colonia sudamericana y más en concreto la venezolana, con familias enteras votando el sábado. Todo tiene truco: Brandon Guarín Ocampo y Claudia Navas Mantilla, responsables de la Asociación de Inmigrantes sin Fronteras, forman parte de la nueva ejecutiva popular avilesina y ellos se encargaron de procurar un buen número de votos para el candidato Rueda, aunque alguno tuviera dudas de cómo se llegaba a Avilés por carretera. Un partido roto tras un congreso sí que es una novedad para el PP de Avilés. Pero no es difícil aventurar que este serial tendrá nuevos capítulos. Un vaticinio: esperen a que llegue el reparto de cargos y la composición de las listas de las próximas locales y autonómicas.
Publicado en La Voz de Avilés-El Comercio el día 11 de marzo de 2018