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José María Urbano

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EL MERCADO INDUSTRIAL DEL SIGLO

O Asturias se sube al tren de la innovación que exige la lucha contra el cambio climático o habrá más Alcoas y más subsidiariedad

«La lucha contra el cambio climático es el mercado industrial del siglo, lo que hace falta es pedagogía para explicarlo».

La frase es del aeronauta Bertrand Piccard (Lausane, Suiza, 1953) y forma parte de la amplia entrevista que acaba de conceder al diario francés La Tribune para tratar de desentrañar las claves del cambio climático y la descarbonización. Piccard es ese hombre inquieto que en 1999, en compañía del británico Brian Jones, completó la primera vuelta al mundo en globo aerostático sin escalas en 19 días. Y que en 2016 realizó la circunnavegación del globo terrestre en un avión solar valiéndose solo de la energía solar fotovoltaica. Piccard estableció dos fases de su proyecto Solar Impulse. Primera, dar la vuelta al mundo en un avión solar para dar credibilidad a las energías renovables y las tecnologías limpias. Segunda, mostrar que las tecnologías existen para proteger el medio ambiente, mejorar la calidad de vida, ayudar a combatir el cambio climático y al mismo tiempo ser rentables. Para ello creó la Alianza Global de Soluciones Eficientes con la idea de aportar 1.000 soluciones. Millar y medio de empresas ya se han adherido a la propuesta.

Y éste podría ser su ‘catecismo’. «Las empresas se han dado cuenta de que la lucha contra el cambio climático se ha vuelto rentable. Lo que necesitan son estrategias claras para predecir dónde y cuándo invertir». O también: «Se necesita un marco legal ambiental y energético para alentar a las empresas a descarbonizar su producción».

Algo parecido han pensado en Estados Unidos, en donde a pesar de la ‘anomalía’ Donald Trump y su teoría casi negacionista sobre el cambio climático, 125 ciudades, nueve estados, 902 compañías y 183 universidades lanzaron la iniciativa ‘We Are In In’, confirmando sus compromisos para lograr un récord de instalación de energías renovables.

Si volvemos la vista a Europa, la patronal Eurofer (Asociación Europea del Acero), que engloba a 500 centros de producción en veintidós estados, que dan empleo a 320.000 trabajadores y que factura 170.000 millones de euros, presentó un documento de debate bajo el título ‘Plan maestro para la cadena de valor europea de acero con bajo contenido de carbono», con el objetivo de unir en el mismo compromiso a la industria siderúrgica europea, instituciones de la UE y los estados miembros. Y ofrece pistas sobre el camino a seguir para reducir las emisiones de CO2: el reciclaje (el acero es 100% reciclable y por lo tanto clave en la economía circular), uso interno de los gases de las plantas de acero, sustitución parcial del carbón por gas natural o biomasa, o utilización de hidrógeno producido a partir de fuentes renovables… Para ello, Eurofer calcula que habría que disponer de unos fondos de 10.000 millones de euros hasta 2030/35.

España, a la espera

A la espera de esa labor pedagógica indispensable, la semana nos ha deparado el fracaso de la subasta eléctrica convocada por el Gobierno de Pedro Sánchez y la ministra Teresa Ribera. Un gran fracaso para las grandes empresas electro intensivas asturianas, ArcelorMittal, Alcoa y Asturiana de Zinc, que el mismo martes –tal y como desveló este periódico– trasladaron su malestar al Gobierno central y al del Principado tras comprobar que lo que van a recibir por el servicio de interrumpibilidad en el próximo semestre va a ser inferior en un cincuenta por ciento a lo que percibían hasta ahora.

Mientras tanto, estas empresas ‘energívoras’ siguen esperando por lo que es un clamor desde hace años: una tarifa eléctrica competitiva y predecible. De momento, ni una cosa ni la otra. La industria española tiene un sobrecoste eléctrico de 450 millones de euros respecto a Alemania, según datos de la patronal española AEG, que engloba a todos los sectores industriales. El precio medio diario del megavatio en España en este año de 2018 ha sido de 57 euros; en Alemania, 44,2; y en Francia, 50,1. La diferencia con Alemania es de 13 euros. Pero es que respecto a 2012, el precio en España del megavatio se ha incrementado en 9,8 euros (de 47,2 a 57), mientras que en Alemania ese incremento ha sido de tan solo 1,6 euros (de 42,6 a 44,2).

¿Y qué nos está pasando en Asturias, aparte de ser la gran perjudicada en la subasta eléctrica? Pues, al margen de Alcoa –¡vaya disculpa gratis que se le ha puesto en la mano para su anunciado cierre de Avilés y Coruña!–, también asistimos a cosas curiosas.blog-id-arcelor

Eurofer recomienda, al menos para la transición energética, la utilización del gas el proceso siderúrgico. Pues bien, ArcelorMittal presentó un proyecto de 230 millones de euros para aprovechar los gases de los hornos de la planta gijonesa. Xixon Si Puede (Podemos de Gijón) y Colectivo Ecologista mostraron sus reticencias. Otro ejemplo: ArcelorMittal anunció en 2015 el proyecto para construir unas baterías nuevas en Gijón, las más modernas de Europa, por unos 150 millones de euros, que además van a suponer el cierre definitivo de las baterías de cok de Avilés, uno de los elementos más contaminantes de la ciudad. Cinco años después, en 2020, es posible que las pueda abrir tras superar todos los requerimientos administrativos, incluidas las trabas acostumbradas en esta región.

Innovación en Asturias

Este miércoles, Gaspar Llamazares (IU) y Lorena Gil (Podemos) se manifestaron ante la entrada del ITMA en Avilés (16 manifestantes en total, de ellos 8 trabajadores) en protesta por la fusión prevista entre el ITMA y Prodintec, un proyecto que no afectará a las condiciones laborales de los trabajadores (está por escrito) y que se configura como una buena solución para intentar hacer un centro de investigación tecnológica muy potente en Asturias que dé servicio a las empresas y consiga proyectos incluso internacionales, con el horizonte cercano de incrementar considerablemente la plantilla. Llamazares y Gil, que no conocen ni siquiera las instalaciones del ITMA, al menos el primero, desconocen seguramente también que en el PEPA ya se ven coches del centro de investigación tecnológica de Galicia, con 300 trabajadores, o que el del País Vasco tiene 1.500 y ante esa fuerza no se puede competir desde Asturias. El Parque Tecnológico Isla de la Innovación de Avilés cuenta ya con la Manzana del Acero gracias a la presencia del Centro de I+D de ArcelorMittal, la impresionante máquina tractora del I+D en esta región, un referente mundial, que cuenta con la colaboración del ITMA. ¿Sabrán los políticos más que los técnicos de cómo se gestionan estos centros, aunque tengan el apoyo público? Técnicos como el asturiano Nicolás de Abajo, que coordina los trece centros de I+D que ArcelorMittal tiene repartidos por el mundo, que buscan, entre otras cosas, nuevos productos y nuevos procesos de fabricación que ayuden precisamente a la descarbonización del mundo del acero. O como Íñigo Felgueroso, director general del ITMA, con una dilatada experiencia detrás, que acaba de ser elegido tesorero de la nueva junta directiva de la Federación Española de Centros Tecnológicos (Fedit) que preside desde el martes Carlos Calvo.

Como los datos sólo se pueden rebatir con datos –lo contrario sería argumentación filosófica–, conviene reseñar que Asturias dedica el 0,74% del PIB a innovación, mientras la media en España se sitúa en el 1,19%. Para converger con esa media nacional, Asturias debería invertir entre empresas y centros del conocimiento 100 millones de euros más al año, y si quisiéramos igualarnos a Europa, 300 millones más. Son datos del reciente informe de Fade, a cuyo presidente se le podrán discutir a lo mejor las formas o la oportunidad de alguna intervención, pero es indudable que ha puesto el dedo en la llaga ante una clase política complaciente en general.

Nadie puede entender que los presupuestos del Principado contemplen una bajada espectacular en la cifra de inversión respecto a los años anteriores a la gran crisis; o que después de ese periodo haya crecido el número de funcionarios, que son la clase más protegida de esta sociedad, con un puesto de trabajo «para toda la vida», incentivos como el de la carrera profesional, reivindicación de las 35 horas semanales y ahora petición de hasta un contrato relevo a los 61 años. Mientras, en el resto del país, y nada digamos en Asturias, desde 2008 hasta el día de hoy las empresas y sus trabajadores solo han tenido recortes de plantilla, congelación salarial y en muchos casos hasta bajada de sueldos. Hace casi unas horas, en el sector de los supermercados se acaba de desconvocar una huelga tras conseguir los trabajadores un aumento salarial de ¡50 euros al mes! para ver si así llegan a los 1.000 mensuales tras jornadas de trabajo interminables.

Asturias tiene que cambiar y no porque lo diga la Fade, sino porque si no se reacciona, si no se aprovechan todas las fortalezas existentes, que son muchas, para subirse al tren de ese mercado industrial del siglo que supone la lucha contra el cambio climático, esta región va camino de la subsidiariedad más absoluta y la desertificación industrial. Habrá más Alcoas, que no lo dude nadie

Bertrand Piccard se despide así: «Hay que dar esperanza, pero no una esperanza engreída y utópica, sino una esperanza basada en soluciones concretas».

Sería bueno hacerle caso.

 

Publicado en La Voz de Avilés-El Comercio el día 16 de diciembre de 2018

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Sobre el autor

José María Urbano. Periodista. ExJefe de Redacción de La Voz de Avilés-El Comercio. Columnista de este periódico y director de AsturiasInnova+, el proyecto de divulgación de la innovación, la ciencia y la tecnología adscrito al Grupo El Comercio (Grupo Vocento). El relato de los hechos y los fundamentos de la opinión sólo pueden tener su base en el poder de los datos. En un mundo en el que imperan los clics, los shares, las notas teledirigidas, las ruedas de prensa sin preguntas y las declaraciones huecas en busca de un titular, hay que reivindicar el periodismo hecho por profesionales. Política, economía, cultura, deportes... la vida en general, tienen cabida en este espacio que pretende ir más allá de la inmediatez, la ficción y el ruido que impera apoyado en las redes sociales. El periodismo es otra cosa.


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