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José María Urbano

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ÁREA METROPOLITANA

La experiencia nos dice que el nuevo intento del Principado por configurar un espacio admitido por la ciudadanía no saldrá adelante por los intereses partidistas

El intento del actual Consejero de Infraestructuras, Ordenación del Territorio y Medio Ambiente, Fernando Lastra, de echar a andar el Área Metropolitana de Asturias merece, como ya se ha publicado en este espacio, un aplauso general porque de su mano ha surgido el intento más consistente sobre este asunto desde que se iniciaron los primeros pasos de su planteamiento, prácticamente en el inicio de la nueva etapa democrática.

Más de cuarenta años después no ha sido posible dar forma a la aglomeración metropolitana donde vive y se desplaza diariamente a trabajar, estudiar o relacionarse aproximadamente el 85 por ciento de la población regional, que concentra también el 85 por ciento de su actividad económica y que por su volumen demográfico ocupa el séptimo lugar de las áreas metropolitanas españolas y el noveno de la Península Ibérica. Una configuración que funciona con normalidad en Europa, con ejemplos como el del cinturón metropolitano de Londres, área metropolitana de París, la de Moscú, la Región Rin-Rhur o la de Madrid, por poner solo algunos ejemplos significativos.

Parece de sentido común que determinadas políticas y servicios atiendan espacios y territorios más amplios que los de las ciudades o villas de forma individual. Por eso a nadie debería extrañarle que esa figura del área metropolitana amparara, como se ha definido ya, competencias en ámbitos de cohesión social, planificación territorial y urbanismo, movilidad, transporte, gestión de residuos, suministro de agua, medio ambiente, vivienda social, infraestructuras y promoción económica en general.

Durante años se han hecho intentos continuados por trasladar esta realidad a la ciudadanía en general a base de abrir debates importantes, con ciclos de conferencias, informes o declaraciones de responsables municipales en esa línea. Al final todo ha sido en vano, porque lejos de ir consiguiendo una aproximación hacia la consecución de esa idea, lo que se ha generado es un mayor espacio para esos localismos que son producto de ese afán de los ‘virreyes’ territoriales por cuidar de su parcela en exclusiva.

De poco ha servido que desde los medios de comunicación principalmente se haya insistido en la necesidad de establecer esa aglomeración metropolitana en un momento en el que la Unión Europea no solo lo recomienda, sino que lo «premia» con generosos apoyos económicos a proyectos que atienden cuestiones tan concretas como la renovación de una flota de autobuses urbanos.

Por primera vez, es cierto, la configuración de esa idea ha sido aprobada inicialmente por los ayuntamientos de Gijón, Avilés, Siero, Mieres y Langreo, pese a la negativa de Oviedo, en lo que constituye un tremendo error de cálculo en todos los sentidos porque supone tanto como renunciar a su propia importancia como capital del Principado. Ya en su día el anterior alcalde, Gabino de Lorenzo, dio un portazo al Consorcio de Transportes de Asturias (CTA), en una decisión que al final pagaron los usuarios ovetenses hasta que llegó la rectificación.

Pese a la declaración de buenas intenciones de los responsables municipales de los ayuntamiento adheridos a los primeros pasos de ese área metropolitana impulsada por Lastra, nada nos invita a pensar que la idea se va a ver al final coronada por el éxito. Al revés, un somero análisis de nuestra realidad nos indica que el actual estado de cosas en la política nacional, regional y local impedirá cualquier avance o echará por tierra, más pronto que tarde, cualquier iniciativa. Bastará con que alguien se sienta mínimamente desplazado ante cualquier decisión o atisbe que en un momento determinado otro espacio que no sea el «suyo» se vea más beneficiado por alguna de las medidas que se adopten para que empiecen las críticas, de ahí se pase al desencuentro, poco después al rifirrafe dialéctico y finalmente a la hibernación.

Avilés puede servir de ejemplo. Posiblemente haya sido la ciudad y la comarca que más ha debatido sobre las ventajas de sumar un espacio territorial superior a los 120.000 habitantes, en el que las barreras «fronterizas» son simplemente inexistentes porque todo el territorio es un continuo que los ciudadanos comparten con absoluta naturalidad.

¿Se podría decir que ha habido avances en esa idea de comarca? Rotundamente no. Es más, se han dado pasos atrás significativos y hasta dolorosos. La política, los políticos y sus partidos lo han inundado todo, de izquierda a derecha, sin importarles ni la idea ni las consecuencias de algunas de sus decisiones y posturas. Con situaciones tan sangrantes como la imposibilidad de haber alcanzado un acuerdo después de años para que estuviese ya funcionando la Ronda Norte, cuyo principal objetivo es sacar el transporte rodado fuera del centro de la ciudad de Avilés, y a la vez disminuir en aproximadamente un cincuenta por ciento la contaminación atmosférica. Se podrían poner decenas de ejemplos de ese lastre político que lo invade todo, mientras el ciudadano y organizaciones como el Área Sanitaria III, la Cámara de Comercio o los sindicatos no sólo son un ejemplo de funcionamiento lógico en una comarca amplia, sino que observamos cómo poblaciones como Cudillero o Pravia no pierden la ocasión de reclamar su inclusión en este área –caso de la segunda respecto a la Cámara de Comercio de Oviedo, o de no sentirse incluida en Occidente, sino en Avilés, por parte de la primera–.

Por eso digo que existen muy pocas esperanzas de que la configuración del área metropolitana que ha impulsado el Principado y que defienden empresarios, sindicatos y en general toda la sociedad civil, vaya a concretarse en algo efectivo. La política, los políticos, lo van a impedir.

 

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Fiestas de Antroxu

Las fiestas del Antroxu avilesino han brillado con luz propia y hay una coincidencia general en que la programación ha sido buena, dando como resultado una mayor participación en todos los actos y una mayor animación en la calle, de lo que se ha aprovechado fundamentalmente la hostelería por un lado y la propia imagen de la ciudad por otra. Sí, sí, el tiempo acompañó, que no decaiga la llamada «teoría aresteguiana» sobre festejos: si es un éxito en la calle siempre es gracias al buen tiempo.

Lo que es indudable es que la oferta musical, por ejemplo, fue del agrado de todo el mundo, con un espectáculo como el de Remember Queen –y no fue el único– que es de lo mejor que se ha ofrecido como espectáculo musical en los últimos tiempos. La recuperación definitiva del Descenso de Galiana, con más artilugios y con una mayor calidad, también es digna de resaltar. El Antroxu avilesino es una pieza muy importante en la promoción de la ciudad y seguramente lo único que necesitaría sería algo más de dinero para poder competir en el capítulo de premios de los concursos con ciudades que ese aspecto sí llevan ventaja. Por lo demás, un buen trabajo del área de Festejos.

Publicado en La Voz de Avilés-El Comercio el 10 de marzo de 2019

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Sobre el autor

José María Urbano. Periodista. ExJefe de Redacción de La Voz de Avilés-El Comercio. Columnista de este periódico y director de AsturiasInnova+, el proyecto de divulgación de la innovación, la ciencia y la tecnología adscrito al Grupo El Comercio (Grupo Vocento). El relato de los hechos y los fundamentos de la opinión sólo pueden tener su base en el poder de los datos. En un mundo en el que imperan los clics, los shares, las notas teledirigidas, las ruedas de prensa sin preguntas y las declaraciones huecas en busca de un titular, hay que reivindicar el periodismo hecho por profesionales. Política, economía, cultura, deportes... la vida en general, tienen cabida en este espacio que pretende ir más allá de la inmediatez, la ficción y el ruido que impera apoyado en las redes sociales. El periodismo es otra cosa.


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