He dejado pasar unos días para cumplir con la obligación de dar las gracias. Decía Cicerón que “no hay deber más necesario que el de dar las gracias” y en este caso el deber se mezcla con un sentimiento de gratitud hacia todas las personas que han participado en la edición de mi tercer libro, ‘Dame buenas noticias’, y hacia las 217 que el lunes me acompañaron en el primer acto de presentación.

Las instalaciones del Hotel 40 Nudos-La Serrana se situaron al borde de su máxima capacidad para albergar a todas las personas que acudieron a ese acto. Tanto el editor del libro, Benjamín Lebrato, de Ediciones Nieva, como yo mismo nos vimos obligados a limitar el acceso a esta primera presentación simplemente por un problema de espacio. No cogía nadie más. Por eso habrá más oportunidades para presentar la reflexión y el mensaje de un libro que pretende exponer con datos la situación general de Avilés y de Asturias, pero a la vez lanzar un mensaje de moderado optimismo -dentro del relativo optimismo que nos deja un mundo tan complejo como el que nos toca vivir, aunque en todo caso jamás nos podremos permitir el lujo de caer en la melancolía- basado en las indudables fortalezas que tenemos como región.

Las 217 personas que acudieron el lunes a la presentación del libro -salvo la media docena que se apuntaron ellas solas en un ejercicio de mala educación y de intento de exhibicionismo- fueron y son personas muy cercanas a mí, que me ayudaron y se convirtieron en mis mejores fuentes de información en los cuarenta y cinco años de profesión como periodista. Por eso estaba en deuda con ellos y por eso ellos tenían que ser los primeros en descubrir la historia y el mensaje de este ‘Dame buenas noticias’. Un acto sin ningún tipo de protocolo -entre amigos nunca hay protocolos-, en el que todos participamos de un acto de reflexión sobre nuestra región, nuestros problemas, nuestras fortalezas y las que deben ser las aportaciones individuales de cada uno para colaborar en esa tarea colectiva de conseguir para todos una sociedad más justa, más solidaria, y en la que el bienestar general sea el gran objetivo.

Gracias a todos los que estuvisteis, empezando por mis “presentadores”, Marcelino Gutiérrez, director de El Comercio-La Voz de Avilés, y Guillermo Ulacia, presidente de Femetal. Gracias a Soledad Saavedra, viuda de Vicente Álvarez Areces, y a Juana Mari Esparta, viuda de Manuel Ponga Santamarta, por acudir a una cita en la que de forma personal yo quise brindarles un homenaje por un doble sentimiento de gratitud, por sus aportaciones a Avilés y a Asturias, y por haberme distinguido con su amistad. Y gracias a Mariví Monteserín, alcaldesa de Avilés, y a Teresa Sanjurjo, directora de la Fundación Princesa de Asturias, por haberlas acompañado y arropado.

Gracias a Fernando Arias y a su equipo del Hotel 40 Nudos-La Serrana por haber querido cedernos de forma extraordinaria el mismo escenario en el que hace veinte años presenté mi primer libro, ‘Avilés, una comarca ante el 2000’.

Y gracias infinitas a los 217 que disfrutaron conmigo de una jornada inolvidable.

Habrá más presentaciones, las que hagan falta, para que nadie se sienta relegado en la reflexión y el mensaje que se lanza con la edición de este libro. El próximo día 24 de este mes de abril, en el mismo escenario del Hotel 40 Nudos, me tocará participar en un ciclo sobre Avilés, ocupándome en mi conferencia del apartado de la Industria, por invitación del Aula Cultural de La Serrana. Creo que me inclinaré más por hablar de la del presente y de la del futuro. Y seguramente de “otras industrias” que no son solo las clásicas como las que conocemos habitualmente en nuestra ciudad. Y será un buen momento para presentar de nuevo el libro.

Sé que el editor, Benjamín Lebrato, está organizando otras presentaciones de ‘Dame buenas noticias’ en Oviedo y en Gijón.

Todo sea por aportar, humildemente, una reflexión y un mensaje en esa tarea colectiva, insisto, que nos atañe a todos para conseguir el bienestar general de todos los ciudadanos.

Hoy lo que quería era dar las gracias a los que hicisteis del lunes una jornada inolvidable.

Gracias, muchas gracias.