Los datos de las elecciones locales en Avilés deberían ser analizados en profundidad por algunos partidos si no quieren desaparecer.
Catorce días después de las elecciones locales, autonómicas y europeas y a tan solo seis de la constitución de las corporaciones municipales, merece la pena hacer un mínimo análisis de lo sucedido en Avilés y su comarca para tenerlo presente en los próximos cuatro años.
Con un índice de participación prácticamente idéntico (61,01% en 2015; 58,83% en 2019), el triunfo del PSOE en Avilés es incontestable (13.949 votos, 36,4%, 10 concejales, dos más que en 2015). Y en la comparativa con el segundo partido más votado –Cambia Avilés, la confluencia de Somos/Podemos más IU– arroja una diferencia de 6.341 votos y 16,03 puntos más a su favor. La candidatura socialista encabezada por Mariví Monteserín gana en todos los colegios de la ciudad, es decir, en el centro y en todos los barrios. (Un ejemplo, en el barrio de La Luz, el PSOE obtiene el 41,62% frente al 29,31% de Cambia Avilés, en el feudo habitual de IU).
Por lo demás, el PP confirma su debacle, dejándose más de tres mil votos y dos concejales; Ciudadanos suma casi dos mil votos más y otros dos ediles; Ganemos pierde su representante y más de mil votos; Foro se va a la irrelevancia e irrumpe Vox con 2.858 votos, un 7,46%, y dos concejales. UCIN, el partido integrado por los tres ediles que abandonaron el grupo municipal del PP a mitad del mandato, no logró su objetivo y se quedó lejos de obtener representación.
Es indudable que la influencia nacional de las elecciones del 28 de abril ha estado presente en los comicios locales y regionales. Para bien y para mal. La inercia del PSOE al alza ha sido clara, lo mismo que a la baja lo ha sido para Podemos-IU. Y sólo desde esa especie de fiebre nacional se puede entender la irrupción de Vox en Avilés, con una candidata desconocida y sin que a día de hoy se sepa cuál es su programa para esta ciudad, más allá de un par de generalidades que se quedan en pura anécdota.
Llama la atención el descalabro de Ganemos, que abandona el Ayuntamiento, tras haber demostrado su capacidad para el diálogo y haber puesto en valor a su solo concejal para aprobar un presupuesto municipal con sus propias aportaciones, en lo que supone la expresión más clara del valor de la política como herramienta para la transformación de la sociedad. Ganemos fue, además, el único partido que a su manera expresó su rechazo y su denuncia ante un partido neofascista como Vox, frente al silencio vergonzante de partidos como el PSOE, Somos/Podemos e IU. Al PP y a Ciudadanos poco hay que reprocharles cuando están pactando abiertamente para asegurarse ayuntamientos y autonomías con un partido homófobo (acaba de declarar que entre sus miles de argumentarios figura invitar al suicido a un diputado del PP por su condición de homosexual); en el que su número tres nacional se declara fan de José Antonio Primo de Rivera, el nacional sindicalismo de vuelta; o en el que se está vetando a los medios de comunicación que dicen que son un partido de extrema derecha. (En el acto de presentación de la sede de Vox en Avilés se expulsó por ese motivo al periodista de LA VOZ DE AVILÉS que había ido a cubrir la rueda de prensa. Luego reconocieron que se habían equivocado de periódico. Ese es el nivel).
Con todo, las elecciones locales de Avilés dejan señalada de forma notable a esa confluencia de Somos/Podemos-IU, bajo la marca Cambia Avilés, que solo puede exponer a sus militantes y seguidores un estrepitoso fracaso. En 2015 Somos e IU fueron por separado, ahora lo hicieron juntos bajo el nombre de Cambia Avilés. Estos son los datos: 4.610 votos menos (de 12.218 a 7.608); casi diez puntos menos (de 29,92% a 19,97%); y tres concejales menos (de 5 de Somos y 3 de IU en 2015 a los 5 de estas elecciones).
Por parte de Somos/Podemos, en donde siempre actuaron con la arrogancia del que piensa que lo sabe todo, aún a costa de tratar de arrinconar y hasta denigrar a quien osó hacerles una crítica, mejor se iban de ejercicios espirituales y empezaban a analizar sus «cosas»: su ausencia total en la ciudad, salvo en sus «rincones»; su obsesión con el PSOE y en la última campaña con la candidata Mariví Monteserín, pasando de largo en cambio en aspectos que podrían haber sido objeto de una oposición firme y beligerante, como todo lo relacionado con los gastos de Cultura o el funcionamiento del Niemeyer, el Conservatorio, las inspecciones educativas o las irregularidades de varios profesores; su afición por las insinuaciones sobre posibles corrupciones que nunca fueron capaces de demostrar; su afán de colocarse medallas que nunca les correspondieron (se ufanan de haber descubierto lo de las facturas irregulares en Festejos, cuando esa fue una cuestión desvelada por LA VOZ DE AVILÉS); su falta de discurso en cuestiones esenciales como la innovación, la empresa o la industria (el día que se anunció el cierre de Alcoa, uno de sus concejales e ideólogo colgó en Youtube un vídeo sobre los pajaritos y los árboles en Avilés); la aparición de una candidata nueva que se limitó a exhibir su carné de europarlamentaria para ponernos como ejemplos a seguir por Avilés países como Noruega o ciudades como Estrasburgo o Vitoria, o insistir en el carril bici como el summum de la modernidad, aunque jamás hablaron de los cien camiones diarios llenos de jarofix que atraviesan el centro de Avilés; la exhibición obscena de la entrega de una parte de sus comisiones a sus propias organizaciones o intereses, al cambio unos cientos de euros para los que requerían la presencia de medios de prensa y gráficos, mientras a nivel nacional se despellejaba al empresario Amancio Ortega por los millones entregados a la sanidad de todas las autonomías de este país; y, en fin, seguramente tras pagar las consecuencias, entre otras muchas cuestiones, del mayor esperpento político que se ha vivido en este país en los últimos cuarenta años: el del referéndum interno de su gran líder y su esposa para ver si ellos, sus militantes, aprobaban que se comprasen o no un chalet al más puro estilo de la ‘casta’, esa a la que ellos habían venido a combatir y derrotar.
Si en Somos Avilés son capaces de reflexionar sobre estas cosas a lo mejor encuentran las razones de su caída libre en Avilés, en donde su gran y único oponente, el PSOE, ha conseguido 3.048 votos más y sumado otros dos concejales hasta los diez, a tres de la mayoría absoluta.
Respecto a IU, es difícil entender desde fuera de la organización que su coordinador general desde hace ochos años siga en su puesto tras haber desaparecido políticamente de la ciudad. IU no se presentó a las pasadas elecciones locales, lo hizo bajo un nombre que no la identificaba para nada y durante la campaña electoral no existió, hasta el punto de que su supuesta cabeza de lista se limitaba a decir que apoyaba las propuestas de la candidata de Somos/Podemos «porque coincidimos con ella». A la última asamblea de IU de esta semana acudieron menos de treinta personas, su coordinador dijo que los resultados no fueron buenos, «pero somos los líderes de la oposición», y se quedó tan tranquilo.
En eso se ha quedado IU, que llegó a gobernar en esta ciudad. En la irrelevancia. Como dijo un histórico como José Fernando Díaz Rañón, «esto (IU) parece la república independiente de Ikea». Pero bueno, al final ya se sabe: «la prensa canallesca, alguna, nos detesta». Gran reflexión. Si así les vale hasta las próximas elecciones, de derrota en derrota…
Publicado en La Voz de Avilés el 9 de junio de 2019