Avilés debe exigir nuevas titulaciones y especialidades como sede de la Escuela Superior de Arte de Asturias.
Se hace difícil creer que la actual alcaldesa de Gijón, Ana González, ignorara que su propuesta de crear un grado de Bellas Artes no iba a provocar un terremoto en Asturias al minuto y medio de plantearlo. Por supuesto, como alcaldesa poco hay que reprocharle en su objetivo de intentar conseguir lo máximo para su ciudad.
Pero el problema es otro. Y además la alcaldesa de Gijón no es una política que acabe de aterrizar. Bien al contrario, tiene experiencia más que sobrada para saber que hay algunas cuestiones que deben ser medidas. Ana González fue consejera de Educación y Cultura y fue la encargada de firmar, contra su voluntad, el presupuesto para la construcción de la nueva sede de la Escuela Superior de Arte de Avilés, inaugurada hace escasos meses. Adujo en su día, como consejera, que era un equipamiento muy caro, que no había dinero y que Avilés debería olvidarse de ella.
La presión ejercida desde Avilés y el convenio firmado en su día con el Principado –jurídicamente tendría su peso llegado el caso– consiguió que la Escuela Superior de Arte de Avilés (del Principado de Asturias-ESAPA) sea hoy una realidad nada menos que en el centro físico de la Isla de la Innovación, el proyecto de I+D+i y de futuro más importante de Asturias. A cinco minutos caminando del Centro Niemeyer; a diez del Palacio Valdés; a quince de la Factoría Cultural. Al lado mismo de empresas punteras en nuevas tecnologías como DXC Tecnologhy… Caminando. Ya puestos, vamos a poner todas las cartas encima de la mesa. Los argumentos sólidos.
El proyecto de la Escuela Superior de Arte de Avilés data de 2007 y el convenio con el Principado fue firmado en 2011. Desde su apertura, la escuela avilesina imparte estudios equivalentes a grados universitarios, reconocidos en toda España, tanto de Diseño como de Conservación y Restauración de bienes culturales, con las especialidades correspondientes en ambos casos.
Los estudios que actualmente se imparten en Avilés han alcanzado ya tal notoriedad que personas que salen de la Facultad de Bellas Artes de Salamanca vienen a la escuela de Avilés para formarse técnicamente, lo que da una idea de la proyección impresionante que tiene ante sí a poco que la Universidad de Oviedo se comprometiera de una vez a explotar la potencialidad de este centro, simplemente con desarrollar una serie de cuestiones ya previstas en su día. Con un nuevo edificio que acoge las dos titulaciones actuales y que está diseñado de tal forma que si mañana mismo se necesitaran más aularios para seguir creciendo, estaría preparado para ello. La matriculación en Restauración se ha incrementado con el nuevo edificio de forma extraordinaria, así que nada impide pensar en una expansión mayor con nuevas titulaciones y especialidades.
Sorprende la ambigüedad del rector de la Universidad de Oviedo, que en principio ve con buenos ojos la propuesta de la alcaldesa de Gijón y pide «trabajar juntos» para hacer algo muy potente. Pero también dice en Oviedo que ve bien la propuesta que hacen en la capital para desarrollar la misma idea. No sé si esta posición de navegar tiene algo que ver con la campaña ya iniciada para las nuevas elecciones en la Universidad.
Cuatro alumnas de la Escuela Superior de Arte de Avilés evalúan las colecciones de la biblioteca del Seminario Metropolitano de Oviedo para su posterior restauración. Foto: Álex Piña.
Puestos en valor los indudables méritos de la Escuela Superior de Arte de Asturias en Avilés para centrar en ella cualquier apuesta de desarrollo futuro de la Universidad de Oviedo y del Principado –que son los que deciden, los únicos, no lo olvidemos– no sería necesario empezar ahora con el capítulo de los agravios, que es consustancial al de los localismos. En todo caso, conoce bien el rector la deuda histórica de la Universidad de Oviedo con Avilés, esa ciudad que en su día llegó a contar con el índice de población más joven de Europa y la que durante años tuvo el índice más alto de matriculaciones en la propia Universidad. Pero hablar aquí de un campus fue sacrilegio. Sabe también el rector que Avilés cuenta con una Escuela del Deporte de Asturias, escuela a la que tienen que acudir los alumnos que saquen el grado en León, por ejemplo, si quieren obtener luego el título de entrenadores de fútbol o monitores de montaña. Ante la disputa Gijón-Mieres, todavía abierta, Avilés optó por ponerse de lado y no entrar en la ‘subasta’, aunque a día de hoy sean muchos los que piensan que ningún responsable político ha explicado las razones de esa renuncia.
Y tampoco el rector es ajeno a la infrautilización del Centro de Servicios Universitarios de Avilés, que podría abrir un abanico de posibilidades para posgrados, habiendo abandonado de hecho cosas tan interesantes que se hicieron como las de especialistas en gestión cultural o diseño industrial. El CSU hoy se ha convertido en un centro de estudios y en un salón de actos céntrico para todo tipo de conferencias. Con una particularidad: la entidad avilesina que quiera utilizarlo debe pagar por ello –unos 80 euros era la última factura que uno recuerda haber firmado por cada conferencia–. Eso sí, menos mal que el personal y las facturas de la luz, agua y mantenimiento las paga el Ayuntamiento de Avilés, no la Universidad.
Como cabía esperar, tanto en Gijón como en Oviedo ya se han apresurado a recomendar que no se debe entrar en localismos. ¿Eso al final qué significa? ¿Que para no entrar en localismos hay que renunciar a poner encima de la mesa las opciones de una ciudad basadas en una realidad ya contrastada?
La alcaldesa de Gijón, en tanto política avezada, miembro en su día del Gobierno regional y alguien relevante dentro de la FSA, no ignora la importancia del discurso de su propio partido cuando quiere sacar adelante, como un objetivo prioritario, el área metropolitana.
Uno pensaba dos cosas al respecto. Una, que el área metropolitana es mucho más que ponerse de acuerdo en disponer de trenes lanzadera y más frecuencia de autobuses. Bien al contrario, se trataría de pensar en una gran ciudad de 800.000 habitantes, en donde la complementariedad y nunca la duplicidad debería ser uno de los ejes de ese gran objetivo. Y dos –y siento decir que ya lo he dejado escrito en estas páginas– soy de los convencidos de que el área metropolitana de Asturias tiene poco recorrido porque ese localismo del que nadie quiere hablar y todo el mundo repudia, está más presente que nunca. Es, será, el triunfo de la política que va de campanario en campanario.
Avilés no debe ponerse de lado una vez más en un asunto como éste, como hizo con el grado de Deporte. O plegarse como en su día hizo cuanto los artistas asturianos, con Alejandro Mieres a la cabeza, apostaron para abrir en Avilés el Centro de Arte Contemporáneo y acabó instalándose en Gijón. El propio Mieres pagó personalmente su ‘osadía’.
Si un día hay que sacar la lista de agravios para con esta ciudad no habrá papel suficiente para el relato.
Publicado en La Voz de Avilés-El Comercio el 11 de agosto de 2019