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José María Urbano

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ESCUCHAR AL CIUDADANO

Zona azul, normativa sobre los perros y situación del Conservatorio, tres asuntos para tener en cuenta la opinión de la calle.

La experiencia de estos últimos años nos muestra dos errores garrafales de la clase política española, cada vez más acentuados: su alejamiento de la realidad en la que se desempeña la mayoría de la ciudadanía y su reticencia, también cada vez mayor, a escuchar las demandas, las preocupaciones y los intereses de esos mismos ciudadanos. Y así les va a ellos, a los políticos, a su credibilidad cada vez más en cuestión, y así les va a los ciudadanos, que son los que finalmente pagan las consecuencias. Tres casos para el análisis sin movernos de Avilés.

El equipo de gobierno socialista del Ayuntamiento de Avilés acaba de presentar la propuesta de ordenanzas fiscales para 2020, en la que se recoge una modificación sustancial en el coste de la zona azul, la ORA, a los contribuyentes. Básicamente la propuesta contempla bonificar a los propietarios de un automóvil híbrido para que paguen un cincuenta por ciento menos, mientras que a los usuarios de automóviles de emisiones cero, es decir, eléctricos puros, el estacionamiento en zona azul les saldrá gratis total. Con ello se pretende, teóricamente, eliminar la contaminación que generan los automóviles de combustión, gasolina y gasoil, que deberán pagar lo mismo que ahora en la zona azul.

En este, como en todos los casos, lo que hay que hacer es escuchar a los profesionales. Y la patronal de los concesionarios de automóviles de Asturias, Faconauto, lo que nos dice es que el 32,4 por ciento del parque automovilístico que circula por nuestras carreteras y calles tiene más de dieciséis años. Y que, lejos de cambiar este panorama, el 43,4 por ciento de los coches en 2025 tendrán dieciséis años o más y la edad media será de 14 años.

Si bien es cierto que cada vez va a haber más coches híbridos y eléctricos puros más asequibles, convendría preguntarse en Avilés, con el paro que conocemos, con los sueldos resultantes de un mercado laboral más precario e injusto, con la población más envejecida de Asturias, ¿quién puede acceder hoy a la compra de un coche eléctrico, con los accesorios de las baterías y de una instalación de carga propio? Pues lógicamente, una minoría. Entonces, ¿a quién bonificamos el coste del estacionamiento de la zona azul, a los que más poder adquisitivo tienen en detrimento de la inmensa mayoría que va a seguir con su coche de gasoil y gasolina?

Puede y debe profundizarse en otras soluciones. Por ejemplo, seguir en la línea de facilitar más bicicletas eléctricas. Un éxito en toda regla. O, ya puestos a unirnos a la vanguardia de Europa y a la vista de que nosotros no tenemos tranvías eléctricos, cerrar al tráfico todo el centro urbano de la ciudad de forma radical. Pero antes, claro, habrá que habilitar cientos de plazas de aparcamiento gratuito en los accesos al centro. (Calle del Muelle, estación de Feve, Quirinal, Buenavista, Jardín de Cantos…).

Por cierto, la viñeta de mi coche (ese impuesto que pagamos todos los automovilistas en Avilés sin rechistar) asciende a 121,30 euros al año y se propone subirla a 123,2. Ahora se pretende reducir la ORA a una minoría y alguien pensará además que la concesionaria –la compañía más egoísta de las que gestionan un servicio público en Avilés– nos va a hacer una gracia. No sé con quién hablan los políticos.

 

Los perros

Soy antiperruno. Vaya por delante mi poca o nula empatía con los perros y mucho menos con esos propietarios talibanes que nos dicen, me dicen, que los canes tienen tantos derechos como yo. Ni en broma, vamos. Mi rotunda oposición a esos propietarios de perros que creen que los parques son suyos –«aquí (al parque de Ferrera) llegan los perros, acompañados de sus dueños», escribió de forma original en su día José Luis García Martín–, que las aceras y las columnas de las viviendas tienen que soportar el orín y su mal olor o ya no digamos nada de esos propietarios que pasan olímpicamente de recoger las cacas de sus mascotas en cuanto no divisan a nadie en el horizonte que les pudiera señalar con el dedo. Sí, ya sé que a la altura de estas líneas habrá ya una colección de insultos y que más de uno me habrá enviado al médico a tratarme, no sería la primera vez.

Dicho lo anterior, no seré yo quien me niegue a la evidencia de que cada vez hay más personas que tienen perros y que la mayoría observan las reglas que dicta el sentido común y las que figuran en las normativas autonómicas y locales.

Recientemente, desde el Ayuntamiento de Avilés se ha promovido una comisión para redactar una nueva normativa para animales que venga a sustituir o a actualizar la de parques y jardines, que data del año 1990, y la autonómica de tenencia de animales. Las cosas han cambiado radicalmente en treinta años, simplemente porque se calcula que en este momento hay 12.000 mascotas censadas en Avilés y por lo tanto la prohibición de que accedan a parques, zonas verdes o espacios infantiles cada vez es más difícil de cumplir. Por no hablar del capítulo de multas, que parece desorbitado.

Una iniciativa ciudadana presentó en el mes de marzo en el registro municipal un escrito, avalado por mil firmas, en el que se pedía una entrevista con la alcaldesa para poder compartir con ella las inquietudes y hasta las soluciones planteadas por los dueños de los perros, una iniciativa que también se dio a conocer al resto de grupos municipales. Casi siete meses después no ha habido ningún tipo de respuesta oficial a ese ofrecimiento. Resulta un tanto extraño que no se quiera escuchar a quienes más pueden aportar a esa nueva normativa sobre la tenencia de animales, que seguramente saben mucho más sobre ese asunto que lo que puedan decir los técnicos correspondientes.

Volvemos a dar la espalda a la ciudadanía para un asunto que ya no es baladí cuando vemos que alrededor de los perros existe ya no solo la afición de unos propietarios, sino un entorno económico y laboral que no se debe desdeñar. Nunca es tarde para reconducir algunas cosas.

 

El Conservatorio

Cambia Avilés y Ciudadanos han registrado una petición en el Ayuntamiento para que se haga un informe sobre las «soluciones» para acabar de una vez con la situación anómala en el Conservatorio, en donde se acumulan las sentencias en contra de las decisiones tomadas por la concejala Yolanda Alonso. Primero: ¿no se ha invitado al PP a sumarse a la propuesta? 2. Si el informe va a ser como los que redactaba el funcionario de turno al dictado de la concejala, capaz de sostener una teoría y la contraria en cuestión de semanas, mejor lo dejamos para no gastar recursos humanos y económicos. 3. Los grupos de la oposición podían pedir información ‘externa’ a gente que sabe para despejar las siguientes incógnitas: ¿El Conservatorio debe de estar plenamente integrado en la red oficial o no? ¿A los profesores se les debe respetar o no el derecho de participación en los cargos directivos? ¿Qué pasa con las especialidades didácticas, deben respetarse y exigir titulación específica como ha pedido, que no firmado, la inspección educativa, o no? ¿Que actitud cabe exigir ante las sentencias que están encima de la mesa, deben cumplirse o puede el Ayuntamiento seguir de perfil y dando largas? ¿Tienen claro los partidos lo que hay que hacer con el Conservatorio y el camino a seguir?

La suma de papeles, redactados ‘ad hoc’, no servirán de nada si no se responde primero a estos interrogantes.

 

Publicado en La Voz de Avilés el 13 de octubre de 2019

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Sobre el autor

José María Urbano. Periodista. ExJefe de Redacción de La Voz de Avilés-El Comercio. Columnista de este periódico y director de AsturiasInnova+, el proyecto de divulgación de la innovación, la ciencia y la tecnología adscrito al Grupo El Comercio (Grupo Vocento). El relato de los hechos y los fundamentos de la opinión sólo pueden tener su base en el poder de los datos. En un mundo en el que imperan los clics, los shares, las notas teledirigidas, las ruedas de prensa sin preguntas y las declaraciones huecas en busca de un titular, hay que reivindicar el periodismo hecho por profesionales. Política, economía, cultura, deportes... la vida en general, tienen cabida en este espacio que pretende ir más allá de la inmediatez, la ficción y el ruido que impera apoyado en las redes sociales. El periodismo es otra cosa.


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