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José María Urbano

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¿POR QUÉ SEGUIMOS HACIENDO EL IDIOTA?

Multinacionales como Vesuvius abandonan el Principado, mientras se cierra la puerta a proyectos locales como el de Asturiana de Laminados a la que se ‘invita’ también a irse.

Arzak celebró sus cien años de existencia en el donostiarra Alto de Miracruz cambiando la ‘piel’ del edificio. El estudio de arquitectura Lyma optó por una fachada de escamas que recuerda los platos de pescado del restaurante, pero también la piel de su pato lacado. Fue un homenaje del estudio y de su director, Manu Lamosa, al icono histórico de la gastronomía de este país, a su fundador, Juan Mari, y a su hija, Elena, con la que el arquitecto está casado.

Las ‘escamas’ del Arzak, lo mismo que una extensísima lista de edificios singulares en más de cincuenta países de los cinco continentes tienen dos cosas en común. Uno, que el material utilizado es el zinc. Y dos, que ese material, en sus numerosas variables, sale de la misma compañía: una multinacional asturiana que se llama Asturiana de Laminados y que tiene su sede y su centro de producción en Pola de Lena. En Asturias.

Macario Fernández Fernández creó Asturiana de Laminados en 2006 y bajo la marca registrada ‘elZinc’ comenzó a comercializar sus productos en 2010. Hoy es la tercera laminadora de zinc del mundo, por detrás de los grupos centenarios Unmicore-VM, franco-belga, y el alemán Rheinzink, pero ya ha conseguido en menos de diez años situarse como el primero en gama de producto y calidad. Y constituirse también como el primer y único actor global en producir hojas y bandas de hasta 1,5 metros de ancho gracias a la puesta en marcha de cuatro nuevos hornos y dos coladas. Presente en el Mercado Alternativo Bursátil, destina a la exportación el 98,5% de su producción, orientada fundamentalmente al revestimiento para cubiertas y fachadas, especialmente guiadas a edificios singulares, fachadas y accesorios en la recogida de aguas pluviales. En su emplazamiento de Pola de Lena ocupa un espacio de 30.000 metros cuadrados, a los que hay que añadir los de la nueva línea de pintura que está a punto de inaugurarse y que supondrá otros siete mil metros cuadrados.

Arzak puede ser el ejemplo más cercano para que todo el mundo entienda el alcance de esta empresa asturiana, pero lo mismo se podría decir del Phillips Island’s Centre o la Casa de Costle Cove, en Australia; el Centro Artístico Tonglaio, en China; el Teatro Maria Filotti, de Rumanía; el Atrio de Nueva York, o, en fin, los innumerables edificios y equipamientos repartidos por Francia, Estados Unidos, Sudáfrica, Canadá, Corea del Sur, Alemania, Turquía, Polonia, Portugal, Norte de África… Y así hasta cincuenta países.

En vista del éxito de la laminadora de zinc –la materia prima se obtiene de Asturiana de Zinc, con lo que también se consigue la colaboración con una empresa asentada en Asturias–, el grupo de Macario Fernández se planteó un nuevo proyecto: copiar el mismo modelo en el sector del aluminio, con la puesta en marcha de una laminadora inexistente en Asturias, de la que podría beneficiarse en principio el elevado número de carpinterías metálicas que operan en nuestra región. Lo primero que hizo fue elegir el emplazamiento, en un intento de permanecer cerca de Pola de Lena, y por otro lado, seguir colaborando en la reindustrialización de las cuencas mineras, ese objetivo tan largamente demandado.

La compañía llamó a la puerta de Hunosa, empresa pública presidida en aquel momento por la hoy líder regional del PP Teresa Mallada, con el objetivo de ocupar toda la extensión del polígono industrial de Reicastro, en Mieres, propiedad de la compañía minera. El objetivo no era pequeño: ocupar toda la superficie del polígono, unos 77.000 metros cuadrados, para crear cien nuevos empleos en una primera fase y llegar a los 150, con una capacidad de producción de 40.000 toneladas de aluminio laminado al año.

El emplazamiento de Reicastro desveló en ese momento un problema que afecta a la configuración de casi todos los polígonos industriales de Asturias, que es el de estar preparados para comercializar parcelas de 1.000-1.500 metros, pero no para acoger proyectos que necesitan un volumen mucho mayor, como sucedía en este caso. En ese momento se reveló que existía un desnivel físico en los terrenos del polígono que a la postre fueron los que impidieron un acuerdo. Asturiana de Laminados pidió que Hunosa (y la Confederación Hidrográfica del Norte) se comprometieran con el nivelado de los terrenos o asumieran el coste de la obra que ella se comprometía a realizar: entre 500.000 y 800.000 euros. Hunosa dijo no.

Ante la falta de apoyo por parte de la Administración regional e incluso del Ayuntamiento de Mieres para forzar a Hunosa –una empresa pública de la que conocemos sus históricos números rojos a costa de los Presupuestos Generales del Estado, sin necesidad de entrar en otras profundidades– Asturiana de Laminados S. A. renunció al proyecto en Asturias y decidió «escuchar» otras ofertas fuera del Principado. Por ejemplo, en Puertollano, Ciudad Real –Junta de Comunidades de Castilla-La Mancha– le ofrecieron suelo industrial a 2 euros el metro cuadrado, deducciones fiscales, apoyo del Gobierno regional y posibilidad de acceder a los Fondos Miner.

Finalmente, el proyecto del grupo que dirige Macario Fernández previsto para Asturias se ha desdoblado: una planta de laminado de aluminio a partir de chatarra en Villadangos (León), que entrará en funcionamiento a finales de este mes; y una segunda laminación en Villabrázaro (Zamora), a continuación del polígono industrial de Benavente. El interlocutor, en ambos casos, la Junta de Castilla y León, que en dos meses –y luego decimos en Asturias que los milagros no existen– fue capaz de cerrar todo el proyecto: terrenos –a entre 11 y 20 euros el metro cuadrado en polígonos urbanizados– y entrada en la compañía con préstamos participativos, cuya presencia irá desapareciendo a medida que se vayan amortizando.

Noticia del martes, día 15. Vesuvius, una empresa multinacional con sede en Londres, que obtiene suculentos beneficios en su planta de Langreo, anuncia un acuerdo para poder llevar a cabo su deslocalización, es decir, su cierre en Asturias y el traslado de su negocio a otros lugares «más atractivos»: al cambio, salarios más bajos, mayor permisividad laboral y medioambiental. El acuerdo es éste: 117 trabajadores despedidos, 7 prejubilados y 19 que se quedan en el área comercial. Y eso sí, un compromiso de colaborar en una reindustrialización que nadie sabe en qué consiste. Ni un solo dato concreto.

Donald Trump, esa anomalía que vive y duerme en la Casa Blanca, le envió esta semana un mensaje de tres párrafos al presidente de Turquía, Recep Tayyip Erdogan, tras la decisión de éste de intervenir en Siria contra la milicia kurda, en estos términos: «No te hagas el duro, no seas idiota». Y parece que ha dado resultado: Turquía ha abandonado territorio sirio.

En Asturias, analizando la historia de Asturiana de Laminados que se relata en esta página, sus proyectos en el Principado y la ‘invitación’ a que se marche de aquí, mientras otros abandonan el barco a coste cero, ¿cabría preguntarse por qué seguimos haciendo el idiota?

 

Publicado en El Comercio-La Voz de Avilés el 20 de octubre de 2019

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Sobre el autor

José María Urbano. Periodista. ExJefe de Redacción de La Voz de Avilés-El Comercio. Columnista de este periódico y director de AsturiasInnova+, el proyecto de divulgación de la innovación, la ciencia y la tecnología adscrito al Grupo El Comercio (Grupo Vocento). El relato de los hechos y los fundamentos de la opinión sólo pueden tener su base en el poder de los datos. En un mundo en el que imperan los clics, los shares, las notas teledirigidas, las ruedas de prensa sin preguntas y las declaraciones huecas en busca de un titular, hay que reivindicar el periodismo hecho por profesionales. Política, economía, cultura, deportes... la vida en general, tienen cabida en este espacio que pretende ir más allá de la inmediatez, la ficción y el ruido que impera apoyado en las redes sociales. El periodismo es otra cosa.


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