Los sindicatos italianos tardaron apenas unos minutos en reaccionar: «Una obra maestra de la incompetencia y miedo político», «catástrofe industrial», «bomba social». El primer ministro italiano, Giuseppe Conte, convocaba a la mitad de su gabinete en el Palazzo Chigi, sede del Gobierno de Roma, para una reunión de urgencia. Diez mil puestos de trabajo estaban ayer en el aire, Italia entera entró en shock.
La dirección de ArcelorMittal explotó ayer y su directora general de Italia, Lucía Morselli, resumió la carta enviada de forma oficial a los responsables gubernamentales: «No es posible exponer a los empleados y colaboradores a posibles acciones criminales».
Así que ahí se quedan. ArcelorMittal renuncia a la operación de compra de Ilva, que contemplaba las instalaciones de Taranto, Novi Ligure y Cornigliano, en total 10.000 puestos de trabajo, el mayor productor de acero de Europa, con diferencia, y unas previsiones de inversión de 2.300 millones de euros.
Hay que recordar que Ilva era en 2015 una empresa en quiebra, abandonada a su suerte, por lo que el Gobierno de Matteo Renzi se encargó de asegurar que el futuro comprador o inquilino de la planta quedaría eximido de responsabilidad penal o administrativa respecto a problemas medioambientales de tiempos pasados, sin duda una fuente de polémica en el país transalpino
Fue en 2013 cuando los tribunales de Taranto ordenaron un embargo equivalente a 8.100 millones de euros a la familia Riva, como propietarios de Ilva, a los que se hacía responsables de un escándalo de contaminación y acusados nada menos que de asociación con malhechores con fines de delito contra el medio ambiente. Emilio Riva fue el primer detenido y poco más tarde sus hijos huyeron a Londres para evitar una redada en su contra.
Con estos antecedentes y con el proceso de venta o alquiler en marcha, el Gobierno de Renzi optó por garantizar que los nuevos propietarios no tendrían que pagar las consecuencias del desastre anterior. De lo que se trataba era de resucitar y garantizar a la vez el futuro de una compañía clave para la economía del país. Y lógicamente esa fue la primera condición de ArcelorMittal cuando expresó su deseo de hacerse con la siderúrgica italiana.
Pero claro, la ligereza política –esa de la que en España sabemos también algo– no iba a dejar pasar la oportunidad de meterse en charcos. Los seguidores del simpático Beppe Grillo y su Movimiento 5 Estrellas, a los que siguieron la Liga Norte y Matteo Salvini desde la extrema derecha, coincidieron en que había que retirarle a la compañía siderúrgica nada menos que «la inmunidad criminal, un privilegio ilegítimo otorgado a ArcelorMittal». Esta lleva meses negociando con los responsables políticos italianos, haciéndoles ver que es imposible que ella, sus directivos, puedan asumir la responsabilidad de los desastres medioambientales de hace años permitidos a la familia Riva precisamente por los políticos de turno. Y en esto se ha empleado durante todo este tiempo, hasta que definitivamente este domingo el Parlamento italiano decidía revocar la actual protección, el «escudo penal» como lo han llamado, pese a que la Unión Europea primero y el Fiscal General del Estado después coincidieron en dar luz verde a la operación de ArcelorMittal sin la carga que se les quería imponer.
Italia es desde ayer un ejemplo en el mundo de la mediocridad política, de su ignorancia y de su atrevimiento, capaz de acabar con sus decisiones con la operación siderúrgica europea más importante de los últimos veinte años. Giuseppe Conte ha citado para hoy a los responsables de ArcelorMittal para tratar de buscar una salida, aunque sea in extremis.
Unas horas antes, el ex vicepresidente Matteo Salvini había entrado en la polémica futbolística del domingo, cuando el jugador Ballotelli estuvo a punto de abandonar el campo por cánticos racistas contra su persona. Es italiano, pero negro, y Salvini, ese genio, declaró: «Vale más un trabajador de Ilva que 10 Ballotelli».
Además de racista, oportunísimo. Y fue vicepresidente de Italia.
Publicado en El Comercio-La Voz de Avilés el 5 de noviembre de 2019