La huella dejada por Francisco Javier Sitges en Asturiana de Zinc no puede simplificarse con el ‘caso Banesto’.
Gabriel García Márquez nos animó a contar la realidad de las cosas, de los territorios y de las personas sin dejarnos llevar por la impresión particular de cada uno, de los recuerdos que uno guarda para luego contarlos. Hay que recordar, sí, pero vinculando siempre esos recuerdos a la realidad, y a partir de ahí que entre la ficción.
Esta semana fue un buen momento para apelar al creador del realismo mágico y de su extraordinaria obra tras leer algunas cosas que se han escrito con motivo del fallecimiento de Francisco Javier Sitges Menéndez (Arnao, Castrillón, 1929), perteneciente a una familia que permanecerá ya siempre ligada a la historia a la Real Compañía y a Asturiana de Zinc.
Asombra la ligereza con la que alguno ha resumido la vida profesional de Francisco Javier Sitges situándola en el ‘caso Banesto’ (en el que fue absuelto), al lado de Mario Conde, quizás, entre otras cosas, porque fue el propio Mario Conde el que obvió en sus ‘memorias’ la trayectoria del directivo avilesino, para el que se reservó unas breves líneas que tenían que ver sobre todo con su amistad con el Rey emérito.
Cuando Francisco Javier Sitges tomó posesión de su cargo como primer director de Asturiana de Zinc, el 5 de marzo de 1960, Mario Conde contaba con tan solo doce años de edad. Ese simple dato ya bastaría para desmontar cualquier intento de resumirlo todo al llamado ‘caso Banesto’. Es más, la primera vez que Mario Conde tuvo relación con Asturiana de Zinc fue a partir de 1987, cuando entró en Banesto junto a su amigo Juan Abelló, después de que ambos aprovecharan su participación de un 71 por ciento en Antibióticos S. A. para venderla a la italiana Montedison por 58.000 millones de las antiguas pesetas. Es en ese momento cuando Mario Conde conoce en profundidad a Asturiana de Zinc, como una de las empresas pertenecientes a la Corporación Industrial Banesto.
Los cambios experimentados en AZSA en los últimos años son sobradamente conocidos, hasta llegar a día de hoy, dentro del conglomerado del grupo suizo Glencore International.
Pero lo que nos interesa hoy, si de verdad queremos conocer el trabajo y la huella dejada por Francisco Javier Sitges Menéndez es que fue el primer director de la compañía impulsada en su día por Banesto, Banco Herrero y las empresas Cemín y Carbones La Nueva, con Jaime Argüelles como presidente del consejo de administración en representación de Banesto; el Marqués de Aledo por el Banco Herrero, como vicepresidente; Juan Sitges Fernández-Victorio, como director de la Real
Compañía; el abogado Paulino Vigón y otros cuatro consejeros extranjeros. En 1960 se inaugura y el segundo de los hermanos Sitges Menéndez es nombrado director con 31 años.
La tecnología de electrólisis aplicada por Asturiana de Zinc inicialmente es de origen noruego, pero lo que va a permanecer como patrimonio exclusivo de la compañía de San Juan de Nieva es el proceso de jarosita que ‘descubren’ Francisco Javier Sitges y Vicente Arregui. Los dos consiguen que el aprovechamiento del zinc contenido dentro del mineral se aproxime al 95 por ciento frente al 50 por ciento anterior. Esa patente compartida por ambos ha seguido presidiendo todos los proyectos nuevos de zinc que ha habido en el mundo, lo que da una idea del logro alcanzado. Después llegaría otro proceso importante: el de la recuperación de la plata del mineral, abriendo así otro negocio más.
Bajo la misma dirección se concretan dos aspectos claves del desarrollo de Asturiana de Zinc: renovación continua y constante ampliación de producción, logrando situar la planta avilesina como la de mayor capacidad de producción del mundo, batiendo sus propios récords año tras año.
En el aspecto más general, Francisco Javier Sitges y su equipo –su hermano Fernando también llegó a ser director de Asturiana– procuraron contar con una plantilla muy bien remunerada, hasta el punto de que posiblemente hoy los mejores sueldos de la industria de toda la comarca sean los de esta empresa, así como otras ayudas sociales. Hay muchas personas que todavía hoy podrían recordar el trato casi familiar que se tuvo con trabajadores y sus familias que en algún momento necesitaron una ayuda médica o económica.
También en estos días se ha hablado de Mefasa, como el «astillero de los ricos», en el que se botaron numerosas embarcaciones deportivas y de recreo, con encargos tan relevantes como los de Javier de la Rosa, Mario Conde o Villar Mir. Mefasa, empresa subsidiaria de AZSA, quebró en su día –se dicen tantas cosas que es difícil conocer en profundidad los motivos–, pero hay dos hechos ciertos. Uno, el exquisito comportamiento de Francisco Javier Sitges y su familia, que renunció expresamente a cobrar una sola peseta por su posición accionarial. Y dos. Visto hoy, octubre de 2020, en el que esta región, casi este país, «llora por las esquinas» en busca de inversores, empresas y proyectos, ¿alguien se imagina que Avilés pudiera contar con un astillero para embarcaciones deportivas y de recreo como el que se tuvo aquí? No en Palma de Mallorca o en Valencia o en Barcelona. Aquí, en San Juan de Nieva. Del mismo muelle de donde salieron barcos que adquirieron multimillonarios de medio mundo, como el ‘Kiola’ del magnate norteamericano John Kilroy, o el ‘Corona del Mar’, al que renunció en su día el Rey, más allá de los Fortuna, Bribón, o el Alejandra.
En este semana, en la que también ha fallecido Alfredo González Pérez, un histórico junto a su familia del comercio avilesino, a través de González y Cía. y Supercash, y que hunde sus raíces en la mítica La Reforma, es bueno que las ciudades como la nuestra, la sociedad en general –hoy tan liviana– sepa quiénes son los referentes de verdad.