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José María Urbano

Dame buenas noticias

La banca, ¿te expulsa o te insulta?

De hoy mismo. Necesitas sacar una cantidad de dinero que no te da el cajero porque tu sueldo tiene unos límites. No eres ministro, ni tienes una tarjeta black (eso solo está al alcance de eméritos, nietos -que manda huevos- y políticos varios, golfos o no). Entonces entras en la oficina de la entidad bancaria y pides que te den la cantidad que tú deseas, lógicamente soportada por tu cuenta en ese banco. Respuesta del empleado: “Al cajero”. Tú: “Es que el cajero no me da la cantidad que quiero sacar de mi cuenta”. Empleado teclea en su ordenador. “Efectivamente, esa cantidad no se la da el cajero”. Tú: “Ya, ya me di cuenta, por eso estoy aquí”. Empleado: “Es que  son las doce menos cuarto de la mañana y esa operación solo puedo hacerla hasta las once de la mañana”. Tú: Reacción  contenida irreproducible.

De hace unas semanas. Alguien te pide que certifiques  tu cuenta en un banco. No el número de cuenta, sino un certificado de que tienes esa cuenta. Vas al banco. Tú: “Necesitaba un certificado de la cuenta”. Empleado: “Si el certificado lo saco yo son 30 euros. Pero si lo saca usted online es gratis”.

Ejercicio mental instantáneo, poniéndome en el lugar del empleado: tecleo el CIF del cliente, sale en la pantalla toda la información, le doy a Control P, me levanto, voy a la impresora (¿dos metros?) y se lo entrego al cliente, a “mi” cliente. Pero no. Osas decir que no te parece normal. Empleado: “Pues deberían cobrar más porque para eso están los cajeros y los servicios online”.

Tú: Irreproducible. (Y pienso en mi suegra, en los suegros, en los padres, en la gente que no ha tenido la oportunidad de engancharse a las nuevas tecnologías, como si eso fuera igual que comprar un kilo de tomates. Y qué coño, pienso en mí: ¿Yo tengo algún derecho como cliente del banco?).

Te calmas y reflexionas: ¿Con la actitud de esos trabajadores a alguien le va a sorprender que los bancos prejubilen a sus trabajadores con 50-55 años? ¿Dónde están sus sindicatos?

Y reflexionas más: ¿Este país no se va a ir a la mierda con esta forma de actuar?

Y reflexionas más: ¿Alguien no se ha enterado todavía de que una parte de esas prejubilaciones espléndidas de la banca las pagamos todos los contribuyentes? ¿Se la merecen esos trabajadores? ¿Se la merecen esas empresas?

Y reflexionas más: le entrego mi dinero al banco, él hace con ese dinero lo que le salga de los huevos, te cobra al semestre una cantidad infame de comisiones simplemente porque “tiene tu dinero” (salvo que tengas un amigo en la entidad bancaria física, que entonces te lo quita en dos clics) y cuando necesitas sacar un dinero, que es tuyo, que necesitas, te dice que “no son horas”, que madrugues.

Y reflexionas más: ¿a qué hora empieza la revolución?

 

Avilés, 17 de diciembre de 2020

 

 

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Sobre el autor

José María Urbano. Periodista. ExJefe de Redacción de La Voz de Avilés-El Comercio. Columnista de este periódico y director de AsturiasInnova+, el proyecto de divulgación de la innovación, la ciencia y la tecnología adscrito al Grupo El Comercio (Grupo Vocento). El relato de los hechos y los fundamentos de la opinión sólo pueden tener su base en el poder de los datos. En un mundo en el que imperan los clics, los shares, las notas teledirigidas, las ruedas de prensa sin preguntas y las declaraciones huecas en busca de un titular, hay que reivindicar el periodismo hecho por profesionales. Política, economía, cultura, deportes... la vida en general, tienen cabida en este espacio que pretende ir más allá de la inmediatez, la ficción y el ruido que impera apoyado en las redes sociales. El periodismo es otra cosa.


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