La entrada de medio centenar de barcos con bocarte y la actividad desplegada refleja la fortaleza del puerto avilesino.
La transformación experimentada por esta ciudad en los últimos años tiene uno de sus mejores reflejos en el puerto pesquero, como ejemplo de saber amoldarse a los tiempos, incluidos los de crisis, para salir fortalecido. La imagen de esta semana, con la subasta de más de 700.000 kilos de bocarte y los muelles repletos de barcos, vuelve a poner de manifiesto la capacidad del pesquero avilesino para seguir siendo el principal puerto de Asturias y el cuarto de todo el Cantábrico.
La entrada de bocarte de esta semana hay que considerarla como algo habitual en estas fechas de primavera, y más tarde en otoño, salvo que se repita el éxito del año pasado, en el que la costera se inició en marzo y se prolongó hasta octubre. En esta ocasión, el hecho de que los bancos de bocarte vinieran trasladándose desde el País Vasco hacia Galicia hizo que al situarse frente a la costa asturiana, más de cuarenta barcos optaran por entrar en Avilés, en lo que ha constituido un espectáculo diario en la ría. Así, hasta el viernes, día en el que toda esa flota decidió parar al no dar abasto las fabricas de conservas con tanta oferta. Marineros de los barcos de Galicia, Cantabria y País Vasco se marcharon a sus casas y mañana lunes volverán para salir a faenar.
Barcos amarrados en el puerto pesquero de Avilés, a la espera de volver a salir mañana al bocarte. Foto: Omar Antuña
Pero la cercanía de los cardúmenes en estos días no explica por si sola este nuevo éxito del puerto de Avilés. La inversión hecha en su día para dotar a la ciudad de un nuevo complejo pesquero y la gestión de la sociedad Nueva Rula de Avilés han hecho que confluyan una serie de ventajas que son las que le posicionan como el cuarto puerto del Cantábrico y Noroeste. Por delante sólo se sitúan los de Vigo y Coruña, que son un mundo aparte, puesto que mantienen una potente flota –un centenar de buques aproximadamente– faenando en caladeros internacionales como los del Gran Sol, Marruecos, Namibia, Malvinas, Argentina o Terranova; y después está el de Burela, en Lugo.
Las fortalezas del de Avilés hay que buscarlas en sus 11.000 metros cuadrados de instalaciones, con ventajas adicionales como las cámaras frigoríficas y naves climatizadas; un sistema de venta moderno, en el que el pescado apenas si se manipula al utilizarse cintas para llegar a las subastas; y en las gradas, capacidad para 200 compradores, que son otra de las claves de ese éxito a la hora de abastecer ‘la plaza’, es decir, las pescaderías y centros comerciales, pero también mercados centrales como los de Madrid o el potente y variado mundo de las conserveras, sobre todo de Cantabria y alguna del País Vasco. El excelente tamaño del bocarte de esta semana hizo que una conservera como Ortiz, por ejemplo, comprara 30.000 kilos. A ello hay que unir el funcionamiento de las instalaciones durante las veinticuatro horas, de forma que la actividad se centra entre las ocho de la mañana y las ocho de la tarde, pero hay días de iniciar las subastas a las siete de la mañana y cerrarlas a las once de la noche. Eso hace que el pescado que llega a la lonja no sólo sea de los barcos que llegan a puerto, sino que hay que contabilizar el que viene en camiones procedentes de otros puertos en donde se descarga, para luego enviarla por camión a Avilés con el objetivo de encontrar un mejor precio. A lo que se añade el ahorro de tiempo y dinero: por ejemplo, un barco tarda de Gijón a Avilés por mar una hora y media, mientras que en camión lo hace en media hora.
Con ser muy importantes las costeras del bocarte, xarda y bonito, el puerto de Avilés destaca por encima del resto, como otra de sus singularidades, en que la subasta de pescado no se limita a esas tres costeras citadas, sino que aquí existe un movimiento variado día tras día, hasta el punto de que el año pasado se contabilizó la subasta de 84 especies de pescado distintas.
La sociedad de gestión del complejo pesquero corre a cargo de Nueva Rula de Avilés S. A., que está participada por el Principado, Autoridad Portuaria de Avilés y Cofradía de Pescadores, con un 33% cada uno, más un uno por ciento testimonial de la Cámara de Comercio de Avilés. El gerente de la sociedad sigue siendo Ramón Álvarez Suárez, que con su equipo ha conseguido que el sistema de gestión del complejo avilesino se haya convertido en un referente nacional y europeo.
Todo lo anterior no debe esconder la realidad de la flota asturiana y avilesina, que ha disminuido de una forma constante en los últimos años. Con base en Avilés, en donde antes se contabilizaban hasta veinticinco arrastreros, ahora hay seis. En bajura, mientras tanto, se ha pasado de unos doce-catorce a dos. En ambos casos un fiel reflejo de la crisis de sector.
Pero el puerto pesquero es, y debe seguir siéndolo, un ejemplo de superación. A nadie se le escapa las crisis vividas desde los prósperos tiempos de Clemente Jesús Muñiz Guardado como presidente de la Cofradía Virgen de las Mareas. Desde entonces y hasta el día de hoy ha sucedido de todo: crisis de directivas de la Cofradía, las propias del sector, la de la multa de Hacienda y la del distanciamiento de la Cofradía dentro de la sociedad Nueva Rula de Avilés S. A. Pero también, el logro del nuevo puerto pesquero y su gestión. Al final hay que quedarse con el éxito de un complejo moderno, que sabe imponerse a sus vicisitudes y que sigue dispuesto a mantenerse como un referente del sector. Y lo hace como integrante de un Puerto de Avilés que sigue apostando por la modernidad de sus instalaciones y la mejora del negocio, y de una ciudad que ha experimentado un cambio profundo y que debe seguir por la misma senda del trabajo sin desmayo para adaptarse a las exigencias de la nueva era que ya ha comenzado. De momento, disfrutemos del éxito de estos días del puerto pesquero.
Publicado en La Voz de Avilés-El Comercio el 25 de abril de 2021