JOSÉ MARÍA URBANO
Prospección es la palabra. No hay gobierno, multinacional, universidad o centros de interés de todo tipo que no hayan bendecido la palabra prospección, entendida como la exploración de posibilidades futuras basadas en los indicios –pocos o muchos– de los que disponemos en este momento. Y si eso siempre ha sido así, ahora, metidos ya de lleno en la cuarta revolución industrial, es obligatorio un análisis permanente de hacia dónde va la humanidad, ante el peligro cierto de que media docena de personas –los dueños de los GAFA sin ir más lejos– decidan nuestro destino antes que los gobiernos.
Pedro Sánchez presentó el pasado 20 de este mes el plan ‘España 2050’, el primer ejercicio colectivo de prospectiva estratégica que se realiza aquí, con el objetivo de decidir entre todos «qué país queremos ser dentro de 30 años». Cien investigadores de reconocido prestigio colaboraron en el documento.
La reacción del líder de la oposición y presidente del Partido Popular, Pablo Casado, fue conocida: «Un insulto a los españoles». Profunda reflexión, sin duda.
En 1963 se creó en nuestro país un eslogan de éxito para promocionar el sector turístico: ‘Spain is different’. Hoy cabría preguntarse si seguimos siendo diferentes por nuestra excelencia o por nuestros complejos.
La lucha contra el cambio climático, la inteligencia artificial, la robotización, la impresión 3D, la nanotecnología, la computación cuántica o el internet de las cosas han cambiado ya tanto nuestras vidas, casi sin darnos cuenta, que nuestra preocupación empieza a ser el riesgo ético de alguno de estos avances que van a llegar más pronto que tarde. Por eso es importante, vital, un ejercicio de prospección permanente sobre lo que nos va a pasar a corto, medio y largo plazo.
Manifestación el 9 de mayo en Francia para exigir una mayor ambición contra el cambio climático. E. C.
Mientras en España el líder de la oposición dice que un plan ambicioso de estudio como el ‘España 2050’ es un insulto, en Francia se lo han tomado tan en serio que el pasado 4 de este mes de mayo –es decir, 16 días antes de que Pedro Sánchez presentara su documento–, la Asamblea Nacional francesa aprobaba en primera lectura el Proyecto de Ley de Clima y Resiliencia tras uno de los debates parlamentarios más largos de la Quinta República: 110 horas. Un texto el aprobado que traduce buena parte de las propuestas de los 150 ciudadanos que por sorteo formaron parte de la Convención Ciudadana por el Clima, por iniciativa directa de Macron. Las propuestas que redactaron durante nueve meses se las presentaron al presidente de la República en junio de 2020 y al mes siguiente se tomaron ya las dos primeras medidas: prohibición de terrazas climatizadas; y moratoria sobre nuevos centros comerciales en las afueras de las ciudades. ¿Cuáles fueron las primeras reacciones? Las de las organizaciones medioambientales, que consideran insuficiente y poco ambicioso el combate contra el cambio climático, y que a las veinticuatro horas ya salieron a la calle a manifestarse y avisar a la derecha de que no bloquee esa ley en el Senado.
Algunas medidas
Alguna de las medidas, que también figurarían en el documento español 16 días después, son, por ejemplo: prohibición de centros comerciales en áreas rurales; prohibir todos los vuelos domésticos para los que exista una alternativa que emita menos CO2 en menos de 2,5 horas; en todos los comedores públicos será obligatoria una opción vegetariana diaria; limitación de tráfico rodado en las ciudades en 2024; a partir de 2025, ya no será posible alquilar viviendas de alto consumo energético; en 2040, ya no será posible comercializar vehículos pesados que utilicen combustibles fósiles, diésel o gasolina. Y esto solo respecto al cambio climático.
En muchas ocasiones nos referimos a Francia para poner de relieve sus ventajas en tantas cosas. Por ejemplo, desde Asturias hablamos de su tarifa eléctrica ventajosa respecto a la de nuestras industrias. Es fácil: sus 58 reactores nucleares explican su ventaja competitiva. Francia: diferente y sin complejos.
J. M. U. Amazon ha sido la última en producir una noticia al respecto: estudia ya abrir farmacias físicas en Estados Unidos. Será una vuelta de tuerca más en un sector, el sanitario asistencial y el farmacéutico, en el que los GAFA (Google, Apple, Facebook y Amazon), a los que se une Microsoft, tienen ya intereses sobresalientes para meterse en un mercado que asciende a 370.000 millones de dólares solo en Norteamérica. La distribución de medicinas se hace ya vía ‘online’ con entregas en menos de 48 horas y empieza a funcionar también la modalidad de los descuentos.
El mundo de la inteligencia artificial para todo lo relacionado con la medicina y el comercio ‘online’ serán claves para la nueva revolución de otro sector entero. En España, Movistar ya ofrece a sus clientes un servicio de atención «para que estés siempre conectado a un médico». El mundo sigue girando.
J. M. U. Canadá se ha situado en el primer lugar en la clasificación de los mejores países en la prestigiosa clasificación de US News & World Report para 2021, que se publica desde hace seis años. Aspectos como la calidad de vida, el propósito social, la agilidad, el espíritu empresarial y un clima de ‘apertura a los negocios’ se unen a la percepción de un buen mercado laboral, sin corrupción y con un firme compromiso con la justicia social y los derechos humanos. Los 10 mejores países son, por este orden: Canadá, Japón, Alemania, Suiza, Australia, Estados Unidos, Nueva Zelanda, Reino Unido, Suecia y Países Bajos. Pero luego llega la cumbre virtual del G 7 sobre el cambio climático, convocada por Joe Biden, y resulta que Canadá es la única nación del Grupo de los 7 cuyas emisiones han aumentado desde el Acuerdo de París. No todo es perfecto.
El ¿Quién Gobierna? de Robert Dahl amplía su alcance; Attali, en su Informe para la Reforma de la Administración Francesa, insistía: la gobernanza está lejos de ser solo un asunto de los poderes públicos. De ahí que la interacción, el intercambio de información y conocimientos, se hayan vuelto esenciales. Actuar como actores eficaces y con valores depende de saber interpretar el entorno cambiante en el que interactuamos, pues la innovación ha dejado de ser un fenómeno excepcional.
El nuevo concepto de gobernanza necesita de redes, colaboración, marcos jurídicos claros y estables, pero también de unos actores a la altura de sus nuevas exigencias. En definitiva, más transparencia y más profesionalización para abordar el compartido significado de gobernanza y de innovación: la resolución de problemas y desafíos de una sociedad.
Los nuevos departamentos de ‘Government affairs’ son conscientes de que la ética y la construcción de nuevos modelos de gestión pública necesitan del Derecho, pero lo transcienden. Exigen un compromiso de servicio público desde el ámbito privado, así como un mayor empeño en el creciente papel que asume la sociedad civil. Una gestión integral comporta especialización, pero también generación de confianza y reputación. Y ello solo se consigue cuando la introducción de nuevos procesos se traduce en mejora y la identificación de un interés particular no se contrapone, sino que suma al común. También las nuevas dinámicas en comunicación corporativa afrontan la cada vez más difusa línea entre comunicación interna y externa, digital y presencial. Se busca el impacto a través de nuevas técnicas, pero basado en la experiencia, el tiempo y la personalización. Un nuevo escenario en el que ni los actores ni los mensajes se mueven de forma unidireccional. Asistimos a una nueva gobernanza que no solo exige del esfuerzo de la Administración.
* Guillermo Martínez Suárez es Director de Proyectos y Relaciones Institucionales en LaBE Abogados
Publicado en El Comercio-La Voz de Avilés el 30 de mayo de 2021