Treinta años sin haber concluido el saneamiento integral de la ría es un maltrato a una ciudad que solo se da en Avilés
El teniente general norteamericano Charles R. Shrader tiene entre su amplio listado de publicaciones una que lleva como título ‘Amicidio: el problema del fuego amigo en la guerra moderna’. Se trata de un magnífico libro de referencia para un análisis más profundo y completo de este sombrío y complejo problema que este licenciado en Vanderbilt y doctorado en Historia en la Universidad de Columbia desarrolló tras su desempeño como profesor de historia europea y sus experiencias en Vietnam y Alemania, entre otros países.
El lector que haya llegado hasta aquí y siga en las siguientes líneas podría pensar que hacer esta introducción para hablar de lo que le está pasando a Avilés, del maltrato a Avilés por parte de las administraciones públicas, podría resultar un ejercicio hiperbólico. Parece un poco tremendista, sí. Pero pasen y lean.
Esta ciudad afrontó en 1992 un proyecto de los que marcan un siglo por su complejidad y su importancia: el saneamiento integral de la ría. Los que vivimos aquí sabemos de qué estamos hablando y de lo que ha supuesto esa obra en todos los aspectos, aunque aún esté inconclusa. Hace un mes aproximadamente se conoció que la empresa Acciona había sido la adjudicataria por algo más de 29 millones de euros del proyecto de reforma de la estación depuradora de Maqua –con defectos impropios de una instalación que entró en servicio hace dieciocho años–. Lo que nadie esperaba es que la Secretaría de Estado de Medio Ambiente iba a suspender esa obra tras advertir la Dirección General de Costas que hay un problema con la titularidad de los terrenos, que ahora se ‘descubre’ que son de dominio marítimo terrestre. Obra suspendida (nos quedan años de nuevas tramitaciones y si no al tiempo) y 50.000 euros del erario público que le pagamos todos a Acciona por haberle suspendido el contrato. Un puro formalismo entre organismos del Estado elevado a problema ‘grave’ por el departamento que dirige el asturiano Hugo Morán, conocido militante socialista por haber sido alcalde de Pola de Lena durante doce años, presidente de la FACC y más tarde diputado en el Congreso.
Una bofetada en toda regla a la ciudad de Avilés en un asunto clave para concluir una obra histórica que ha de corregir los graves problemas que sufre la población, y nada digamos los vecinos del entorno de Maqua.
‘Casualmente’, el socialista Hugo Morán es el mismo responsable de Medio Ambiente que sigue exigiendo al puerto de Avilés una serie de medidas sobre la arena que supuestamente el dragado de la ría ‘quita’ a la playa de Salinas (a este paso podrían hablar de la falta de arena en Arnao, en Galicia o en Santander, que a lo mejor también tiene que ver con esos mismos dragados; total, lo del cambio climático lo aplicamos según convenga), y que amenaza con prohibir ese dragado. O lo que es lo mismo, la viabilidad del puerto. A esta secretaría de Estado, a su responsable, no le vale nada: la arena que se saca de los dragados no es buena para la playa, hay que traerla de otro lado. Hugo Morán debería recurrir a las hemerotecas para saber que esa misión fue siempre del propio ministerio y que tras una primera actuación de aporte de arena a la playa de Salinas, quedó sin materializar la segunda prevista simplemente porque el sector pesquero asturiano se negó en redondo a que la arena ‘buena’ se sacara del entorno del Cabo Vidio. Y hasta hoy. Lo que antes era misión del Ministerio y de Puertos del Estado, ahora se adjudica a la Autoridad Portuaria, en una decisión que parece más dedicada a estrangular el futuro del puerto de Avilés que a otra cosa.
(Hugo Morán forma parte del equipo de la ministra Teresa Ribera, responsable máxima del desastre de la energía eléctrica en este país, que se ha llevado ya por delante empresas como Alcoa, centrales térmicas, deslocalizaciones de producción y un abuso en la factura doméstica. Por no hablar de las últimas medidas contra las compañías eléctricas –al margen de sus escandalosos beneficios–, que parecen conculcar los principios de la seguridad jurídica de un país democrático y serio como éste, salvo que vayamos al ‘modelo Maduro’ venezolano).
Llueve en Avilés y Llano Ponte vuelve a sacar los colores a todo el mundo, con unas inundaciones impropias de una ciudad moderna. Habrá que pedirle a otra administración, la regional, que explique las razones del retraso de una obra suya: el aliviadero del Río San Martín, cuya ausencia es la que provoca esas inundaciones. Y cuyo retraso es otro clamor, sin que el Ejecutivo de Barbón y la oposición parezcan enterarse.
Pero para seguir con el mismo Gobierno regional, preguntemos también dónde están los proyectos de la ampliación de la segunda fase de la Escuela de Arte y del centro de FP de Grandiella (un conejo sacado de la chistera a las 24 horas de haber presentado los anteriores presupuestos regionales y darse cuenta de que se habían ‘olvidado’ de Avilés, ciudad humillada en toda regla), que prometió el director general de Ordenación Académica allá por el mes de febrero.
Tras un exhaustivo análisis de todas las guerras del siglo XX, el profesor Shrader concluye en su obra que el fuego amigo produce «pocas bajas, pero no menos trágicas o desagradables». Que se lo pregunten a Avilés.
Publicado en La Voz de Avilés-El Comercio el 19 de septiembre de 2021