ArcelorMittal denota su malestar por el retraso en el acuerdo del plan de descarbonización en Asturias
En la sede mundial de ArcelorMittal, en el edificio del 24-26 del Boulevard d’Avranches de Luxemburgo, crece el runrún sobre España, y más en concreto sobre Asturias, a medida que van pasando las semanas y se acerca el momento de la verdad sobre el plan de descarbonización previsto para el emplazamiento de Gijón-Avilés. Un runrún a mitad de camino entre la sorpresa y un cierto hartazgo al comprobar cómo aquí surgen dificultades que no se observan en otros países con idénticos planteamientos.
Hay que recordar que el de Asturias fue el primer proyecto de descarbonización de la siderurgia mundial presentado por ArcelorMittal el 13 de julio de 2021, con la presencia de los Mittal, padre e hijo, y el presidente del Gobierno español, Pedro Sánchez. Gracias al trabajo y al compromiso de un directivo asturiano, José Manuel Arias, se logró presentar un proyecto novedoso y único, el de una planta de reducción directa del mineral de hierro (DRI, por sus siglas en inglés) con hidrógeno verde, más un horno eléctrico híbrido. O eso, o el cierre de los hornos altos actuales cuando cumplan su ciclo de vida. O lo que es lo mismo, la paulatina desaparición del negocio siderúrgico en esta región. Y el ‘crash’ de Asturias, versión siglo XXI.
Asturias, España, cobraba ventaja en aquel momento frente a otros países que fueron detrás para anunciar el mismo proyecto: Canadá, Alemania, Francia y Bélgica. Por eso el runrún en los despachos de Luxemburgo va en aumento al comprobar que España, Asturias, se ha puesto a la cola a la hora de vislumbrar la firma definitiva de un plan de descarbonización para el que hay prevista una inversión de mil millones de euros.
La respuesta a este proyecto, no sin sorpresa, ha sido la de una huelga mantenida en las plantas de Asturias por la sección sindical de CC OO –otras estructuras de ese sindicato no han estado de acuerdo– y la Corriente Sindical de Izquierdas, que provocó la paralización de varias instalaciones y que, casi de puntillas, fue desconvocada esta semana. Una huelga «preventiva», puesto que el principal motivo aducido para los paros fue el de «no tener claro el proceso de descarbonización planteado por la empresa».
La sociedad asturiana se merece tener todos los datos de esta huelga en la empresa tractora de la economía regional, entre otras cosas para que los sindicatos de ArcelorMittal entiendan que tienen la gran responsabilidad de mirar por los intereses generales, no solo por los particulares de su plantilla, que en líneas generales se puede decir que es una privilegiada por las condiciones laborales y económicas.
ArcelorMittal negocia habitualmente con los sindicatos el llamado ‘acuerdo marco’, en el que figuran las cuestiones más generales que afectan a todas sus plantas de Asturias, País Vasco, Navarra, Sagunto, Guipúzcoa, los 17 centros de Distribución repartidos por toda la geografía nacional, y la división de Construcción en Navarra. Los sindicatos representativos son UGT, CC OO, USO, CSI, ELA y LAB en el País Vasco, CGT en Valencia y ACCIA (representativa de los ‘fuera de convenio’), solo en Asturias.
El acuerdo marco al final sale siempre con el apoyo de UGT y CC OO (los vascos dicen en estos casos que ellos van «a lo suyo» y el sindicato propio de Valencia no tiene representatividad para sentarse en esa mesa). En este caso, en el acuerdo marco negociado desde 2019, y tras mantenerse un total de 18 reuniones, CC OO se descolgó y no lo aceptó.
A partir de ahí, la empresa traslada los avances más significativos de esa negociación (subida salarial, plantillas, jornada, eventuales, contratos relevo…) a los convenios territoriales. Y curiosamente todos esos convenios, cada uno de ellos, se firman sin problemas, y además con el apoyo de CC OO… menos en Asturias, uniéndose la CSI a esa negativa.
Aún así, el preacuerdo de convenio es aprobado en Asturias por la mayoría sindical de UGT, USO y ACCIA, y a continuación, como se ha hecho siempre, llevado a la máxima expresión democrática en cualquier votación: un referéndum entre la plantilla. Y los trabajadores lo aprueban también. Entre otras cosas, con una subida salarial de un 9,2 por ciento. Sin duda, fuera del alcance de cualquier trabajador de este país. De todas formas CC OO y CSI mantuvieron la convocatoria de los paros, sin respetar el resultado de ese referéndum.
Hay un punto de fricción con la empresa, que es el del contrato relevo, que afecta a los trabajadores nacidos en 1960 y 1961. Los primeros ya están empezando a salir, y queda por ver cómo se encauza la negociación para los del 61. En todo caso se está hablando de unos 150 afectados de una plantilla de 4.900 trabajadores en Asturias. Los paros intermitentes llevados a cabo desde el mes de enero paralizaron varias instalaciones, incluyéndose la quema de neumáticos en las entradas de la empresa, capaz de destrozar por sí sola la imagen laboral de una región entera.
Mesa de descarbonización
A la par, empresa y sindicatos se han sentado ya en cuatro ocasiones en la llamada ‘Mesa de descarbonización’, en la que, como ha sucedido históricamente en todos los planes de reconversión –y éste no deja de ser uno de ellos, obligado por los acuerdos del cambio climático y la modernización exigida por cuestiones como la digitalización, robotización, nuevos procesos y nuevos productos–, se analiza el plan inicial, sus consecuencias en el plano laboral, en donde siempre hay ajustes de plantilla, y a la vez se plantea por la parte social, además de las condiciones más ventajosas para los excedentes, la posibilidad de que la compañía asuma otras inversiones que mitiguen los efectos del plan inicial en la plantilla. El que no tenga en cuenta este proceso es que desconoce la historia de la siderurgia de este país desde los años setenta.
Todos los sindicatos, incluidos los vascos y el valenciano, incluida la CSI, están en esa ‘Mesa de descarbonización’. Todos… menos CC OO. (Al menos hasta ahora, puesto que no se entendería que ese sindicato, protagonista activo en todas las negociaciones de los planes de reconversión, se mantuviera al margen).
¿Qué es lo que se está planteando en el caso de Asturias, que es donde se encuentra la única planta siderúrgica integral de este país? La empresa ya ha avanzado que los excedentes pueden subir a 900 trabajadores. Y frente a eso los sindicatos se plantean el objetivo de mantener un millón de toneladas de producción que pueden estar en el aire (en el País Vasco, felices), que se construya también un horno eléctrico en Avilés para atender la acería, que no venga producto de fuera para alimentar el tren de bandas en caliente, hojalata o galvanizado, todo ello para garantizar que Asturias mantenga la producción total de cinco millones de toneladas. Eso es lo que se negocia, al lado de unas condiciones para los excedentes en los que no habrá problemas, como nos dice la historia de todas las reconversiones siderúrgicas en este país. Si se consiguieran esos objetivos de inversión es más que probable que la cifra de excedentes fuera bastante menor de lo que se ha expuesto hasta ahora.
Tampoco hay que despreciar lo que va a suponer para Gijón en el aspecto medioambiental. La prevista desaparición de un sínter supondría por sí sola una mejora del cincuenta por ciento respecto a la situación actual.
Si a esto le añadimos el mayor proyecto del mundo de producción de hidrógeno, con un presupuesto inicial de 8.000 millones de euros, en el que ArcelorMittal-Asturias es el principal protagonista, lo único que cabe esperar de la clase política y sindical de esta región –y también la empresarial, ojo, que no todo se reduce a denunciar y pedir– es que se pongan a la tarea de analizar, estudiar, plantear y hasta exigir todas las salidas que esos dos proyectos por sí solos pueden ser capaces de generar directa y sobre todo indirectamente.
Proyectos únicos en el mundo, multimillonarios en presupuestos y con una capacidad de arrastre de nuevas posibilidades empresariales que solo la ceguera o el cortoplacismo pueden desdeñar.
Publicado en El Comercio-La Voz de Avilés el 27 de marzo de 2022