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José María Urbano

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Si yo fuera…

Saludo entre Guardiola y Simeone, actuales entrenadores del Manchester City y Atlético de Madrid. E. C.

Si yo fuera presidente o máximo accionista del Atlético de Madrid tendría pocas dudas de llevar al juzgado el último artículo del periodista inglés John Carlin publicado en La Vanguardia el pasado martes 12 de abril, un día antes de que se disputara en el Wanda Metropolitano el partido de vuelta de los cuartos de final de la Champions entre el Atlético de Madrid y el Manchester City, el equipo que prepara Guardiola  y que llegaba a este encuentro con una ventaja de 1-0 alcanzada en el Etihad Stadium.

Guardiola se ha ganado una merecida fama de ser un estudioso del fútbol moderno y de un entrenador que busca en sus equipos (Barcelona, Bayern, Manchester) un dominio del balón por encima de todo. No le ha ido mal en algunos casos -gracias a futbolistas singulares como Mesi, Iniesta, Xavi, Busquets o Piqué-  y ha cosechado estruendosos fracasos en otros, sobre todo teniendo en cuenta que siempre ha manejado presupuestos estratosféricos en fichajes, fuera del alcance de la mayoría de los clubes europeos.

En el partido de ida, en Manchester,  el Atlético de Madrid puso el ‘autobús’ en su área, por delante de su guardameta Oblak y estuvo a punto de conseguir el objetivo de mantener su puerta a cero. Finalmente perdió 1-0. La táctica conservadora a ultranza de Simeone fue duramente criticada, incluso por un poco respetuoso Guardiola, que una vez más volvió a dar muestras de su “superioridad” moral e intelectual (?) para tratar de ridiculizar la táctica del contrario. El problema de un tipo tan inteligente como Guardiola es que no parece haberse enterado de que en el fútbol gana el equipo que es capaz de marcar en la portería contraria, lo haga de forma exquisita (que es lo que él preconiza, otra cosa es que lo consiga)  o de manera más tosca.

Bien, pues en este ambiente dejado por el partido de ida, llega un periodista inglés, con una cierta ascendencia en el periodismo español (El país, La Vanguardia) y el martes 12 de abril, un día antes del encuentro de vuelta entre el Atlético de Madrid y el Manchester en el Wanda Metropolitano de Madrid vomita un artículo bajo el título “Todo vale en la guerra y en el fútbol”. Un texto digno de ser examinado por un juez imparcial (no, es mentira, no todos los jueces son imparciales en este país) y proceder, como mínimo, a examinar un posible delito de injurias:  “Las injurias o delito de injurias consisten en la lesión que se genera a una persona, atacando su integridad, dignidad o reputación, cuando se le señala ser el autor de un hecho que deteriora su autoestima o su honor, generalmente se presenta a través de la injuria grave de palabra”.

John Carlin regurgita en la página 37 de La Vanguardia un artículo lleno de insultos sobre la entidad madrileña, sobre su entrenador y sobre sus jugadores, a los que presenta como macarras o algo más grave: “Vi las pintas de los jugadores de Simeone y pensé en el cártel de Silanoa”. (El Cártel de Sinaloa, o también conocido como Cártel del Pacífico, ​ es una organización criminal mexicana dedicada al narcotráfico). O también esta perla: “El City tuvo que rebajarse a arañar una victoria en casa por 1 a 0 en el partido de ida la semana pasada; ahora toca ver si el Atleti es capaz de remontar a su manera, recurriendo a lo más cercano que ofrece el fútbol a un atentado terrorista”. Y sigue: “Me imagino un informe en el que para pasar el primer corte (para ser jugador del Atlético de Madrid)  los candidatos deben haber presentado un certificado policial en el que se constate que han cometido delitos graves. Luego la entrevista con el técnico argentino”.

John Carlin publica esto en tres cuartos de página de un periódico considerado como un referente del periodismo, frente al ruido y el caos de las redes sociales. Periodismo ‘serio’ frente a la banalidad tuitera y fesbukiana. Periodismo de altura frente a los ‘chiringuitos’ que insultan la inteligencia de los ciudadanos cada noche.

Es fútbol, dirán algunos. Y no les falta razón, a fin de cuentas la rivalidad, el pique, la pugna, el desafío es consustancial al fútbol. El problema es cuando conviertes al rival en el enemigo. En ese momento el rival no es el que te puede hacer grande, sino el que se desfigura y empieza a ser motivo de enfrentamiento entre clubs, entre ciudades e incluso entre países. Y entonces es cuando se abren paso, lamentablemente, histriones como John Carlin, con seguidores en algunos infames chiringuitos.

 

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Sobre el autor

José María Urbano. Periodista. ExJefe de Redacción de La Voz de Avilés-El Comercio. Columnista de este periódico y director de AsturiasInnova+, el proyecto de divulgación de la innovación, la ciencia y la tecnología adscrito al Grupo El Comercio (Grupo Vocento). El relato de los hechos y los fundamentos de la opinión sólo pueden tener su base en el poder de los datos. En un mundo en el que imperan los clics, los shares, las notas teledirigidas, las ruedas de prensa sin preguntas y las declaraciones huecas en busca de un titular, hay que reivindicar el periodismo hecho por profesionales. Política, economía, cultura, deportes... la vida en general, tienen cabida en este espacio que pretende ir más allá de la inmediatez, la ficción y el ruido que impera apoyado en las redes sociales. El periodismo es otra cosa.


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