Eliminar la huella digital no es distinto al intento de algunos de reescribir y ocultar aspectos de su historia personal
Las compañías de seguros han visto en el borrado digital un nuevo nicho de mercado con el que tratar de aumentar su cartera de servicios. La anulación de esa «otra vida» que existe en las redes sociales y en general en el mundo de internet se ofrece ya con naturalidad en los ‘servicios’ de un funeral al lado del ataúd, las coronas de flores o la incineración. Cuestiones como darse de baja en una determinada red social o el ‘derecho al olvido’ –y no solo el penal– forman parte ya de la cotidianidad en una sociedad cada vez más dependiente de ese ‘mundo virtual’, ese espacio en el que nos comunicamos mucho y transmitimos poco. Pero lo del ‘borrado’ no es algo nuevo, ha existido siempre. Al menos el intento de eliminar aquello que molesta o que se quiere esconder para que no quede constancia de cuestiones que, por una u otra razón, es preferible que no se aireen o simplemente se recuerden. Sirvan unos pocos ejemplos de ese intento.
Hace unos días se conocía la concesión del premio Princesa de Asturias de las Artes a María Pagés y a Carmen Linares. No dejó de ser chocante que se obviara, sobre todo en Asturias, que una de las obras cumbres de María Pagés fue ‘Utopía’, coproducida con el Centro Niemeyer, en donde se estrenó en octubre de 2011. La obra, inspirada en la obra de Oscar Niemeyer, dio título a una danza poetizada con poemas de Baudelaire, Benedetti, Neruda, Machado, Larbi el Harti y el propio Niemeyer, incorporando además palabras del Quijote de Cervantes. Poca cosa. Con ella dio la vuelta al mundo.
Pero es lo mismo, es mejor ignorar esa obra de la genial bailaora y coreógrafa sevillana, sobre todo por parte de aquellos que siguen propagando que el Niemeyer –con ofensas incluidas todavía a la propia obra arquitectónica– solo fue la visita de Brad Pitt y no una sucesión de actividades culturales y artísticas de primer nivel y de referencia mundial.
Recurrir al borrado supongo que será lo que querrán hacer en Glencore, la compañía suiza propietaria de Asturiana de Zinc, ahora que su consejero delegado, Gary Nagle, ha asumido el «pagar y pasar página». Pagar 1.400 millones de euros para sellar litigios por sobornos, corrupción y manipulación de precios en Estados Unidos, Reino Unido, Brasil, Nigeria, Venezuela o República Democrática del Congo. Lo dice su máximo ejecutivo.
Borrar algunas declaraciones y afirmaciones me imagino que será lo que quisiera hacer algún político local, que en su intento de meter a calzador en Avilés a Otea, la patronal de la hostelería, optó por denigrar el trabajo realizado en esta ciudad por una entidad como la UCAYC, y de paso ir también a por la Mancomunidad Comarca Avilés, que tildó de «chiringuito socialista». Un ‘chiringuito’ en el que participan los ayuntamientos y los alcaldes de Avilés, Castrillón, Corvera e Illas, que engloban a 115.788 habitantes, y que, por citar su último logro, ‘solo’ ha sido capaz de conseguir que el Ministerio de Industria, Comercio y Turismo, más el Principado de Asturias, le concedieran el Plan de Sostenibilidad Turística en la Comarca de Avilés, entre 301 candidaturas de toda España, y dotado con 2 millones de euros.
En el caso de Otea y su intento, legítimo, de entrar en Avilés, baste decir que presentó un proyecto para organizar en el pasado Antroxu de Avilés una actividad ‘singular’: los menús de Antroxu. Sin palabras, en la ciudad que los inventó.
El problema de Otea es que todo su despliegue en el resto de Asturias, respecto a la promoción gastronómica, palidece ante el hecho incontestable de que la mayoría de sus propuestas llevan años haciéndose en Avilés por parte de la UCAYC: ‘Bocados marineros’, ‘Menús de Antroxu’, ‘Bollo de Pascua’, ‘Queso y Vino’, ‘Famous Wine’, ‘Sabores de plaza en plaza’, Semana de la Tapa’, ‘Tapas de la Seronda’…
En cuanto a la representación, Avilés cuenta con dos personalidades de la hostelería: Juan Rivero, de Casa Tataguyo, y Rafael Bonilla, de Sal de Vinos, el primero en la Cámara de Comercio y el segundo al frente del gremio de hostelería de la UCAYC, los dos fieles y entusiastas embajadores de Avilés. Juan Rivero, convirtiendo su restaurante en el gran referente de la ciudad, y el segundo logrando poner el suyo en un lugar destacado, gracias al esfuerzo de su trabajo desde que era un crío y el conocimiento adquirido en el Náutico, Casa Lin, Jose’s y La Cofradía.
Y por último, otro tipo de ‘borrado’ que seguramente aplaudiríamos todos. El inicio de las ordenanzas en algunas ciudades, como Gijón, al que le seguirán poco a poco todas –incluida Avilés– para restringir cada vez más el acceso a los vehículos de más antigüedad en beneficio de los híbridos y eléctricos. Los datos se dan de bruces con esta pretensión política, que parece olvidar el momento que vive el mundo en general y la economía en particular. En el caso de los automóviles con la crisis de los microchips y los suministros, lo que nos da un baño de realidad: caída de ventas de coches en España en el primer cuatrimestre de un 12 por ciento; y aumento espectacular de la venta de coches de segunda mano y con más de quince años.
La discriminación positiva hacia los coches más caros lo que hace es discriminar y culpabilizar de alguna forma a las capas de la sociedad menos pudientes, pese a que pagan los mismos impuestos de la viñeta, ITV, zona azul, parkings públicos, IBI, IRPF…. Mensaje subliminal, supermoderno y superguay: el que no se pueda pagar un coche nuevo, que vaya andando. A eso se le llama una política integradora, que conecta con los problemas de la ciudadanía. Acabará en los juzgados, seguro, y a lo mejor alguien se encarga del ‘borrado’.
En todo caso existe una sentencia demoledora para quienes pretenden reescribir su paso por la vida: «Algunas cosas del pasado te pertenecen. Nunca las puedes dejar atrás». Y los demás también lo saben.
Publicado en La Voz de Avilés-El Comercio el 29 de mayo de 2022