Hoy fui a Gijón para una reunión en la sede del diario El Comercio, en el edificio Spaces, en el palacete del antiguo Banco Urquijo. Un lujo, se mire como se mire. (Tiene una cafetería espléndida, abierta al público. Recomendable cien por cien). Y allí , en las plantas nobles de ese edificio, ‘viven’ periodistas a diario. Otro lujo.
Mi coche es diesel y antiguo (yo sigo encantado con él, un cochazo), no tiene por lo tanto derecho a ningún tipo de distintivo ambiental, como el que se exige ahora según la normativa aprobada por el Ayuntamiento de Gijón. Resumiendo: puedo circular por las calles que quiera, las horas que me plazcan, pero a la hora de aparcar no puedo hacerlo en las plazas de la ORA, por lo que mi única alternativa es meterlo en un parking subterráneo, salvo que deje el coche en el extrarradio, en donde no hay ORA. (El estado de mis meniscos rotos e infiltrados periódicamente por el doctor Rodas no me aconseja largas caminatas y el AVE, que yo sepa, todavía no ha llegado a Gijón. Bueno, ni a Oviedo ni a Avilés, para qué nos vamos a engañar, por lo que lo de las famosas ‘lanzaderas’ deberá esperar).
No acabo de entenderlo. Puedo circular con mi coche diesel por todo Gijón, las horas que quiera, por las calles que me apetezca, pero a la hora de aparcar (Vade retro Satana, ‘Apártate de mí Satanás’), tengo que bajar, sí o sí, a los infiernos de un parking subterráneo. Prometo por mi honor que cuando aparco en la ORA no dejo el motor encendido, sino apagado. Es decir, cero emisiones. (Supongo, porque a estas alturas de la vida en este mundo en el que nos toca vivir vete tú a saber!).
Pues nada, esta mañana bajé al subterráneo de la zona. Entré a las 10,01 horas y salí a las 12,23. Es decir, 2 horas y 22 minutos. Y pagué 4,40 euros.
Si hubiese podido aparcar en una plaza azul de la ORA allí mismo habría pagado 2,35 euros, algo menos. (2 horas=1,90 euros; 30 minutos= 0,45).
Conclusión: le he regalado al Ayuntamiento de Gijón, por imposición de su alcaldesa y de su concejal de Movilidad, la bonita cifra de 2,14 euros por haber visitado su ciudad 2 horas y 22 minutos.
En fin: mi coche pasa todos los años la ITV (que la cobran bien, a precio de kilo de pixín o de oricios en temporada) y obtiene el visto bueno de su exigente control de gases para el periodo de un año, pago la viñeta municipal en mi pueblo, tengo el seguro al día, pago el gasoil como si fuera langosta del Cantábrico y no entiendo muy bien porqué puedo ir ahora con mi coche a Gijón, “atufar” por las calles que quiera, el tiempo que quiera, pero a la hora de aparcar tengo que ir directo a un parking subterráneo.
Entre otras cosas, está claro, para regalarle a la alcaldesa, a su concejal de Movilidad y a su equipo de Gobierno la módica cantidad de 2,14 euros.
¡Compañeros de El Comercio: nos veremos por Zoom, aunque sea a costa de perdernos el café en ese “space” envidiable!
Nota. -Espero y deseo fervientemente que mi experiencia y mi reflexión no sea la misma que la de cientos o miles de visitantes este verano en Gijón.
Avilés, 5 de julio de 2022