Ni el pancarteo más pueblerino se atreverá a poner en duda que la Feria de Muestras de Asturias, la cita obligada en el agosto gijonés, figura entre los acontecimientos sociales –también económicos– más relevantes del Principado si nos atenemos a su repercusión y a su poder de convocatoria. Solo se me ocurre citar a los Premios Princesa como algo que le supere, dado su carácter universal por su propia concepción y su trascendencia.

Si al final todos estamos de acuerdo en asertos como ‘Avilés, la gran desconocida’ o ‘Avilés, toda una sorpresa’ para referirnos al enorme potencial de esta ciudad para ‘venderse’ como destino turístico, social y económico, como un espacio físico a tener en cuenta a la hora de plantearse venir aquí a trabajar aprovechando circunstancias como el teletrabajo, no alcanzo a ver cuál es el problema para que Avilés no esté en la Feria de Muestras de Asturias con un stand propio, en solitario, sin cargas, sin complejos, que ponga en valor la oferta extraordinaria de un territorio lleno de alicientes y posibilidades.

El pasado día cinco de este mes, el ‘Telegraph’ publicaba un reportaje sobre Asturias y la definía «como si hubiera sido diseñada por un ingenioso algoritmo para mantener a todos felices». «Lo tiene todo», escribía la periodista del diario londinense, que cerraba su trabajo exponiendo que «el único enigma es por qué tan pocos británicos lo eligen para sus vacaciones».

Me llamó la atención que la periodista, en su exhaustivo recorrido por todos los rincones de Asturias situara a Avilés como una de las grandes ciudades referentes del Principado, al lado de Oviedo y Gijón. Me sorprende porque hasta hace un cuarto de hora eso no era lo habitual. Annie Bennett se refiere a la ciudad como la que, tras superar una imagen más ligada a la industria del acero, «recibe ahora a muchos más turistas, tanto de España como de otros países», muchos atraídos por «una mancha blanca futurista, diseñada por el prestigioso arquitecto brasileño Oscar Niemeyer».

Y uno echa a volar la imaginación y diseña un stand de preferencia en el recinto de la Feria de Muestras –¿por qué no uno permanente, que seguramente aceptaría encantada la organización de la Cámara de Comercio de Gijón, o es que la tercera ciudad de Asturias se merece menos?– en la que habría que ser capaces de condensar en ese espacio una oferta visual, económica, innovadora, social, cultural y deportiva que Avilés podría lucir con orgullo ante los cientos de miles de visitantes durante los quince días de duración. (724.314 personas visitaron la Feria de Muestras en 2019, el último año ‘normal’ antes de la pandemia sanitaria).

Una prueba del campeonato del mundo de Duatlón, con salida en el Centro Niemeyer. Foto: Marieta

Avilés en la Feria tendría la oportunidad de exhibir una obra única en España, el Centro Internacional Óscar Niemeyer, que en la actualidad ofrece una exposición universal como la de ‘Vuelta al revés del revés. España en la Bienal de Sao Paulo’. Extraordinaria y única.

Pero también podría ‘vender’ su otra marca económica, ligada a la industria, que es su razón de ser: la de la innovación, la de la ciencia y la tecnología, simplemente poniendo en valor los centros de I+D+i asentados en la ciudad, liderados nada menos que por un centro de referencia universal como el de ArcelorMittal, con varios de sus responsables en la cúpula directiva de la innovación mundial del acero.

Dentro de la economía y siguiendo con liderazgos mundiales, sería fácil exhibir el papel desempeñado por una empresa avilesina como Windar o Idesa, o Asturfeito en otros ámbitos. Y junto a ellos, la especialización de un puerto comercial que es un referente en Europa en el movimiento de sector eólico o en el del oil&gas.

¿Y por qué no exhibir la pujanza de un puerto deportivo, cada vez más visitado por embarcaciones francesas sobre todo –2 personas/3 noches de media–, camino este año de batir el récord de las 200 que entraron en tránsito en el año anterior de la pandemia? ¿Y el ‘Espacio Portus’, que nos habla de la historia de un puerto cuya importancia viene de la Edad Media? ¿Y por qué no explotar la imagen y la existencia de algo único en el mundo de la oceanografía como es el ‘Cañón de Avilés’?

La misma ciudad poseedora de un casco histórico envidiable, el mejor conservado de Asturias, para deleite de vecinos y visitantes que disfrutan de un ambiente que ya nada tiene que ver con las ‘penurias ambientales’ pasadas. Avilés, hoy, soporta menos contaminación atmosférica que Oviedo y Gijón –cuestión de datos, no de sensaciones–, aunque quede labor por hacer.

¿Hablamos de cultura en ese stand imaginario? Será fácil: el teatro Palacio Valdés defendido por los grandes autores y actores de este país que lo tienen como el gran destino de sus estrenos. En el aspecto musical, si el Ayuntamiento acabara por creérselo de una vez, exhibiría La Grapa como un acontecimiento internacional tras haberse convertido en uno de los festivales de soul más importantes de este país, pese a todas las trabas que año tras año se va encontrando ese fenómeno avilesino llamado Dani Allman y su equipo. ¿Deportes? Campeonato del mundo de Duatlón, campeonato de España de Atletismo, automovilismo…

Una de las máximas que nos enseñan los publicistas y expertos de márketing es que «lo que no se conoce, no se vende». Si en veinte días existe la posibilidad de que 800.000 potenciales visitantes conozcan «tu producto», no debería haber dudas. Y si la ciudad de Avilés merece la pena por tantas cosas y sigue siendo ‘la gran desconocida’, ‘la sorprendente’, igual debería estar exhibiéndose y luciéndose en la Feria de Muestras sin más dilación.