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José María Urbano

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Guerras y crisis

El cierre de un horno alto de ArcelorMittal se suma a un panorama inquietante en los ámbitos regional y local

La guerra de Ucrania, la pugna entre Estados Unidos y China por imponer su liderazgo como primera potencia mundial, el papel secundario de una Europa asfixiada por una serie de reglas -Acuerdo de París, lucha contra el cambio climático- que solo ella cumple, y en general la incertidumbre que hoy domina cada rincón de la sociedad -salvo ese insignificante tanto por ciento de los que dominan el mundo y conforman las élites en cada país- hace que el ciudadano asista espantado y exhausto a la letanía diaria de los medios sobre la economía y la crisis, la desaceleración, la recesión, la inflación… Un bombardeo permanente que la clase política solo hace que enmarañar aún más y lograr que crezca el desasosiego, el malestar y la desmoralización.

Paul Krugman, el Premio Nobel de Economía, señalaba hace menos de un mes en su colaboración habitual en el The New York Times que «dadas las amplias discrepancias en los datos económicos, los expertos (incluyéndome a mí, escribía él) tienen una libertad inusual para creer lo que quieran creer. Simplemente elige los números que dicen lo que quieres escuchar y pégalos».

Un poco antes se habían dado a conocer los datos de la inflación de Estados Unidos en el primer semestre, que alcanzaba máximos en cuarenta años, con una subida del 9,1 por ciento.

Mientras en nuestro país asistimos a un episodio más de esa incapacidad política de ponerse de acuerdo en las cuestiones de Estado, que son las que afectan de verdad al ciudadano, observamos cómo Alemania pide auxilio -lo nunca visto en el motor económico de Europa-, Macron avisa a sus compatriotas de que se «ha acabado la abundancia» -sería bueno que señalara quiénes son los franceses que viven en la abundancia más allá de las élites salidas de la ENA (Escuela Nacional de la Administración)-, y todos los países buscan una solución al grave problema económico que ha planteado la guerra de Ucrania, que se ha sumado a la crisis anterior de la pandemia sanitaria, la de la escasez de chips y semiconductores, las materias primas y el efecto dominó sobre sectores como el del automóvil. A partir de ahí todas las piezas se descontrolan.

Imagen de archivo de la línea de galvanizado de ArcelorMittal en Avilés. / LVA

Con este panorama es difícil hacer un análisis mínimamente riguroso sobre la situación que vamos a vivir en Asturias, por ejemplo en Avilés como ciudad industrial y de I+D+i ligada fundamentalmente a las grandes multinacionales industriales, ahora que han quedado atrás esas vacaciones desbordantes en todos los sentidos y cuando se inicia un nuevo curso.

En los últimos días, casi en las últimas horas, han entrado en vigor una serie de medidas de ‘ayuda’ al ciudadano. Todo lo que contribuya a rebajar las facturas de la luz y el gas en cada domicilio, como antes lo hizo la bonificación de los combustibles, es bienvenido. Lo mismo que el bono para el transporte público -la gratuidad en Renfe y Feve o la tarifa plana en Asturias-, que sin duda va a ser un éxito en todos los aspectos, una extraordinaria fórmula para promocionar el uso del transporte público, aunque sin olvidar que son ayudas temporales.

En todo caso, esas medidas no deben esconder que el verdadero problema, además de las consecuencias de una prolongación de la guerra de Ucrania, va a estar en saber si la industria en general va a resistir o si por el contrario se verá obligada a un cierre paulatino que, entonces sí, significaría el crack de la economía, el del empleo y una posible revuelta social ante una situación insostenible. Ojo.

Cuestiones dramáticas todas ellas, que nadie debería desdeñar, y que por eso hacen que el «juego político» y mediático de algunos, al que asistimos a diario, sea cada vez más insoportable.

De nuevo habrá que recurrir a los datos. ArcelorMittal acaba de comunicar la peor noticia que podría darse en esta rentrée: la parada de uno de los hornos altos de Gijón, cuyas consecuencias ya han sido repetidamente analizadas en estas páginas. Efecto cascada sobre el resto de instalaciones propias en Gijón y en Avilés, afectación de las empresas auxiliares, los puertos, el transporte por carretera… Y todo ello en plena negociación del plan de descarbonización y del HyDeal, el mayor proyecto de hidrógeno del mundo que lidera la propia ArcelorMittal.

Una medida, la del cierre de una instalación, que la propia compañía ya había puesto en marcha con anterioridad en Francia y Alemania, también en Sestao, y que tiene que ver con la caída general de la actividad económica mundial, los precios de la energía, el coste de los derechos de emisiones de CO2 y la eterna cantinela de la competencia desleal y abusiva de terceros países que no cumplen con las estrictas normas que aplica la Unión Europea a sus empresas. Y tampoco conviene olvidar que multinacionales como ArcelorMittal no solo no se conforman con ‘ganar menos’ en medio de una guerra y una crisis sin precedentes, sino que incluso quieren batir récords como el alcanzado por esta misma compañía en el primer semestre del año, nada menos que 7.800 millones de euros, un 30 por ciento más que en el mismo periodo del año pasado.

Estamos ante una situación muy compleja, que desde luego no se explica ni se remedia con algunos de los simplismos políticos que se escuchan estos días, en busca del titular y el desgaste del rival.

Y junto a todo esto, quedan cuestiones por resolver en este inicio de curso, posiblemente la más importante saber qué se propone hacer Saint-Gobain, después de que alguno de sus directivos se pasaran de frenada en España anunciando un recorte de empleo en Avilés y en Arbós (Tarragona), que luego se evidenció fuera de lugar al presentar un ajuste de plantilla como hechos consumados, en vez plantearlo dentro de una negociación interna.

En suma, el panorama es, como mínimo, inquietante.

Publicado en La Voz de Avilés-El Comercio el 4 de septiembre de 2022

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Sobre el autor

José María Urbano. Periodista. ExJefe de Redacción de La Voz de Avilés-El Comercio. Columnista de este periódico y director de AsturiasInnova+, el proyecto de divulgación de la innovación, la ciencia y la tecnología adscrito al Grupo El Comercio (Grupo Vocento). El relato de los hechos y los fundamentos de la opinión sólo pueden tener su base en el poder de los datos. En un mundo en el que imperan los clics, los shares, las notas teledirigidas, las ruedas de prensa sin preguntas y las declaraciones huecas en busca de un titular, hay que reivindicar el periodismo hecho por profesionales. Política, economía, cultura, deportes... la vida en general, tienen cabida en este espacio que pretende ir más allá de la inmediatez, la ficción y el ruido que impera apoyado en las redes sociales. El periodismo es otra cosa.


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