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Veinticinco años de la apertura del Guggenheim y treinta de ‘La Marcha de hierro’, hitos para reflexionar desde Avilés y Asturias.

¿Qué fue lo que disparó el museo? La gente de Bilbao. Tienen muy claro lo que quieren. Me encantó trabajar con ellos porque nunca sentí que tuviera que escribir un contrato ni nada parecido». La frase es de Frank Gehry, el arquitecto canadiense al que se debe la extraordinaria obra del Museo Guggenheim, y forma parte de la entrevista que figura en el número extraordinario de 108 páginas (sí, son de Bilbao) que publicó el pasado martes ‘El Correo’ -verdadero buque insignia del Grupo Vocento, al que pertenece EL COMERCIO-LA VOZ DE AVILÉS-, con motivo del 25 aniversario de la inauguración del icono que cambió para siempre la historia de la capital vasca.

Veinticinco años después de aquel acto de inauguración, y tras salvar las reticencias iniciales de una parte de la sociedad vasca, entre otros de gente de la cultura tan significada como Chillida o Ibarrola, por no hablar de las amenazas de ETA, a nadie le queda ya la menor duda de que el Guggenheim fue la clave para que Bilbao se haya convertido en una de las ciudades más importantes del mundo, con un modelo de desarrollo que se estudia en todas las universidades y que demuestra el poder de la cultura como motor de transformación económica y urbanística. Y también como una auténtica revolución para el modelo de museo tradicional, como significa en el mismo suplemento Miguel Zugaza, director del Museo de Bellas Artes de Bilbao, y posiblemente sin proponérselo, un modelo en sí mismo de lo que significa la atracción de talento para una ciudad -el retorno del talento más bien-, al situarse de nuevo al frente del Bellas Artes tras haber ejercido durante quince años como máximo responsable del Museo del Prado, considerada la mayor pinacoteca del mundo.

Exposición sobre automóviles históricos en el Guggenheim, comisariada por Norman Foster. / AINHOA GORRIZ

Como sucedió en la impresionante transformación de Barcelona 92, el Guggenheim fue el resultado de contar con un equipo de visionarios por un lado -aprovechando el declive industrial que supuso el Plan de competitividad de la siderurgia de 1992 que cerró de un plumazo la historia de nada menos que los Altos Hornos de Vizcaya-, y por el otro el consenso de todas las administraciones públicas -en el País Vasco se ignora casi siempre el papel del Gobierno central y su apuesta económica que fue decisiva-. Y a partir de ahí: seriedad, rigor, ideas claras y determinación para aprovechar el icono arquitectónico y convertirlo en la máquina tractora de una nueva realidad urbanística, con la participación de los arquitectos más prestigiosos del mundo. Bilbao, hoy, una postal.

Los últimos datos que recoge ‘El Correo’ son definitivos: 1 millón de visitas al año (61% extranjeros), 215 exposiciones, muestras de más de 18.000 obras de arte, 21.908 ‘amigos del museo’ y 139.676 seguidores en community… A lo que hay que añadir los 6.516 millones de euros que suma el gasto directo en el País Vasco asociado al museo; un impacto en el PIB de 5.884 millones y mantenimiento de una media de 5.420 empleos anuales.

A modo de curiosidad, cuando estas líneas se escriben desde Avilés, el especial de ‘El Correo’ ofrece un apartado a ‘Las 25 dedicatorias más famosas’ (tras su visita al museo). La lista la encabeza Brad Pitt. Curioso también, y para seguir reflexionando, que se explique que el famoso actor se incorporó en 2001 como becario al estudio de Frank Gehry de Los Ángeles y años más tarde ambos impulsaron un tipo de vivienda que primara el uso de materiales sostenibles y económicos, saliendo por ejemplo en ayuda de los damnificados del huracán Katrina. Y que en 2016 Gehry y Pitt obtuvieron el Premio Nacional de Diseño de Estados Unidos.

La marcha a Madrid

Se conmemoran también este mes los treinta años de ‘La Marcha de hierro’, la magna manifestación protagonizada por trabajadores siderúrgicos de Asturias y el País Vasco, que durante dieciocho días recorrieron a pie la distancia entre sus capitales respectivas y Madrid para reivindicar ante el Ministerio de Industria una serie de ajustes de aquel Plan de competitividad de la siderurgia del 92, que en una primera lectura anunciaba un recorte de 9.707 empleos.

Treinta años después y más allá de los recuerdos y las anécdotas que pueda exponer cada uno de los protagonistas de aquella marcha y también los miles de personas que siguieron atentamente aquella hazaña a través de los medios de comunicación -entonces ni existía internet, ni redes sociales, ni teléfonos móviles-, sería importante quedarse con lo sustancial. Y lo sustancial es que aquel plan de competitividad, que definitivamente tenía que reordenar la siderurgia española y europea tras los intentos fallidos de los años ochenta, contó con una reivindicación histórica, como fue esta primera marcha, pero con el convencimiento de que el futuro también pasaba por la negociación, por la aportación de soluciones desde el ámbito sindical, que no hacía más que aprovechar el conocimiento de los propios trabajadores de la siderurgia a los que se representaba. Incluso durante los días de la marcha -y no digamos antes y después- hubo conversaciones de ‘mesa camilla’ para tratar de encontrar puntos de encuentro y soluciones a un plan traumático, pero que a la vez aseguraba la permanencia de la siderurgia integral en Asturias, como luego se demostró. Hoy, treinta años después, asistimos a un nuevo ‘plan de competitividad’ de la siderurgia en Asturias, seguramente más difícil que aquel, simplemente porque la complejidad del mundo que nos toca vivir, en una nueva era llena de dificultades, lo complica todo mucho más.

En cualquier caso, el aniversario del Guggenheim y ‘La Marcha de hierro’ debería servirnos en Asturias, y nada digamos en Avilés, para no olvidar que esas dos historias están llenas de detalles que deben ayudarnos a reflexionar y sacar conclusiones sobre nuestros propios errores y sobre el camino a seguir.

Publicado en La Voz de Avilés-El Comercio el 23 de octubre de 2022

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Sobre el autor

José María Urbano. Periodista. ExJefe de Redacción de La Voz de Avilés-El Comercio. Columnista de este periódico y director de AsturiasInnova+, el proyecto de divulgación de la innovación, la ciencia y la tecnología adscrito al Grupo El Comercio (Grupo Vocento). El relato de los hechos y los fundamentos de la opinión sólo pueden tener su base en el poder de los datos. En un mundo en el que imperan los clics, los shares, las notas teledirigidas, las ruedas de prensa sin preguntas y las declaraciones huecas en busca de un titular, hay que reivindicar el periodismo hecho por profesionales. Política, economía, cultura, deportes... la vida en general, tienen cabida en este espacio que pretende ir más allá de la inmediatez, la ficción y el ruido que impera apoyado en las redes sociales. El periodismo es otra cosa.


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