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José María Urbano

Dame buenas noticias

Alemania y Draghi

El mensaje que recibe la UE obliga a aprovechar las actuales fortalezas industriales de Asturias y no caer en la ensoñación. 

La guerra de Ucrania tras la invasión rusa y el caos energético generado a nivel mundial, la otra guerra tecnológica China-USA, el covid y sus consecuencias no sanitarias, la crisis de los semiconductores, la pelea por controlar las tierras raras, la pesada, compleja y lenta administración europea… Ingredientes indispensables para un cóctel explosivo en la Unión Europea, en donde pueden cumplirse los peores pronósticos sobre la industria: la destrucción de cientos de miles de empleos. No será por avisos.

Asturias, Gijón y Avilés como ciudades claves en el desarrollo y el mantenimiento de la siderurgia integral, el corazón industrial de esta región. Uno de los mayores recursos de la banalidad política que nos toca soportar, entretenida desde hace meses en preguntar casi a diario «por el proyecto del DRI de ArcelorMittal» previsto para la planta gijonesa, que cuenta con 450 millones de euros de fondos europeos adjudicados por el Gobierno de Pedro Sánchez. Mismas preguntas, mismas respuestas. Ping-pong. La oposición pregunta y el Gobierno regional contesta, la delegada del Gobierno dice que está al caer y el Gobierno central que hay dificultades y por si faltaba algo el ministro de Industria dice hace cuarenta y ocho horas en su visita a Fertiberia que la siderurgia integral en Asturias está asegurada, «lo lidere Arcelor o quien sea».

Quien tiene la respuesta no es el político de turno, sino la empresa. Y ésta lleva meses señalando que ni en Asturias ni en toda la Unión Europea se dan las condiciones para afrontar un proyecto de DRI. De hecho, ArcelorMittal no ha iniciado ni uno solo de los anunciados por los gobiernos correspondientes y para los que cuenta con los mismos fondos europeos que en España. Ni Francia, ni Bélgica, ni Alemania, pese a que esos tres países tienen ventaja en los costes de la energía. Este periódico lleva meses informando sobre ello. Por eso, es decepcionante y cansino ese juego político que no conduce a nada, salvo a seguir generando incertidumbre y desasosiego en la sociedad.

Imagen de una de las plantas de fabricación de Volkswagen en Alemania. E. C.

En los últimos días han tenido que coincidir dos hechos relevantes que nos explican el problema que tenemos en el Principado de Asturias y el que tienen todos los países europeos en general: el anuncio del grupo Volkswagen en Alemania y el ‘Informe Draghi’ presentado en la Comisión Europea y que habla de la nueva realidad tecnológica, energética y geopolítica en la que Europa se juega su futuro. Va perdiendo.

El martes de esta semana, el Grupo Volkswagen rescindió oficialmente el acuerdo de garantía de empleo, vigente desde 1994 y que se iba a prolongar hasta 2029. Eso hará que a partir del 30 de junio de 2025 podría proceder a despedir a 120.000 trabajadores en Alemania, de los 300.000 que tiene en la actualidad (600.000 en todo el mundo) y al cierre de fábricas. La medida se anuncia para todos, desde los directivos a los estudiantes en prácticas y temporales.

¿Qué ha sucedido para que el motor industrial alemán, con 87 años de historia, el mayor productor de automóviles de Europa, anuncie esta hecatombe? Respuesta sencilla: simplemente el efecto de un cambio de era en el mundo. Respuesta con datos: hundimiento en China, en donde tiene el 40 por ciento de sus ventas; caída de la demanda de vehículos eléctricos, una de sus apuestas; la competencia de los coches chinos, más baratos; déficit de ventas en 500.000 coches, lo que supone la carga de trabajo de dos fábricas completas; fracaso en su plan de ahorro de 10.000 millones de euros en 2026 y alcanzar un margen operativo del 6,5%; fracaso también de ‘Cariad’, un programa interno para el desarrollo de software para el coche eléctrico… Y para añadir: la economía alemana –la histórica locomotora europea– se contrajo un 0,3 por ciento el año pasado y se prevé un aumento del 0% del PIB en 2024, rompiendo así una etapa de diez años de crecimiento continuo. No está solo el grupo VW en esta crisis, hay otras multinacionales alemanas que le acompañan, como por ejemplo los gigantes BASF, Siemens o ThyssenKrupp.

¿Nos apetece seguir jugando en Asturias sobre el DRI de ArcelorMittal o no sería mejor avanzar lo máximo posible en otras cuestiones relevantes de la misma compañía que podrían beneficiar y asegurar el futuro? Aprovechar el propio negocio que da la descarbonización, asegurar la electrificación de la acería LD III, tratar de convertirse en un hub industrial para apuntalar más en Avilés el negocio del ‘Magnelis’, clave para todo lo relacionado con la construcción solar, estantes, remolques o automóvil, aprovechando que aquí se asienta uno de los centros neurálgicos de su producción junto con Gante y Lieja (Bélgica) y Bremen (Alemania). Asturias como polo de referencia a nivel europeo, incluso mundial, si a ello unimos la importancia del carril, el alambrón y la chapa gruesa de Gijón, claves en sectores como el de la construcción, infraestructuras o energías renovables como la eólica. Y, por supuesto, seguir apostando por su centro de I+D+i.

El futuro va por ahí, salvo que elijamos el camino de la ensoñación pensando en atraer a grandes empresas industriales o proyectos extraordinarios. Y sí, el DRI sería el sueño que nos aseguraría durante años la permanencia de la multinacional en Asturias, pero el drama actual de la industria europea no lo vamos a resolver aquí.

En cualquier caso, ante ese avispero político casi diario, quedémonos con las palabras del ministro de Industria, que a lo mejor encierran más claves de las que nos podamos imaginar.

 

Publicado en La Voz de Avilés-El Comercio el 15 de septiembre de 2024

 

 

 

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Sobre el autor

José María Urbano. Periodista. ExJefe de Redacción de La Voz de Avilés-El Comercio. Columnista de este periódico y director de AsturiasInnova+, el proyecto de divulgación de la innovación, la ciencia y la tecnología adscrito al Grupo El Comercio (Grupo Vocento). El relato de los hechos y los fundamentos de la opinión sólo pueden tener su base en el poder de los datos. En un mundo en el que imperan los clics, los shares, las notas teledirigidas, las ruedas de prensa sin preguntas y las declaraciones huecas en busca de un titular, hay que reivindicar el periodismo hecho por profesionales. Política, economía, cultura, deportes... la vida en general, tienen cabida en este espacio que pretende ir más allá de la inmediatez, la ficción y el ruido que impera apoyado en las redes sociales. El periodismo es otra cosa.


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