Una vez más Podemos ignora la opinión del ciudadano y evita analizar las causas del cese de sus dos concejales
Será poco lo que quede ya por decir y explicar sobre la retirada de competencias-cese de los dos concejales del Ayuntamiento de Avilés pertenecientes a Podemos, formando parte de la coalición electoral Cambia Avilés junto a Izquierda Unida. Se trata de una crisis en toda regla del gobierno municipal, que hasta donde llega el recuerdo y la memoria no tiene antecedentes desde la primera Corporación democrática de 1979. En todo este tiempo ha habido crisis importantes, tanto en las relaciones de los gobiernos PSOE-IU –asunto privatizaciones de gestión, por ejemplo–, como en la censura a algún concejal por alguna cuestión concreta –desde esta página se llegó a pedir la dimisión de algún/a responsable de área–, pero nunca se había asistido a un decreto de cese de dos concejales firmado por la alcaldesa como ha sucedido en este caso.
Al margen de que se hayan explicado ya todos los detalles por parte y parte, es conveniente evitar que se vaya en lo personal más allá del hecho administrativo y de las razones que se han expuesto para tomar una decisión en la que la alcaldesa ha firmado el decreto, pero sin olvidar que IU –socio de Podemos en Cambia Avilés– ha argumentado con más datos el porqué de la medida adoptada y su total acuerdo con la misma.
A mi modo de ver, en toda esta historia se echa en falta un aspecto que debería ser clave: la ausencia de autocrítica por parte de Podemos, el partido de los dos concejales cesados. Como es difícil asimilar que los responsables y los militantes de Podemos no pisen la calle y escuchen lo que en ella se dice por parte de los ciudadanos, habrá que convenir en que Podemos, una vez más, desde su fundación en 2014, sigue pensando que fuera de su círculo interno todo lo demás es casta o ‘sospechoso de algo’.
Y se vuelve a equivocar. No merece la pena recordar aquí alguno de los pasajes más delirantes de la democracia española protagonizados por su gran líder, sin que eso signifique olvidar tampoco las infames y delictivas campañas sufridas a nivel personal y como formación política. Pero en este caso de Avilés, la censura a los dos concejales cesados no viene solo por parte de sus socios de gobierno municipal, sino por toda la ciudadanía. Posiblemente sin excepción, salvo que alguien haya optado por ponerse anteojeras o tapones en los oídos.
Se trata de dos concejales a los que se les paga su liberación total, su exclusividad en el trabajo que realizan en el Ayuntamiento. Y en este caso no hacía falta merodear por el edificio consistorial para saber que tanto en el ámbito de los festejos, sobre todo, como en el de las licencias, y también en el deporte, el malestar ha ido ‘in crescendo’ con la gestión de estas dos personas.
Lo de festejos, a cara descubierta ante todos los ciudadanos. Se trata además de una disciplina que no requiere inventarse nada porque cada fiesta viene marcada en el calendario. No hay sorpresas en ese sentido, lo que requiere mayormente es ajustarse a los tiempos de tramitación para todo lo que se necesita en una organización de este tipo. Pero la realidad es que en dos años no ha habido un programa festivo que no haya estado salpicado de problemas.
Respecto a las licencias de actividad, también dependientes de la misma concejala, solo es necesario observar lo que sucede en el centro de Avilés y en barrios como el de Versalles, por ejemplo, en donde las terrazas, sus dimensiones, su ubicación y la ausencia de un criterio sobre aspectos como la recogida del mobiliario da paso a un desorden que en algunos casos se ha saldado con multas de hasta 800 euros por alguna nimiedad denunciada por alguien que no soporta la competencia, mientras se hace la vista gorda con casos mucho más sangrantes.
Por último, el runrún sobre la ausencia de esta concejala a las reuniones que por sus responsabilidades y su liberación estaba obligada a asistir supongo que también le habrá llegado a Podemos. En caso contrario, sería el único partido de la Corporación que lo ignorara.
Y respecto al conocimiento del otro concejal sobre la concejalía de Deportes, lo mejor sería escuchar a los responsables de los diferentes clubes que practican deporte en Avilés.
La lección que nos deja esta crisis y su desenlace es que la política, como cualquier otro desempeño profesional –y en estos dos casos se paga por ello– debe tener una exigencia máxima, primero sobre la capacitación y luego sobre el rendimiento de cada uno de los concejales, a los que hay que concederles un plazo de adaptación y aprendizaje a disciplinas que no tienen porqué dominar cuando llegan a sus puestos, pero a continuación deberán responder por su dedicación, su rendimiento y sus resultados, exactamente igual que en la empresa privada.
Todo lo demás forma parte de ese ‘juego político’ que cada día irrita más y se distancia más del ciudadano, que lo que quiere es que las cosas funcionen relativamente bien, aunque también esté dispuesto a entender algunos errores concretos. Pero aquí se habla de otra cosa.
Y este análisis y reflexión es lo que, en mi opinión personal, no ha querido hacer Podemos en Avilés, que fiel al estilo marcado desde Madrid casi desde sus inicios, prefiere hablar de «purgas», «traiciones» y «venganzas» –dos años después de silencio absoluto–, antes de reconocer que sus concejales estaban creando un problema de credibilidad en algunas áreas al equipo de Gobierno, pero sobre todo –lo más importante– estaban decepcionando a una ciudad entera. Y ahí, sobre la opinión de los ciudadanos, no hay ‘juego político’ ni disculpa que valga.
Publicado en La Voz de Avilés-El Comercio el 23 de febrero de 2025