JOSÉ MARÍA URBANO
El 15 de febrero de 2001 conseguí para mi periódico, La Voz de Avilés-El Comercio, una exclusiva mundial: Aceralia, Arbed y Usinor han aprobado su fusión para crear el gigante mundial del acero. El número uno en producción, negocio y trabajadores. Cuarenta y ocho horas después, a las ocho de la mañana, las tres compañías confirmaban la noticia y pedían la suspensión de sus cotizaciones en las bolsas de Francfort, París y Madrid. Era un viernes. El lunes se presentaba oficialmente la fusión en el Hotel Conrad de Bruselas.
De los recuerdos que guardo de las reacciones y consecuencias de aquella información hay una que me quedó grabada. Un compañero de profesión me preguntó abiertamente si no había aprovechado aquella información que había manejado (exactamente desde el mes de diciembre anterior) para apostar en Bolsa, sabiendo que el impacto de aquella noticia iba a repercutir en la cotización de las tres compañías, se suponía que al alza. La verdad es que aquella observación me causó gracia, la misma que le habría causado a cualquier periodista que se preciara y que valorara su profesionalidad e integridad como su mejor arma para manejarse en este oficio.
Nunca le di vueltas a aquello. En nuestro país, la Ley 24/1988 del Mercado de Valores y el artículo 285 del Código Penal contemplan como delito el uso de información privilegiada de forma directa o por personas interpuestas de cualquier clase de valores o instrumentos negociados en algún mercado organizado, oficial o reconocido, con penas de prisión de uno a cuatro años, multa e inhabilitación especial para el ejercicio de profesión o actividad de dos a cinco años. Y en casos agravados, prisión de cuatro a seis años.
Donald Trump, el delincuente (condenado por 34 delitos), golpista, homófobo y racista presidente de Estados Unidos, con un comportamiento de cuatrero que lo mismo dispone a su antojo de países que quiere someter, territorios que quiere anexionar, deportaciones masivas de latinos o aranceles con los que ‘castigar’ a todo el mundo, según una tabla ideada por sus asesores cuyos fundamentos y desarrollo no pasaría de un trabajo de quinto de bachiller, anunció que los aranceles aplicados a todos los países sin excepción –incluidas las islas Heard y McDonald, en el Océano Austral, en donde solo viven focas y pingüinos- entrarían en vigor el miércoles 9 de abril.
A China le imponía unos aranceles del 125 por ciento, y de los demás países llegó a señalar que estaban muertos de miedo y que querían negociar: “Me besan el culo”, dijo.
Pero ese mismo día, horas de antes de la entrada en vigor de los aranceles, Trump lanzó en su propia red social, Truth Social, un primer mensaje pidiendo calma a todo el mundo porque Estados Unidos iba a recuperar todas sus fortalezas, y poco después, el gran mensaje, en mayúsculas: «THIS IS A GREAT TIME TO BUY! (¡Este es un gran momento para comprar!)».
El mensaje lo firmaba con sus iniciales DJT, que coinciden con la abreviatura de su empresa de medios, Trump Media&Technology Group.
Las reacciones no se hicieron esperar. Wall Street, en depresión desde hacía varios días, se disparó en positivo, lo mismo que el Nasdaq, el índice de las tecnológicas, que cerró con una subida del 12 por ciento, su mejor sesión desde 2001. Este miércoles, las ganancias de los multimillonarios fue de 304.000 millones de dólares, según el índice de multimillonarios de Bloomberg, formando parte de ese paquete el sector tecnológico e industrial, incluidos los siete mayores tecnológicos, los ‘Magnificent Seven’.
Elon Musk ganó 36.000 millones de dólares gracias al alza de Tesla (+22por ciento). El mayor aumento de la capitalización de mercado de la historia en un solo día corrió a cargo de Nvidia (chips), que incrementó su valor en 439.900 millones de dólares.
Dos conclusiones. Trump y su equipo, ante el runrún en contra de los grandes emporios industriales y financieros norteamericanos, incluidos los recelos entre los suyos, los republicanos, optó por volver a jugar en su calidad de gran cuatrero del mundo y paralizó momentáneamente los aranceles durante noventa días para que sus ‘amigos’ recobraran lo perdido e incluso ganaran dinero de una forma escandalosa.
Y en el aire, pocas dudas: la utilización de información privilegiada para las élites multimillonarias, dejando en la estacada a millones de personas que habían sufrido antes las caídas brutales de las bolsas y que más tarde no han tenido capacidad económica para poder reaccionar.
Desde aquel lejano 2001 de la suspensión de las cotizaciones de Aceralia, Arbed y Usinor en las tres bolsas europeas, uno nunca entendió que alguien pudiera pensar que se podría haber sacado provecho personal de una exclusiva mundial periodística, pero no es menos cierto que la ingenuidad no llega al extremo de pensar y saber que ¡cuánta información privilegiada se utilizará a diario en nuestro país y en el mundo por parte de las élites que lideran empresas y negocios!
Lo que menos se esperaba es que esto pudiera hacerse por parte de quien amenaza con poner la economía del mundo patas arriba desde el sillón de su imperio. Y sin que pase nada.
Avilés, 10 de abril de 2025