La propuesta de recortes de Saint-Gobain a su plantilla de Avilés debe alertar a toda la región sobre su futuro
Vivimos en un tiempo en el que lo asombroso ha dejado de ser raro, provocando una especie de anestesia emocional que te mantiene cada día más alejado de esa sobrecarga de estrés provocado por lo que te bombardea cada minuto por tierra, mar y aire. De las últimas horas: que se investigue a otro golfo (presunto) de la política ya no te sorprende, aunque en este caso en concreto era el que nos decía que ‘Hacienda somos todos’, el mismo de la amnistía fiscal para evasores ricos o el que, según se desvela ahora, se permitía el lujo de amenazar a algún periodista ‘incómodo’ –sigue habiendo ‘montoros’ en este país y en esta región–, hasta el punto de que hemos conocido el relato de una persona que durante un tiempo fue asiduo de tertulias televisivas y que tras recibir la amenaza de ese ministro le llovieron las inspecciones fiscales, los embargos, dejó de tener trabajo y buscó salida en una sobredosis con las pastillas que le robó a su madre de la mesita de noche.
A mi modo de ver, lo más grave de este asunto es descubrir que las leyes, las normas, las bajadas de impuestos para algunos las redactaban los servicios jurídicos de gasistas multinacionales, que enviaban al ministerio por correo los textos concretos o correcciones sobre los mismos. Es decir, el país, los impuestos, quedan directamente en manos de los intereses de un sector determinado. Es como lo del famoso ‘apagón’ de abril. No se puede decir qué empresas fueron las culpables, con nombres y apellidos, porque existe un compromiso de confidencialidad. Así que, ni se da a conocer su identidad ni se les multa por su error o desidia. Pruebe usted con un mínimo despiste con Hacienda, a ver qué tal le va la vida.
No hay consuelo para este estado de insensibilización cada vez mayor, lo que facilita el auge de los extremismos antisistema, pero no pensemos tampoco que esto solo nos pasa a nosotros. En Estados Unidos, en donde el individuo que no hace falta ni nombrar sigue dispuesto a poner patas arriba al mundo entero, se podía leer este jueves en el Washington Post cuál era la noticia más destacada o más vista por los millones de suscriptores de su digital. Ni la inflación, ni la emigración, ni los líos de este sujeto con el caso Epstein –tráfico sexual con menores– ni con ese largo etcétera de sobresaltos diarios a los que nos tiene acostumbrados. La noticia más leída era ésta: «Es posible que te estés engañando a ti mismo sobre la mantequilla de maní, además de otros cinco errores en las proteínas».
Nassim Nicholas Taleb, pensador cada vez más citado, propone en obras como ‘Antifrágil. Las cosas que se benefician del desorden’ o ‘El cisne negro’ una nueva forma de entender las incertidumbres, el caos y la fragilidad en nuestras vidas y sistemas. «Hay que prosperar en el caos, hay que aceptarlo, anticiparse, adaptarse y aprender del estrés». Tras criticar la sobredependencia en modelos matemáticos y expertos desconectados de la realidad, el autor promueve la sabiduría práctica, la heurística y el aprendizaje por experiencia.
Podemos reflejar un caso práctico en esta región, en esta ciudad y comarca. Saint-Gobain, la multinacional francesa que lleva aquí más de setenta años, cerró de la noche a la mañana su planta de Sekurit, en su día un modelo en Europa, en donde llegó a ser uno de los líderes en ventas desde aquí. Ni se planteó otra salida, ni siquiera analizó un cambio de giro aprovechando un PERTE de reindustrialización que, dicen ellos, hasta ignoraban. En Avilés queda ahora su planta de Glass o construcción, que depende de la inversión en un nuevo horno. O eso o el cierre. Van a contar con fondos europeos, es decir, públicos. Falta simplemente tomar la decisión de compensar a un territorio al que pertenecen desde 1952. La resolución debe aprobarse en su sede parisina de La Défense, pero por lo que se ve los responsables españoles necesitan llegar allí con una propuesta que ‘aligere’ el presupuesto final y no se les ha ocurrido otra cosa que decidir que la factura la paguen también los trabajadores actuales y futuros de Saint-Gobain Avilés. Será a costa de derribar todos los derechos que los trabajadores y los sindicatos han ido adquiriendo con el paso de los años tras demostrar sobradamente que esta plantilla fue un ejemplo en el mundo por su efectividad y competitividad.
Propuesta de la empresa para llevar a París, sin asegurar que el horno vaya a ser aprobado, y que debería aceptar la plantilla: recortes en las tablas salariales, moderación salarial en los próximos cinco años, la formación para nuevos trabajadores se realizaría a un nivel de ‘becario’, para entendernos todos; rebajas salariales para los nuevos; eliminación de ventajas sociales adquiridas como la de ayuda a vivienda o becas, ‘revaluación’ de las indemnizaciones, voluntariedad del contrato relevo, reducción al 70% de la primera baja médica, que hasta ahora se abonaba al 100%. (Saint-Gobain tuvo en 2024 unos beneficios récord de 4.000 millones de euros).
¿Cómo le llamamos a esto? ¿Los derechos adquiridos durante años, sin duda a cambio de algo también beneficioso para la empresa, dónde quedan? ¿Anestesia emocional o chantaje directo para cientos de familias que empiezan a vislumbrar que en muy poco tiempo Saint-Gobain puede dar otro gatillazo en Avilés como vimos con Sekurit y va a a huir, como primero hizo la insaciable e incalificable Alcoa?
En este caso Taleb emplazaría a toda la sociedad asturiana a reaccionar con inteligencia para evitar el colapso de un cierre. O eso o dedicarnos a estudiar el maní y las proteínas, al más puro estilo americano.
(En la imagen, manifestación en El Parche contra el cierre de la planta de Sekurit de Avilés, mayo de 2024. E. C.).
Publicado en La Voz de Avilés-El Comercio el 20 de julio de 2025