Avilés y su comarca aporta a la región ejemplos prácticos para aprovechar sus realidades en la construcción del futuro
Dos empresas norteamericanas van a empezar a operar en las próximas semanas en el valle de Tamón, en el emplazamiento surgido a raíz de la llegada de DuPont hace treinta y cinco años. Se trata de Arclin, que acaba de comprar el negocio de aramidas de la multinacional, y de Qnity, la división de electrónica que se va a escindir de la propia DuPont a partir del próximo día 1 de noviembre. En este segundo caso no se trata de un ‘desembarco’, sino de la continuidad de su actividad, con unos ochenta trabajadores, pero desligada ya de DuPont.
Estamos ante dos ‘nuevas’ empresas en Asturias que van a aportar no solo su propia actividad, sino que se puede esperar de ellas que, siguiendo el modelo de DuPont, puedan ampliar sus objetivos iniciales con nuevas propuestas que añadir a su porfolio o estableciendo alianzas de colaboración con otras empresas del Principado.
Arclin es una compañía estadounidense especializada en materiales avanzados para construcción, energía y protección industrial. Sus especialidades podrían tener aplicación directa en sectores estratégicos asturianos como la eólica marina, defensa, la rehabilitación urbana o la industria química.
Por lo que respecta a Qnity, con más de cincuenta años de experiencia, se presenta como una empresa de electrónica avanzada y como líder tecnológico puro en la cadena de valor de los semiconductores. Está vinculada además a empresas que representan el 80 por ciento del mercado global de semiconductores, lo que le da una gran ventaja competitiva. Cuenta con más de 40 plantas de fabricación y 20 laboratorios de investigación.
Nos encontramos por lo tanto ante dos actores que cuentan con capacidad de suministro y tecnología probada, que representan el tipo de inversión que merece la atención institucional, tanto por lo que ya hacen –sobradamente testado– como por lo que podrían hacer. Supongo que una de las primeras tareas del Gobierno regional será la de ‘presentar credenciales’ ante estas dos compañías para exponerles las ventajas competitivas de Asturias y pedir que en ambos casos consideren el Principado como un sitio idóneo para invertir y crecer. No hablamos de futuribles, sino de realidades que hay que utilizar y sacar provecho.
En ese sentido de aprovechar ‘realidades’, no deja de llamar la atención el escaso apoyo institucional que se presta a posicionar el puerto de Avilés como un enclave de primer nivel como zona logística y de tráficos relacionados con las energías renovables, y más en concreto con la eólica marina. No hay constancia de que ese objetivo se haya planteado a ningún nivel ni en ningún foro más allá de las generalidades a la hora de hablar de «los dos puertos asturianos», como si plantear las potencialidades del de Avilés en solitario no estuviera bien visto en esta región.
Este jueves pasado, según recogía el diario económico francés ‘La Tribune’, se firmaba en Anglet un acuerdo de colaboración entre los puertos de Burdeos, Bayona, La Rochelle y Rochefort-Tonnay-Charente con el de Bilbao, formando un eje atlántico para fomentar la colaboración en el desarrollo de la energía eólica marina. El acuerdo busca establecer un corredor logístico entre Nueva Aquitania y el País Vasco, optimizando el transporte de componentes eólicos y fomentando la innovación. Se espera que esta cooperación genere empleo local, atraiga inversiones y fortalezca la competitividad regional.
¿Y por qué no podría estar Avilés en ese corredor atlántico de colaboración transfronteriza? Pocos puertos en Europa podrán presumir de haberse convertido en un centro de fabricación, almacenamiento, montaje y embarque de grandes piezas de eólica marina a nivel internacional, además de otras de energías renovables. En Avilés se han embarcado 18.000 piezas para treinta proyectos de parques eólicos terrestres y marítimos desde 2012. Por eso hay que aplaudir la decisión de la Autoridad Portuaria de presentar alegaciones para optar a los fondos del Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico para la concesión de ayudas. En suma, otra ‘realidad’ que convendría apoyar desde el ámbito institucional asturiano para su desarrollo.
Otro ejemplo más, el de la defensa. Han corrido ríos de tinta en Asturias con la anunciada llegada de Indra y lo que eso va a suponer para Asturias, hasta el punto de que ha habido discursos que anuncian que será este sector el que se encargue de la reindustrialización (sic) del Principado. Sería conveniente que nos explicaran algo más al respecto porque lo que sabemos hasta ahora es poco y desde luego seguimos sin una definición industrial clara de lo que se va a hacer. De momento sabemos que Indra va a competir con General Dynamics, plenamente asentada en Trubia. Y poco más.
En Euskadi, referente no solo para lo que nos interesa, el Plan Industrial 2030 confía al sector de la defensa –aunque no lo nombre para no ‘enfadar’ a EH Bildu– un protagonismo clave, empleando a 8.732 personas y aportando 750 millones de euros al PIB vasco. Y con ideas claras en sus tres compañías tractoras de desarrollo dual en defensa, civil y militar: ITP (motores de avión), Sapa (vehículos blindados y sistemas terrestres) y Sener (defensa aeroespacial y electrónica, sistemas de guiado de misiles y satélites de observación terrestre).
En Asturias hay que aprovechar mucho más las ‘realidades’ frente al power point, lo tangible frente a las ‘apuestas’. Hay que dejar de mirar al futuro en abstracto y construirlo desde sus fortalezas reales.
(En la fotografía, imagen promocional utilizada por la compañía Qnity Electronics. E. C.).
Publicado en La Voz de Avilés-El Comercio el 28 de septiembre de 2025