Windar avisa de un desafío global a la industria que requiere análisis y estrategia para proteger el empleo
La pérdida de un solo puesto de trabajo supone un fracaso personal, colectivo, empresarial y social de primera magnitud. Como suena. Para la persona que lo padece, no estamos ante una pérdida material, sino ante la fractura de su propia identidad, con un efecto dominó con el que se puede venir abajo todo su contexto existencial y el de su familia. Para la empresa que lo despide (la negación de su propia existencia) supone un golpe a su reputación, en la mayoría de los casos pérdida de capital humano y generación de desconfianza interna. Para la comunidad, en un aspecto puramente mercantilista, un consumidor menos, posiblemente un ciudadano que valore el tener que abandonar el territorio en busca de futuro, y si se consolidase la tendencia, el empobrecimiento del propio ámbito geográfico.
Por increíble que parezca, una decisión del atrabiliario presidente de Estados Unidos con la suspensión o aplazamiento de proyectos de energías renovables y de eólica offshore en las costas de Estados Unidos ha provocado de momento el despido de 25 trabajadores de Windar Renovables, la multinacional asturiana con sede en Avilés, que ha visto cómo se venía abajo uno de los proyectos que estaba dando empleo aquí y en Galicia, más todo el negocio añadido a la logística y sobre todo el puerto de Avilés. No ha habido acuerdo sobre las condiciones del ERE (en principio, con concesiones por encima de lo señalado oficialmente) y el asunto acabará seguramente en los tribunales para dirimir el despido. Anteriormente, la empresa ya había trasladado a 43 trabajadores a las instalaciones que comparte en Fene (Ferrol) con Navantia para tratar de minimizar esa pérdida de proyectos comentada, aún a costa de tener que despedir a los trabajadores de contratas de Galicia con los que se operaba
Windar Renovables, hoy propiedad del fondo de inversión británico Bridgepoint, mantiene de momento el mismo espíritu con el que nació en 2007 en el seno del Grupo Daniel Alonso. Es decir, ejemplar. Se podrían exponer aquí las condiciones laborales y económicas de los desplazados a Galicia o de los afectados ahora por el ERE. Y no variaría nada, todo lo contrario, aquella forma de entender y respetar a sus plantillas, hasta el punto de que posiblemente haya sido el único grupo industrial asturiano que, contando en su día con más de 3.500 trabajadores en el Principado, jamás tuvo un conflicto social o laboral. Personas que viven en Avilés fueron dirigentes de CC OO en aquellos tiempos que lideraron las auxiliares y pueden dar fe de ello.
Conviene hacer este tipo de reflexión para apelar a continuación a una parte de esa clase política y sindical que, lejos de colaborar en crear un conocimiento y una conciencia social para explicar lo que está sucediendo, por qué está pasando y quién la está provocando, nos dejan el clásico discurso de la pancarta de mediados del siglo XX que lo explicaba ya casi todo. Y nos anuncian ‘recetas’ como que la alcaldesa de Avilés llame al CEO de Windar Renovables y «ayude» a resolver el problema. No se puede creer.
Por eso es necesario aportar datos claves para un conocimiento real de la situación y entender la magnitud del problema y a partir de ahí es probable que se pueda acertar mejor en las posibles soluciones.
– Windar Renovables es líder mundial en fabricación de eólica offshore, con plantas de fabricación en España (Avilés, sede, y Galicia), Brasil, India, Polonia (tendrá dos) y México, además de plantas logísticas en donde mantiene proyectos internacionales. En las instalaciones de la antigua Alcoa de San Balandrán prepara una nueva planta con 600 empleos.
– Los afectados por la última crisis de Galicia y el último ERE pertenecen a la plantilla de Windar Wind Services, la antigua Dacero, en Gijón. No se conoce ninguna reunión con la alcaldesa de Gijón ni ninguna manifestación suya al respecto.
– Los afectados renunciaron a una bolsa de trabajo para ser contratados los primeros en cuanto llegue algún contrato nuevo. Ni se habló de la red industrial de Avilés que está demandando de forma continua –vía formación– soldadores, caldereros, curvadores de chapa y especialistas en mantenimiento, los perfiles de estos trabajadores precisamente.
– Donald Trump tumba el proyecto de energías renovables puesto en marcha por Joe Biden y lo sustituye por la vuelta a los combustibles fósiles aprovechando su excedente de petróleo y gas. Suspende o aplaza proyectos eólicos por miles de millones de dólares.
– La UE no reacciona ante el asunto de los aranceles. Dice tomar medidas para salvaguardar el acero ‘sucio’ de importación, pero «deja colarse» el producto transformado. La materia prima supone el 40 por ciento del coste total de un monopile flotante. China barre y lo va a seguir haciendo directamente o a través de Turquía o Corea, como va a suceder con la automoción.
– La eólica marina ha sufrido una caída de proyectos del 50 por ciento en la UE. En Estados Unidos, prácticamente a cero.
– España no tiene en marcha ni un solo proyecto de eólica marina, pese a que lidera el desarrollo tecnológico mundial: 11 de las 13 plataformas flotantes instaladas en el mundo y 14 de los 50 prototipos globales son de diseño español.
Dando sentido a cada uno de los aspectos comentados, se puede entender la reacción de unos trabajadores que pierden su empleo y sufren el desgarro de la incertidumbre, ellos y sus familias, pero determinadas posiciones políticas y sindicales deben ayudar en la reflexión y en las soluciones, mucho más allá de la pancarta, que en casos como éste solo sirve ya para visibilizar el problema. Solo desde el conocimiento profundo se puede tratar de resolverlo o ayudar a conseguirlo.
(En la imagen, salida del GPO Grace en mayo de 2023 con eólicos de Windar para Estados Unidos. Foto: J. M. URBANO).
Publicado en La Voz de Avilés-El Comercio el 26 de octubre de 2025