El homenaje a los jubilados nos recuerda que el futuro no depende solo de la economía, sino del modelo de ciudad
Una docena de comerciantes protagonizaron este jueves pasado un acto institucional en el Ayuntamiento, bajo la presidencia de la alcaldesa, en el que la Unión de Comerciantes de Avilés y Comarca (UCAYC) quiso rendirles un homenaje por haber llegado a su jubilación. En pocas ocasiones el retiro de una persona tiene tanta relevancia para una ciudad como la de un comerciante, un autónomo. En general, sus historias van ligadas a la esencia misma de las calles, a la vida social, a la aportación de sus escaparates, a la cercanía con sus clientes y al trato personal. En suma, son agentes claves de un determinado modelo de ciudad.
Hace treinta y seis años, el entonces presidente de la Unión de Comerciantes, Ramón Arbesuk, se ‘inventó’ los Premios UCAYC precisamente para reconocer a aquellos comerciantes que se hubieran significado en las dos modalidades de trayectoria profesional e iniciativa empresarial. Desde 1989 la entrega de aquellos galardones se convirtió en una de las citas sociales más importantes de Avilés, que se cerraba precisamente con un reconocimiento a los jubilados de cada año. Aquel encuentro se prolongó durante veintinueve ediciones, hasta 2019, el año de la pandemia del covid que cambió tantas cosas en el mundo. En todo caso, es de agradecer que la UCAYC siga manteniendo este reconocimiento a quienes han dedicado toda su vida a la actividad comercial. Tiene mucho mérito perseverar en un acto de agradecimiento como éste a quienes han librado mil batallas para tratar de amoldarse a tiempos en los que desde hace mucho tiempo no han tenido el viento a su favor.
Pese a determinados discursos políticos, en la línea habitual de banalidad, si alguien se cree que el cierre de un local comercial en la calle de La Cámara es «síntoma del declive de Avilés», a lo mejor debe observar lo que sucede en la calle Uría de Oviedo, Corrida en Gijón, Dorado en Sama, o un poco más lejos, en Larios en Málaga o Gran Vía en Bilbao.
No es ningún consuelo, en absoluto, es simplemente el resultado de un cambio de modelo en las compras y hasta del diseño de las mismas ciudades de cara al futuro. La falta de relevo generacional, el incremento de los costes de alquileres, energía e impuestos, la competencia de las grandes superficies, la brecha digital y las dificultades para subirse al imparable auge del comercio electrónico, las campañas de promoción agresivas tipo ‘black friday’, el baile de las rebajas y las dificultades para el tráfico rodado en una ciudad peatonalizada, que también ofrece sus ventajas, explican una crisis del pequeño comercio que se salda, mes a mes, con el cierre continuado de los negocios. Aquí y en todos los rincones de este país, dentro de un fenómeno europeo. Desde 2019 han cerrado en España casi 50.000 establecimientos, a una media de 25 diarios. Desde 2016 se han perdido 117.000 puestos de trabajo, pero la paradoja reside en que se han creado prácticamente los mismos empleos en franquicias y grandes cadenas, en paquetería y en transporte de compras por internet.
Los datos de Zara, el gran referente del comercio abierto al gran público, hablan por si solos. En los últimos seis años ha cerrado el 25,5% de sus tiendas en España –menos tiendas, más grandes–, pero las ventas totales han crecido en el mismo periodo un 36,5 por ciento. Su canal online supone ya el 26,3% del negocio total, superando por primera vez la barrera de los 10.000 millones de euros, mientras las ventas en la tienda física crecieron solo un 5,9 por ciento. Su app es utilizada por 218 millones de usuarios y sus webs recibieron 8.100 millones de visitas.
Si hablamos de los parques comerciales, y aquí tenemos ejemplos cercanos, observamos que cada vez más se han convertido en centros de ocio para miles de personas que acuden en busca de un formato híbrido que combina compras, más ocio, más restauración, con una oferta que suma boleras, cines, parques infantiles, un fácil acceso en coche, fuera de las áreas urbanas, aparcamiento gratuito…
Y finalmente, el fenómeno imparable del comercio electrónico, que en España aumentó en el primer trimestre de 2025 un 18,2% interanual hasta alcanzar los 25.752 millones de euros, según los últimos datos ofrecidos por la Comisión Nacional de los Mercados y la Competencia (CNMC). En cuanto a la segmentación geográfica, el 43,5 % de los ingresos en el primer trimestre de 2025 tuvieron como destino España. El 56,5 % restante fueron compras con origen en España hechas en el exterior.
La última encuesta realizada por Marketing/eCommerce destaca que el grado de satisfacción media de los compradores online es de 8,1/10, situándose por este orden: mujeres, los más jóvenes, los que viven en poblaciones grandes, sin hijos y con estudios universitarios. Admiten que compran 2,5 veces al mes y que la media de gasto alcanza los 69 euros.
Con este panorama, ¿que futuro le aguarda al pequeño comercio de las ciudades medias como Avilés? Lo primero reconocer que esta no es solo una cuestión de consumo, sino un cambio profundo en nuestra propia forma de vivir, de movernos y relacionarnos. Y que el pequeño comercio va a ir ligado siempre al modelo de ciudad que elijamos. Un comercio de proximidad, el que nos conoce hasta por nuestro nombre, el que genera ambiente en las calles, en los barrios, que debe ir a una cada vez mayor especialización y ayudar a convertir la ciudad en ese ‘gran parque’ mucho más humano, en el que todos nos sintamos más a gusto. En juego no está solo la supervivencia de las tiendas, sino el de la vida y la esencia de la propia ciudad.
(En la imagen, el comercio de proximidad es el que aporta vida a las calles de la ciudad, en este caso en Avilés con la iluminación navideña. JOSÉ SIMAL).
Publicado en La Voz de Avilés-El Comercio el 14 de diciembre de 2025