Como periodista, defiendo la libertad de expresión por razones obvias. Que Dani Mateo se suene los mocos con una bandera me parece fuera de tono, lo mismo que Willy Toledo blasfeme contra Dios y contra la Virgen. Pero de ahí a que tengan que declarar ante un juez o que sean retenidos por la Policía, simplemente me parece fuera de lugar. Un exceso.

Dicho esto, ni Dani Mateo ni Willy Toledo son tontos ni imbéciles. Bueno, de este último albergo alguna duda por su infame deriva sobre cantidad de asuntos en los que ha vertido sus opiniones.

En estos últimos días han corrido ríos de tinta sobre estas dos cuestiones, al coincidir con la comparecencia del cómico de El Intermedio ante el juez. Y tengo la sensación de que el debate se ha fijado mas en la cuestión jurídica que en otra cosa, lo que a mi modo de ver no acaba de centrar el asunto (dando por descartado de que esa comparecencia está fuera de lugar, según mi criterio).

Como todo en la vida, conviene contextualizar tanto los hechos históricos como lo que nos acontece en el día día y tratar de encontrar una explicación a las cosas.

Dani Mateo, los guionistas de El Intermedio, y Willy Toledo saben de sobra el momento de crispación que se vive en este país. Sólo hay que sentarse ante los telediarios para ver lo que está sucediendo en el Congreso, convertido en un teatrillo para el insulto zafio de los rufianes de turno. O darse un paseo por las redes sociales, en donde dices hola y vas a encontrar a un ofendido. La crisis, las penurias en las que viven tantas familias, parados, jóvenes, unido a las incertidumbres que nos asaltan a todos sobre la situación global, el disparate catalán que nos ofrece a diario una ofensa gratuita a “los españoles”… todo ello ha hecho que este país no esté para bromas. Y que determinadas salidas de tono no sólo alimenten a los extremistas, como estamos viendo en Europa o en América Latina o con esa anomalía llamada Donald Trump, sino que ofenden a una buena parte de la ciudadanía.

Por eso, Dani Mateo y Willy Toledo y sus guionistas saben que en el momento en que se están sonando los mocos con la bandera española o blasfeman contra Dios y la Virgen, justo en ese momento, saben que están ofendiendo gravemente a todos los miles o millones de personas que no soportan que alguien se mofe de la bandera de su país (aunque para otros solo sea un trapo) o que millones de católicos se ofendan ante las blasfemias más graves que alguien pueda proferir contra su religión y sus creencias más íntimas.

Por lo tanto, la cuestión no es si esas ofensas deben ser juzgadas o no en los tribunales, que yo creo que no. El asunto es otro: saben que están ofendiendo a millones de personas y aún así lo hacen. El problema es de respeto.

Y, sabiendo como lo saben, que están faltando al respeto a millones de personas, que no vengan ahora de mártires por las consecuencias. (En el caso de Dani Mateo, los problemas económicos de su programa y de su cadena, que es lo que de verdad les duele. En el de Willy Toledo, que le metan en un calabozo, aunque al final esa publicidad de ‘mártir por la causa’ a él le venga bien en esa carrera de despropósito y de bufón que hace tiempo que inició).

De momento, deberían pedir perdón. Y para otra vez, que observen cómo está el patio antes de lanzarse a sus historias supuestamente cómicas. Para unos lo serán, para otros evidentemente no e incluso se lo tomarán como una ofensa.