El Ayuntamiento debe ordenar los terrenos de Feve y Renfe para ofrecer un aparcamiento digno de una ciudad moderna mientras se aprueban los grandes proyectos
El jueves dejé el coche en el parking de la Plaza de España. Entré a las 19.30 horas y lo recogí a las 22.30. Pagué 5,35 euros. Un abuso se mire como se mire, en horas ‘valle’ de un día normal y en un aparcamiento gestionado por una empresa, Ruasa, que ya está participada en su totalidad por el Ayuntamiento de Avilés. Dinero público, vaya.
El pasado día diez acudí al acto de inauguración del viaducto Daniel Alonso en los nuevos accesos al PEPA y como el resto de invitados lo hice en autobús, a la ida y a la vuelta. Y fue al regreso, desde la altura del autocar, donde al pasar por la calle de El Muelle descubrí horrorizado lo que habitualmente te imaginas, aunque al ver la realidad te espanta aún más el ‘aparcamiento’ de la estación de Feve, el estado de los terrenos colindantes y sobre todo la cantidad de basura acumulada a uno y otro lado de las vías del tren de Renfe. Lamentable, tercermundista, impropio de una ciudad moderna y de futuro. Nada que no lleve años denunciando La Voz de Avilés desde sus páginas.
El PSOE ha vuelto a ganar las elecciones en Avilés, incluso de forma holgada. Por lo tanto le corresponde al equipo de Gobierno presidido por Mariví Monteserín hacer los planteamientos de ciudad para los próximos cuatro años, basados lógicamente en lo realizado y en lo planteado –a veces uno tiene la sensación de vivir en otro lugar cuando oye esos discursos tremendistas de que Avilés debe ser la única población en la que todo es un desastre y nunca se ha hecho nada–, pero también es lógico que se le exija más en algunos aspectos.
Esta ciudad lleva décadas esperando por una solución a su reclamación sobre la barrera ferroviaria y la Ronda Norte, que conllevan, una y otra, claros avances en una villa más atractiva, con menos contaminación. Al final, todo ventajas para fijar población y atraer más turismo. En ambos casos –y de eso sabemos mucho aquí– hay planteados unos convenios y unos protocolos que en caso de que sigan adelante tardarán años en plasmarse porque los plazos administrativos son lo que son, es decir, insoportables, impropios de un país moderno, en donde todo avanza menos esa maquinaria pesada de la administración y sus responsables técnicos, sus altos funcionarios, los cercanos al nivel 30, de más de 50.000 euros anuales sin complementos.
Por eso uno cree que ha llegado el momento, ahora que empieza un nuevo mandato de cuatro años, de ponerse a la faena, plantear y ejecutar los «planes b», esos que no sustituirían a los grandes proyectos, pero que al menos servirían temporalmente para cambiar la imagen y sobre todo beneficiarían a los ciudadanos que viven aquí y a la vez harían más atractiva la ciudad para los visitantes.
Avilés tiene que buscar una solución urgente para esa amplia zona que se reparten los terrenos de Feve y Renfe, de forma que de la noche a la mañana se convierta en un aparcamiento regulado para cientos de coches y para conseguir que el acceso al centro sea mucho más cómodo, incluso proyecte una imagen de población moderna y cómoda. El Parche, a cinco minutos.
Una operación que se haría con una negociación a tres bandas –Ayuntamiento, Renfe, Feve–, que se puede cerrar en tiempo récord y que supondría para el Ayuntamiento una inversión asequible en lo económico, pero extraordinariamente rentable en cuanto el servicio al ciudadano. Y no hay que inventarse nada. Simplemente es tener claro de qué estamos hablando –solo hay que darse una vuelta por ese espacio vergonzante– y ponerse a ello.
El lunes de esta semana metí el coche en el parking de la ‘Estación Pequeña’ de Palencia –otro descubrimiento para los que piensan que los demás están quietos–, un aparcamiento al aire libre, cerrado, con barreras de identificación de matrícula, asfaltado, con todas las plazas pintadas, amplias, y a escasos doscientos metros del Ayuntamiento. Lo dejé sobre las seis y media de la tarde y lo retiré al día siguiente sobre las once y media de la mañana. Pagué 1 euro. Si hubiese prolongado el estacionamiento durante 24 horas hubiera pagado 1,5 euros. Si lo hubiera hecho durante tres días, 4 euros; y por una semana completa, 8,75.
Ese parking fue explotado en su día por el Adif y lo cerró porque las tarifas excesivamente altas lo mantuvieron vacío durante mucho tiempo. Entonces llegó a un acuerdo con el Ayuntamiento, le alquiló los terrenos por un precio simbólico y la institución municipal optó por contratar para su explotación a Dornier, que a la vez tiene concedida la zona azul en la capital castellana. (El mismo de Avilés). El aparcamiento es un éxito, con una media de 750 vehículos diarios, y cuenta con ya un servicio de ‘car sharing’ para automóviles híbridos y eléctricos.
Sí, ya sabemos que en la Avenida de Gijón se abrió un «aparcamiento disuasorio». La realidad es que es un parking que da servicio sobre todo a las empresas del entorno y que para el público en general queda «apartado» –aunque no sea así– del centro de la ciudad. Ya sabemos también que el inmovilismo del equipo de Gobierno socialista y de toda la oposición con el asunto de la zona azul y los parkings es notorio. Lo mismo que el de buscar alternativas de tarifas, que como mínimo conseguirían una imagen más amable de la ciudad.
El asunto parece preocuparle poco al equipo de Gobierno, porque sino habría reaccionado ya hace tiempo, pero también a la oposición, que como en tantas ocasiones pierde la fuerza por la boca y se deja ir. A veces por puro egoísmo. Que se lo pregunten a la concejala de la oposición que durante los últimos cuatro años ha tenido a su nombre una plaza del parking de la Plaza de España «gratis total», en su condición de concejala/miembro del consejo de administración de Ruasa. Nadie cuestiona la plaza que le adjudicaron, pero cuando la ha utilizado a diario, sábados, domingos y fiestas de guardar, mañana, tarde y noche, será difícil que pueda justificar su uso profesional. Y claro, lanzar luego durante cuatro años discursitos sobre los privilegios de la casta parece un poco heavy.
En mayo descubrí en Amsterdam que los parkings (P+R) de 24 horas cuestan un euro si presentas un ticket del metro o tranvía que te ha llevado a la Estación Central, ida y vuelta (5,50 euros cuatro personas, entre 8 y 12 minutos). En Gante, Bélgica, que los P+R son gratis y te dejan a cien metros de una estación de tranvía (ese tren tran que en Avilés causó risa en su día entre los mismos de siempre). Que en esta misma ciudad funcionan micro autobuses turísticos eléctricos gratis que conduces tú. O que en Dunkerke, en el Norte de Francia (a lo mejor un día habría que hablar del hermanamiento de Avilés con esta ciudad, con la que tenemos tantas cosas en común) funciona ya un autobús eléctrico articulado que, así lo pregona su lema, «es gratis los siete días de la semana».
Si de verdad queremos avanzar, al margen de los proyectos ya en marcha, esta ciudad debe dar pasos urgentes hacia la modernidad. Se impone el ‘plan b’.
(El ‘embajador’ de Renfe en Asturias es Mariano Santiso del Valle, un excelente profesional, asturiano. Sería fácil negociar con él).
Publicado en La Voz de Avilés-El Comercio el 30 de junio de 2019